Análisis Metal Gear Solid 3 Delta: Snake Eater, el espectacular retorno de la saga de Kojima (PS5, Xbox Series X, PC)

Tras demasiados años de abandono, Konami ha decidido volver al desarrollo triple A, primero, con un fantástico remake de Silent Hill 2 (seguido por una prometedora nueva entrega de la saga) y, ahora, el título que nos ocupa: una profunda y completa remasterización de Metal Gear Solid 3: Snake Eater. ¿Cómo es el retorno de una saga tan querida? ¿Está a la altura del original? ¿Qué cambia exactamente en esta nueva versión Delta y qué cosas ha olvidado modernizar Konami? Os lo contamos a continuación.

El retorno de Naked Snake

Metal Gear Solid 3 Delta: Snake Eater es un juego de acción e infiltración en tercera persona, que, cronológicamente, es el primero de la saga. Este título nos pone en la piel de Naked Snake en los años 60, con la misión de rescatar a un científico ruso. No vamos a entrar en muchos detalles sobre su historia o sus aspectos jugables, ya que son virtualmente idénticos a los del original y se ha hablado sobre ellos hasta la saciedad en los últimos 21 años, sino que nos centraremos en sus cambios y novedades, y en las sensaciones que nos deja el juego en 2025.

Lo primero, es que ciertas partes de Snake Eater ha envejecido razonablemente bien. La ambientación, la narrativa, la propuesta de sobrevivir en la selva, comiendo animales y curando nuestras heridas... Además, el plantel de personajes nos sigue encantando, y tanto el carisma de los jefes como las geniales conversaciones por Codec nos siguen encantando. Las secuencias de vídeo siguen estando dirigidas con una calidad tremenda, y se mantienen los momentos interactivos en los que podemos pulsar un botón para ver la perspectiva de Snake.

A nivel jugable, Delta tiene «pequeños» cambios que renuevan las sensaciones a los mandos. Por una parte, la opción de jugar y apuntar con una cámara libre en tercera persona sobre el hombro, similar a la de muchas aventuras actuales, y movernos mientras nos agachamos y apuntamos. Esto hace que parezca un juego mucho más actual, aunque, quizás, hace que se noten mucho más las carencias de una inteligencia artificial a la que se le notan los años y que comentaremos más adelante.

Otra de las novedades son los atajos que nos ofrecen accesos directos al Codec y, lo que probablemente sea hasta más útil, a los camuflajes. Con un solo botón abrimos un menú que nos permite seleccionar combinaciones de ropa y pintura facial, y que nos indica qué porcentaje de camuflaje ganamos o perdemos al cambiarnos. Superpráctico, sobre todo en zonas en las que cambia el entorno regularmente.

Cosas de otra época

En general, como veis, Snake Eater tiene una buena base, pero creemos que esta remasterización peca de ser bastante conservadora. Vamos por partes. Primero, la inteligencia artificial. Básicamente, la IA está diseñada para enfrentamientos «estáticos», ya que Snake no podía apuntar y moverse a la vez. Ahora, es relativamente fácil enfrentarnos a ella sin que sean capaz de acertarnos, ya que, como nosotros en la versión original, se paran para disparar. También la cámara en tercera persona hace más obvio su posición y su limitado rango de visión, facilitando el rodear a los rivales sin que nos vean.

Otro elemento que nos ha resultado un tanto chocante es el ritmo, marcado por dos elementos. Las secuencias de vídeo y llamadas del Codec son, sobre todo al principio, eternas y constantes, y es casi imposible dar dos pasos sin que nos quiten el control del personaje. Es cierto que muchas de estas secuencias son increíbles, y tienen un ritmazo espectacular, pero hay otras que son simplemente Snake mirando a algo, que se podrían haber agilizado con un pequeño juego de cámara.

El otro elemento son los cortes de cámara entre zona y zona. Comprensibles en PlayStation 2 por las limitaciones del hardware, creemos que aquí cortan un tanto el ritmo. No hay tiempos de cargas entre zonas, sólo un fundido a negro, y aunque entendemos que Konami no haya querido hacer cambios, nos parece que habría habido maneras más elegantes de realizar la transición para darle mayor continuidad a la experiencia. Incluso el sistema de agarrar soldados y soltarlos para conseguir sus objetos, extremadamente tosco y lento, también podría haber mejorado. Obviamente, dependerá del gusto de cada uno, pero creemos que podría haberse mantenido el diseño del original sin tantas interrupciones.

Los añadidos

Metal Gear Solid 3 Delta: Snake Eater también incluye algunas novedades, algunas más importantes que otras, así como alguna que otra «kojimada» que, personalmente, nos han parecido, cuando menos, curiosas. Por una parte, tenemos nuevos coleccionables, con 64 patitos que se suman a las 64 Kerotan, las ranas del original. Hay también varios extras y modos disponibles cuando completamos el juego, que preferimos no revelar.

Un nuevo modo que sí está disponible desde el principio –aunque hay que avanzar para desbloquear más niveles– es el que nos enfrenta a los monos de Ape Escape. Es un modo muy sencillo pero divertido, en el que tenemos que intentar capturar a todos los monos en el menor tiempo posible. Está bastante trabajado, con nuevas conversaciones de Codec, e incluso guiños bastante buenos, como el mal traducido Mesal Gear (del japonés mesaru, un juego de palabras entre metaru, metal, y saru, mono). También falta el modo multijugador online, que llegará más adelante, y, por supuesto, el añadido más obvio: el visual.

Dos décadas de evolución gráfica

Sobra decir que, en lo gráfico, Konami y Virtuos han hecho un grandísimo trabajo actualizando los gráficos del juego. Seguramente, los cambios nos van a gustar a todo el mundo, pero teniendo en cuenta que tenían que pasar de una imagen de muy baja resolución, filtrada, encima, por las antiguas teles de tubo, a una presentación fotorrealista para pantallas a 4K, el resultado es muy bueno. Todo tiene un detalle espectacular, y nos gusta que se hayan incluido pequeñas novedades como las cicatrices permanentes en el cuerpo de Snake, pero todo sin perder la esencia o el diseño de niveles del original. Eso sí, creemos que la nueva paleta de colores «normal» no funciona demasiado bien, aunque por suerte podemos aplicar el filtro del original desde el primer momento.

Desde un punto de vista más técnico, en PlayStation 5 Pro, donde lo hemos analizado, el juego tiene un único modo que, suponemos, combina todas las ventajas del modo rendimiento y resolución en uno. A simple vista, funciona perfectamente a 60 imágenes por segundo prácticamente en todo momento, con pequeñas caídas en alguna que otra secuencia de vídeo. Parece usar PSSR para llevar la imagen hasta las 4K, aunque en zonas con mucho detalle o mucho follaje (que, básicamente, es la mayoría del juego), genera bastante ruido, casi como si el juego tuviese el grano de una película. No es nada grave, y creemos que la mayoría de la gente ni lo va a notar, pero estaría bien que Konami intentara mejorar esto, o incluso que nos diese la opción de jugar a 30 y 4K nativos sin PSSR, por ejemplo. También hay unos extraños puntos brillantes que aparecen al mover la cámara, aunque no sabemos si es cosa del PSSR o del Unreal Engine.

En lo sonoro, poco que añadir que no se haya dicho sobre el juego en todos estos años. Un doblaje sensacional, una banda sonora fantástica y efectos de sonido míticos nos dejan un apartado redondo. Además, hay nuevas líneas de diálogo para los nuevos modos y las nuevas «sorpresas». Lo único que hemos notado es que la mezcla de sonido es un tanto irregular, y la diferencia de volumen entre ciertos momentos no parece estar muy bien medida. Aparte, ¿habría estado bien tener doblaje al castellano? Por supuesto, pero quitando eso, pocas pegas podemos ponerle.

Nos ha tenido esperando

Metal Gear Solid 3 Delta: Snake Eater es una genial actualización del clásico de Konami, que nos ofrece mejoras jugables, nuevo contenido adicional y una completísima reimaginación gráfica de la aventura de 2004. Además, con la opción de dejar todo prácticamente intacto para los más puristas, pudiendo disfrutarla sin apenas ninguno de estos nuevos cambios no visuales.

Nos habría gustado que Konami hubiese sido más ambiciosa y mejorado cosas como la inteligencia artificial o las interrupciones (o incluso que se hubiese lanzado a por un remake propiamente dicho, como el de Silent Hill 2), pero estamos ante una adaptación que cumple sobradamente con su cometido de traer el que para nosotros es uno de los mejores juegos de Kojima a los tiempos que corren y hacerlo más accesible que nunca para cualquiera, independientemente de si sois seguidores de la saga o no.

Hemos realizado este análisis en PlayStation 5 Pro con un código de descarga proporcionado por Peidro Comunicación.