Análisis Hyrule Warriors: La era del cataclismo, la guerra por Hyrule (Switch)
Hyrule Warriors demostró hace seis años que un musou de The Legend of Zelda no es una idea tan disparatada como a priori podría parecer, ofreciéndonos un divertidísimo y completo spin-off de acción masiva que nos permitió destrozar auténticos ejércitos de enemigos mientras controlábamos a nuestros personajes favoritos de una de las sagas más importantes de la historia de los videojuegos. Tras varios relanzamientos y expansiones descargables, el título es ahora uno de los principales exponentes de su género, combinando a la perfección jugabilidad, fanservice y una cantidad de contenidos descomunal y prácticamente inabarcable a menos que dispongamos de varios cientos de horas libres para dedicarle.
Videoanálisis
Ahora Koei Tecmo y Nintendo vuelven a unir sus fuerzas para traernos Hyrule Warriors: La era del cataclismo, un juego muy especial que abandona el multiverso del anterior musou para centrarse por completo en el mundo de The Legend of Zelda: Breath of the Wild con el objetivo de narrarnos la épica guerra que tuvo lugar 100 años antes de los hechos de esta aclamada aventura, dando como resultado un título muy recomendable que encantará a los fans del género.
Hyrule en pie de guerra
Así pues, nos encontramos ante un nuevo musou en el que tendremos que enfrentarnos a cientos de enemigos a la vez mientras nos movemos por diversos campos de batalla cumpliendo todo tipo de objetivos y misiones para alzarnos con la victoria. Por supuesto, al tratarse de un juego ambientado en el universo de Breath of the Wild podremos controlar a personajes como Link, Zelda, Revali, Urbosa, Mipha o Daruk, y conocer más sobre el Hyrule del pasado, sus héroes y sus villanos, teniendo aquí uno de sus principales reclamos.
Sin embargo, nos toca advertiros que lo que aquí se nos cuenta transcurre en una línea temporal alternativa, por lo que los hechos que veremos no son exactamente los mismos que todos conocemos. Es decir, no se trata de la precuela oficial de Breath of the Wild, sino de otra cosa. La mala noticia es que la nueva historia no nos ha convencido lo más mínimo y, por mucho que nos haya gustado ver las relaciones y conversaciones entre sus carismáticos personajes, al final acaba recurriendo sin pudor alguno al fanservice más descarado y a manidos clichés. Ojo, con esto no queremos decir que no tenga auténticos momentazos de pura épica, pero el sabor que nos ha dejado tras ver sus títulos de crédito ha sido muy agridulce.
Centrándonos ya en lo puramente jugable, lo primero que llama la atención es lo bien que funciona su sistema de combate. La base es más o menos la de siempre, pudiendo realizar combos alternando ataques flojos y fuertes, desatar técnicas especiales al rellenar un medidor y, por supuesto defendernos bloqueando o esquivando. A todo esto también hay que sumarle el uso de los diferentes módulos de la Piedra Sheikah para poner en práctica una serie de poderes que nos servirán tanto para alargar nuestras cadenas de golpes como para contrarrestar movimientos específicos de los generales y jefes enemigos. Finalmente, también dispondremos de unas varitas elementales con las que conjurar poderosos hechizos ofensivos que nos darán muchísima ventaja en los duelos más duros.
Con algo tan básico como esto, en Omega Force han sido capaces de distinguir por completo a cada uno de los personajes, creando estilos de combate y formas de jugar totalmente únicas para cada uno de ellos que van más allá del simple aporreo de botones y que requieren que sepamos qué es lo que hace cada uno de nuestros combos, el timing que tienen y las peculiaridades que tienen asociadas. Gran parte de la culpa de todo esto la tiene el hecho de que cada guerrero cuenta con una acción única y personal en torno a la cual suele girar todo su moveset, consiguiendo que la experiencia de controlar a uno u otro héroe no tenga nada que ver.
En la práctica esto se traduce en un juego que hace que la experiencia de ponerse a repartir tortazos y luchar contra cientos de enemigos sea algo divertidísimo y muy satisfactorio, especialmente si apostamos por jugar en Difícil o Muy Difícil, donde nos apretarán las tuercas de verdad y el machacar botones no sirve de nada. Todo esto se ve aderezado por una buena variedad de oficiales y jefes que nos obligarán a adoptar ciertas tácticas para derrotarlos de forma eficiente, unas misiones principales muy intensas y bien diseñadas, la posibilidad de realizar las esquivas perfectas de Breath of the Wild e incluso de desplazarnos rápidamente por el aire planeando con la paravela.
Como veis, a nivel jugable se ha hecho un trabajo excepcional combinando la fórmula musou con las mecánicas propias de la aclamada aventura de Link con la que muchos estrenamos nuestra Nintendo Switch en 2017. Se trata de un título que es capaz de tenernos batallando durante horas y horas mientras subimos de nivel y mejoramos a nuestros héroes antes de que empiece a asaltarnos el aburrimiento, algo que tiene mucho mérito en un juego en el que nos pasaremos el 99% del tiempo pegándonos contra ejércitos de monstruos.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y no se libra de ciertos problemas que empañan la experiencia mucho más de lo que nos gustaría. El defecto más grave que hemos encontrado, sin duda alguna, lo tenemos en su cámara, una de las peores que hemos visto en años. Al batallar en espacios abiertos no suele incordiar demasiado, pero cuando toca luchar en espacios cerrados o estrechos se vuelve incapaz de colocarse decentemente y mostrarnos la acción en condiciones. A la mínima que haya una pared, una caja o cualquier tipo de obstáculo cerca y se os ocurra fijar a un rival, podéis dar por seguro que os va a dejar totalmente vendidos. Puede parecer exagerado, pero os aseguramos que nos hemos pasado más tiempo peleando con ella que contra las hordas que se interponían en nuestro camino, con situaciones que han rozado lo surrealista.
Mucho por hacer
En lo que respecta a sus contenidos, os alegrará saber que hay muchísimo por hacer y desbloquear. A diferencia del primer Hyrule Warriors, esta vez todo está integrado dentro de la campaña principal, donde entre misión y misión podremos navegar por un mapa plagado de iconos en el que encontraremos solicitudes para entregar ciertos materiales a cambio de jugosas recompensas (incluyendo nuevos combos y mejoras para los personajes, nuevos tipos de servicios y comercios, nuevas actividades opcionales, etcétera) y muchísimas batallas secundarias.
Lo interesante de este sistema es que cualquier cosa que hagamos suele tener su recompensa y desbloquearnos más contenidos, creando un adictivo bucle que consigue que sigas jugando para ver qué nuevas misiones, tareas y tesoros obtienes. Eso sí, a pesar de lo mucho que nos ha gustado esta estructura, tenemos que admitir que la navegación por este mapa se convierte en un auténtico caos en los compases más avanzados de la aventura, ya que hay tal cantidad de iconos que no siempre es fácil encontrar el que queremos, algo que se ve agravado ante la falta de filtros o de algún tipo de listado para los combates secundarios. No es que sea nada extremadamente grave ni que no se pueda solucionar con una simple actualización, pero dista de ser todo lo intuitivo que debería.
Otro detalle que nos ha dejado un poco fríos es el propio diseño de estas misiones opcionales, pues todas consisten en pequeñas pruebas, la mayoría a contrarreloj, en las que debemos acabar con una serie de jefes, conquistar algún que otro bastión o eliminar a un determinado número de enemigos. Al final, esto acaba desembocando en la repetición de los mismos esquemas una y otra vez y en una sucesión de breves retos que son prácticamente idénticos y en los que apenas notaremos cambios de uno a otro más allá del escenario que se usa. Sí, son entretenidas, pero nos gustó mucho más el Modo Aventura de Hyrule Warriors, especialmente con las mejoras que recibió en su Definitive Edition.
En total, completar la historia principal es una tarea que nos llevará entre 15 y 20 horas (menos si no hacéis nada opcional y jugáis en Normal o Fácil), pero si queremos hacerlo todo esta cifra se puede ir perfectamente entre las 60 y las 80 horas, así que podéis dar por seguro que tenéis juego para rato, sobre todo si intentáis encontrar todos los kolog sin tirar de guía, ya que los hay que están escondidos con muy mala idea y en medio del fragor de la batalla es habitual que se nos pasen por alto.
Hablando de contenidos, comentar que la cifra de personajes apenas llega a la veintena (no diremos el número exacto para guardar algunas sorpresas), aunque están tan bien diferenciados, son tan divertidos de controlar y los hay que cambian tantísimo según el arma que tengan equipada que no nos ha parecido para nada una cifra escasa.
Un bello diseño artístico lastrado por multitud de problemas técnicos
Pero, sin duda alguna, donde más flojea el juego es en su apartado gráfico, lo que es una auténtica pena si tenemos en cuenta que a nivel artístico bebe directamente de Breath of the Wild, con unos diseños de personajes muy buenos, un uso muy particular del cel shading y una puesta en escena espectacular y muy lograda. Lamentablemente, el título está plagado de problemas técnicos de todo tipo, tanto en portátil como en sobremesa, incluyendo una resolución bajísima que hace que la imagen se vea borrosa y poco nítida, popping exagerado, texturas de baja calidad y, lo peor de todo, un rendimiento nefasto que casi nunca logra alcanzar los 30 fps y que sufre caídas por debajo de las 20 imágenes por segundo, algo que acaba afectando gravemente a la jugabilidad y a su disfrute.
Eso sí, a nivel sonoro lo han bordado con unas composiciones increíblemente buenas y épicas que han conseguido ponernos los pelos de punta en más de una ocasión, remezclando con muchísimo acierto determinados temas de la saga y aportando nuevas melodías que son simplemente sobresalientes y que se adaptan como un guante a todo lo que vemos en pantalla. De hecho, la música se comporta de forma dinámica, así que va variando su intensidad dependiendo de lo que vaya sucediendo durante los enfrentamientos. Por su parte, los efectos de sonido son muy variados y reconocibles y el doblaje nos llega en español con las mismas voces que pudimos escuchar en la aventura original en la que se basa, garantizándonos unas buenas interpretaciones que encajan muy bien con los personajes.
Conclusiones
Hyrule Warriors: La era del cataclismo es un buen musou que cuenta con algunos de los mejores personajes, batallas y sistema de combate de todo el género. Si bien problemas como su pobre apartado técnico, su lamentable rendimiento, su decepcionante historia, su frustrante cámara o el soso diseño del que hacen gala sus misiones opcionales acaban lastrando el producto más de lo que nos gustaría, no vamos a negar que nos lo hemos pasado genial con él y que le hemos echado infinidad de horas casi sin darnos cuenta, ya que lo principal, el ponerse a repartir guantazos y hacerte sentir como un auténtico dios en el campo de batalla, es algo que hace como nadie. Si os gusta lo que propone y os apasiona The Legend of Zelda, no dudéis en darle una oportunidad.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga que nos ha facilitado Nintendo.