Análisis de MouseCraft (PSVITA)
Los juegos de puzles son uno de esos géneros afortunados que parecen estar viviendo una segunda juventud gracias a los estudios independientes. Quizás desde el genial Catherine –si os gustan los puzles, dadle una buena oportunidad– nadie se ha aventurado a invertir demasiado tiempo y dinero en el género, pero sí que contamos con multitud de proyectos indies con los que saciar nuestras ganas de rompecabezas.
Ahora, Curve Studios –responsables de Stealth Inc., Thomas Was Alone, Lone Survivor o The Swapper, entre otros–, nos trae un juego de puzles para PlayStation 4, PlayStation 3, PlayStation Vita y PC, en el que se mezclan varias influencias, siendo las más obvias Tetris y Lemmings, aunque no las únicas.
El gato de Schrödinger
La historia de Mousecraft –historia, ya sabéis, excusa para justificar los puzles–, comienza con un gato llamado Schrödinger, en referencia obvia al mítico experimento, que se dedica a superar una serie de pruebas con ratones. La mecánica es bastante sencilla, ya que su base es colocar piezas de Tetris en el escenario para que los ratones lleguen a la meta. Como cabe esperar, la cosa se irá complicando, pero la fórmula permanecerá generalmente inalterada.
Las restricciones no son demasiadas. Cada pieza sólo puede usarse las veces que nos indiquen, los ratones sólo pueden saltar un cubo y caer desde cuatro, y poco más. Poco a poco se irán introduciendo cristales que recoger –para completar cada nivel al cien por cien–, bombas con las que romper bloques y que nos permitan abrirnos el camino, enemigos que esquivar, o nuevas piezas que amortigüen la caída de los ratones. Os podéis hacer una idea de cómo evoluciona la propuesta.
Sistema de juego
La versión de PC, la que hemos probado, se juega cómodamente con teclado y con ratón. De una manera muy cómoda, todas las acciones pueden realizarse a través de la interfaz, clicando, o combinando el puntero con una serie de teclas. Todo es muy ágil y accesible, y la verdad es que se agradecen estas posibilidades. Eso sí, sabiendo que cuenta con versión para consola, echamos de menos la compatibilidad con el ratón.
Las fichas que podemos utilizar se disponen en la parte superior de la pantalla, y desde ahí las arrastramos hasta la posición deseada. El botón derecho es "multiuso", y nos sirve tanto para rotar una pieza como para usar una bomba de una manera un tanto contextual. Normalmente los niveles encajan en la pantalla, aunque según se compliquen tendremos que desplazarnos a lo ancho para ver el inicio y el final.
Mousecraft nos permite mover piezas antes de que los ratones salten a la pista, acelerar la acción, e incluso pausarla para trabajar tranquilos. Esto que parece anecdótico será también clave para superar muchos de los puzles, por lo que más de una vez tendremos que cambiar nuestra forma de pensar para salir airosos de los rompecabezas de turno.
Aspectos audiovisuales
Gráficamente, el juego no es ningún prodigio, pero sí que cumple perfectamente su propósito. Diseñado en 3D, pero de desarrollo bidimensional, ofrece una estética accesible para todos los públicos, aunque el juego puede llegar a complicarse mucho sobre todo a partir del tercer bloque de niveles. Aunque no es un juego que te atrapa, si es un juego que intenta no dejarte escapar. Sin tiempos de carga entre nivel y nivel, si estamos en una buena racha siempre queremos uno más, algo que se agradece.
Luego, no hay mucho más que comentar. Diferentes opciones de configuración gráfica –para asegurarnos de que funciona incluso en un PC de bajo rendimiento–, para asegurarse de que funciona en cualquier ordenador, incluso con un rendimiento bajo. El sonido acompaña sin grandes alardes, y la interfaz, muy de juego móvil, cumple su objetivo correctamente.
Interesante y recomendable, aunque no demasiado innovador
Mousecraft no es un juego que entre en el género de los rompecabezas dando una patada en la puerta para tomar el trono, pero sí que es una experiencia interesante y recomendable. Su apuesta por las piezas de Tetris no es ni mucho menos un plagio, sino simplemente nos parece un homenaje al clásico con el que, además, introducir un componente original a su propuesta jugable. Usar estas piezas no es que sea determinante –podrían haber usado otra forma cualquiera–, pero suponemos que se aprovecha para conectar con el jugador.
Por lo demás, si estáis buscando un juego de puzles y ya os habéis pasado los grandes del género, seguramente éste puede llenar satisfactoriamente algunas de vuestras tardes. No es ninguna experiencia rompedora, pero sí muy correcta, que entretiene y que ofrece una curva de dificultad muy interesante, y que, si bien no consigue –ni intenta– llegar a convertirse en algo extremadamente complejo, sí que nos dejará más de una vez pensando cómo avanzar, y más todavía si queremos completar cada fase al cien por cien. En definitiva, un buen juego de puzles que no consigue destacar debido a la alargada sombra de los mejores representantes del género.