Análisis de Wolfenstein: The Old Blood (PS4, Xbox One, PC)
En pleno apogeo de recuperar sagas, no vamos a culpar a nadie si mira con recelo el retorno de una marca veterana que ya ha vivido su época de gloria. Por suerte, de vez en cuando nos llegan grandes sorpresas, sagas que se recuperan con talento, mimo y respeto, y que nos dejan grandes experiencias como la de Wolfenstein: The New Order, el título que se lanzó hace ahora casi un año, y que encantó tanto a todos lo que lo probaron. Quizás, una de las cosas que más destacó de este juego fue sus sensaciones de la vieja escuela, y ahora nos llega esta expansión independiente que tampoco escatima a la hora de darnos "sangre vieja".
Para quienes no lo sepan, Wolfenstein: The Old Blood puede comprarse y jugarse (y disfrutarse) sin necesidad de tener Wolfenstein: The New Order, aunque sirve como precuela de éste, relatándonos hechos acontecidos varios años antes de la historia que nos cuentan en él. Obviamente, haber jugado a Wolfenstein: The New Order nos dará más contexto para Wolfenstein: The Old Blood, pero también es una gran opción para iniciarnos en la saga, o al menos, en estas nuevas entregas.
Return to Castle Wolfenstein
Aunque no vamos a destripar nada sobre la historia, Wolfenstein: The Old Blood comienza por la puerta grande de la nostalgia, volviendo al castillo Wolfenstein. Nuestra misión es, controlando a Blazkowicz, intentar robar las coordenadas del complejo del general Calavera, que se sospecha que experimenta con fuerzas paranormales. Por si acaso os habéis saltado la introducción, os volvemos a recordar aquí que no es necesario haberse jugado el título que lo sigue en lo argumental, así que podéis disfrutar de su narrativa desde cero.
Como la saga a la que pertenece marca, se trata de un juego de disparos en primera persona, de un planteamiento más clásico que lo que el género nos ofrece en los últimos años. El juego apuesta por un gran equilibrio entre la acción, la exploración y el sigilo, si bien es cierto que nos da bastante libertad para jugar como queramos. No vamos a decir que sea posible pasarse el juego entero sin ser detectados (tampoco es algo que se proponga), pero es sorprendente cómo se adapta para, si así lo deseamos, permitirnos evitar gran parte de la acción. Y bueno, si queréis disparar, tranquilo que habrá tiros más que de sobra.
De hecho, durante esta intensa experiencia, nos ha sorprendido el buen ritmo que consigue marcar, donde prácticamente no hay lugar para el aburrimiento o para repetir situaciones. Es cierto que al tratarse de una expansión, Wolfenstein: The Old Blood es un juego "corto" (más de siete horas nos ha durado, y sólo la historia en difícil), pero con muchos secretos y rejugabilidad para los que quieran exprimirlo, incluyendo la posibilidad de jugar a Wolfenstein 3d. Vamos, que por los 20 euros que cuesta ya nos da más que muchos juegos de 60.
En cualquier caso, su intensidad y duración no sólo nos han parecido perfectas para su precio, sino que además pensamos que ha ayudado a eliminar paja del juego y hacer que vayamos directamente al grano, convirtiéndolo en una de esas experiencias en las que no sobra ni un solo segundo, y en la que, además, incluso el jugador puede marcar su propio ritmo.
Las novedades
Con respecto a las novedades, quizás lo más notable en un primer momento son las tuberías, una nueva arma multiuso que nos acompañará y será imprescindible durante muchos compases de la aventura. Estas tuberías sirven para atacar cuerpo a cuerpo, para escalar, para derribar algunas paredes, para usarla como palanca... Es impresionante el partido que Blazkowicz les saca.
Al desarrollarse en 1946, la tecnología también está menos avanzada, por lo que veremos nuevas armas y nuevos enemigos, los cuales nos pondrán también en nuevas situaciones. Todo ello, eso sí, sin perder la esencia de Wolfenstein: The New Order, ya que, al menos durante la primera mitad es bastante fiel a su predecesor/secuela. La segunda mitad es bastante más loca, y en nuestra promesa de no destriparos nada, sólo os contaremos que nos aguardan zombis nazis.
También vemos nuevos escenarios, como el mítico castillo Wolfenstein, o la ciudad de Wulfburg, aunque en lo jugable, a grandes rasgos todo permanece "igual", con su sistema de mejoras, su vida que no se regenera sola, su sistema de blindaje, su rueda de armas... La verdad es que las novedades están muy medidas, son ideales para una expansión, y si os gustó lo que os ofreció Wolfenstein: The New Order, creemos que os gustará lo que encontraréis aquí.
Aspectos audiovisuales
Wolfenstein: The Old Blood es un juego que no sorprende en lo visual, pero que cumple perfectamente gracias a unos buenos diseños y un rendimiento impoluto. La versión que hemos probado, la de PlayStation 4, no tiene texturas a destacar ni modelos poligonales asombrosos, pero tiene un estilo propio que nos gusta, un apartado artístico que da de sí algunas estampas para recordar, y además, funciona a 1080p y a 60 imágenes por segundo perfectamente estables.
A lo visual lo acompaña un apartado sonoro todavía mejor, con un gran doblaje al castellano, con voces muy acertadas, que respetan el tono original, y apenas peca de ser muy literal en algunas traducciones. Todo se adereza con muy buenos efectos de sonido, con particular énfasis en su direccionalidad. Nos ha sorprendido cómo podemos escuchar por dónde vienen los enemigos gracias a un equipo de sonido 5.1, cómo impactan los disparos a nuestra espalda, o incluso a veces podemos escucharlos en la planta de arriba.
Recomendable para todo amante de la acción
Tras un Wolfenstein: The New Order que fue una sorpresa mayúscula, Wolfenstein: The Old Blood llega para continuar por el buen camino. Divertida, intensa, variada, clasicona y con un precio ajustadísimo, esta expansión independiente es un ejemplo de cómo sacar contenidos adicionales. Hemos disfrutado Wolfenstein: The Old Blood de principio a fin, y si disfrutaste del anterior episodio de la saga, es una inversión más que segura.