Análisis de Assassin’s Creed Chronicles: China (PS4, Xbox One, PC)
No es la primera vez que jugamos a un Assassin's Creed en 2D, ya salieron algunos para Nintendo DS y teléfonos móviles hace unos años, pero hacía tiempo que la saga no visitaba esta perspectiva, y este 2015 lo va hacer por partida triple. Con Assassin’s Creed Chronicles: China, Assassin’s Creed Chronicles: India y Assassin’s Creed Chronicles: Rusia, tres juegos descargables que irán apareciendo a lo largo del año, y que tendrán diferentes protagonistas, historias y ambientaciones, pero una misma perspectiva.
El primero en llegar es China, y de los tres es el que más se centra en el sigilo, en la infiltración, siendo el enfrentamiento directo un recurso a la desesperada. Un género que se adapta muy bien en dos dimensiones, como ya demostró el genial Mark of the Ninja en 2012, título al que Assassin’s Creed Chronicles: China se asemeja en intenciones, aunque no en acierto y brillantez, careciendo también de su factor sorpresa. Desarrollado por los ingleses Climax Studios, al igual que el resto de la trilogía, han hecho un buen trabajo a la hora de trasladar las mecánicas clásicas de un Assassin’s Creed tridimensional a las "limitaciones" de la jugabilidad en 2D, y se juega con agrado si te gusta lo que propone, aunque nunca con demasiado entusiasmo.
Golpe en la pequeña China
Assassin’s Creed Chronicles: China transcurre en 1526, y controlamos a Shao Jun, un personaje que los mayores fans de la saga recordarán ya que salía en Assassin's Creed: Embers, un cortometraje de animación que nos narraba los últimos años de Ezio Auditore.
Este juego transcurre después del corto, con la vuelta de Shao Jun a China, y nos cuenta y muestra su venganza hacia los Templarios, que han eliminado prácticamente por completo a la Hermandad de Asesinos en China. Una historia más bien flojita, y que se nos cuenta a través de unas ilustraciones estáticas que tampoco tienen demasiada gracia.
El juego se centra en ofrecer una aventura de acción y plataformas en 2D, que como comentábamos antes está casi totalmente centrada en el sigilo. Los enemigos cuentan con un cono de visión, que indica tanto el alcance y dirección de lo que están viendo como su nivel de alerta, y que hay que evitar en la medida de lo posible. Pero claro no solo nos ven, también nos oyen, y debemos caminar agachados para no hacer ruido cuando estamos cerca, algo que también depende del tipo de superficie que pisamos. A su vez hay una serie de trampas "ruidosas", como jaulas con pájaros o perros que también nos pueden jugar una mala pasada, si les molestamos y empiezan a hacer ruido.
El sonido es un arma de doble filo que también podemos usar a nuestro favor, y por ejemplo podemos silbar, para atraer la atención de los enemigos a puntos concretos del escenario, o utilizar dardos sonoros a larga distancia. Para escondernos hay distintos tipos de escondrijos en los escenarios, y en ellos incluso podemos esconder los cadáveres de los enemigos, para que no alerten a sus compañeros. Como veis no falta ningún ingrediente de todo buen juego de sigilo, y a esto se le añaden características clásicas de la saga, como la Vista de águila, con la que podemos ver las rutas de los guardias.
A la hora de combatir con la espada es cuando el juego se muestra más débil, con un sistema de combate que si bien no es excesivamente simple, tenemos dos tipos de ataque, podemos parar golpes, contraatacar, esquivar proyectiles, ponernos a la espalda de los enemigos, etcétera, sí que es un poco tosco y lento, y en definitiva no es muy divertido. Como se disfruta Assassin’s Creed Chronicles: China es jugando con sigilo, y cuando nos descubren casi siempre hemos optado por reiniciar el último punto de control, abundantes y bien situados. Cómo es lógico según avanzamos en la aventura nos encontramos con enemigos cada vez más difíciles, tanto en el combate como en el sigilo, matándonos, y escuchándonos, con más facilidad.
El control en general sin ser excelente no ofrece mayores complicaciones cuando le coges el truco, quizás nos ha generado algún que otro problema el descender –curiosamente también un problema habitual de la saga principal-, y resolver adecuadamente las situaciones es una especie de puzle, averiguar cómo hacerlo, no tanto una cuestión de habilidad y destreza con el mando. Hay alguna fase de acción frenética, contrarreloj, en la que debemos recorrer el escenario lo más rápido posible, que aportan variedad, pero representan porcentaje pequeño en el cómputo global del juego.
El resto de la aventura es cruzar los escenarios de una punta a otra, con un desarrollo excesivamente lineal para lo que demanda el género, cumpliendo por el camino algún que otro objetivo, incluso en forma de misiones secundarias y coleccionables. La gracia es que los niveles están divididos en pequeñas secciones, en las que se evalúa nuestro estilo de juego, divididos en tres categorías –Oculto, Asesino y Matón-, que a su vez se subdividen en tres puntuaciones –Oro, Plata y Bronce-.
Para conseguir el mayor número de puntos posibles tenemos que evitar que nos vean y no matar a nadie, salvo a los objetivos imprescindibles, ya que luego con estos puntos al final de los niveles nos premian con mejoras de salud, llevar más objetos en el inventario, etcétera. Según avanzamos en el juego no solo conseguimos nuevas habilidades, como el asesinato con deslizamiento, muy chulo, también nuevas herramientas, como el dardo de cuerda con el que podemos colgarnos de los techos, los cuchillos arrojadizos, o los buscapiés, que dejan aturdidos a los enemigos.
En general estamos ante una aventura tirando a fácil, aunque en las fases finales, con muchos enemigos y de diferentes clases, la cosa se complica, y nos tenemos que emplear a fondo para que no nos vean. Correr no suele ser una opción cuando hemos metido la pata, y si lo comparamos con las entregas principales de la serie, hay momentos puntuales de dificultad relativamente elevados, como si fueran conscientes de que este tipo de juegos en 2D van dirigidos a un público más exigente.
El juego se puede superar en unas cuatro horas aproximadamente, pero luego los niveles esconden diversos alicientes para ser rejugados, en forma de coleccionables y nuevos modos de dificultad, como Nueva partida Plus difícil, en la que solo cuentas con una barra de salud, y los enemigos reaccionan mucho antes. En relación cantidad/precio no va mal servido, tiene una duración adecuada, e incluso en los tramos finales se nos llegó a hacer un poco repetitivo, por lo que alargarlo hubiera sido contraproducente.
Los gráficos en 2.5D están bastante bien sin ser deslumbrantes, con un bonito diseño artístico, sobre todo en los fondos de los escenarios, no tan acertado en lo que tenemos en primer plano, con elementos que se repiten en exceso y un diseño y animaciones de los personajes y enemigos que no destaca demasiado. Aprovecha muy bien las ventajas que ofrece un motor poligonal en un juego 2D, para jugar con la profundidad de los escenarios, algo que no se queda solo en lo visual, sino que es importante en la jugabilidad a la hora de mover y escondernos. Circunstancia que genera algún que otro momento de confusión, pero que en general está bien resuelto.
En el apartado sonoro nos ha sorprendido negativamente encontrarnos con un Assassin’s Creed que no está doblado al castellano, solo tiene voces en inglés -con subtítulos en español-, y una banda sonora poco inspirada, que si bien no es mala, por momentos nos ha resultado soporífera, y no ayuda demasiado a mantenerte en tensión.
Un buen juego de sigilo en 2D
Si eres un fan de la saga Assassin’s Creed que no se quiere perder ninguna de sus entregas, debes saber que estamos ante un juego correcto, que no imprescindible, ya que ni en lo argumental ni en lo jugable aporta demasiado, y le falta un poco de garra, un poco de alma, para enganchar de verdad y tenerte pegado al mando. Pese a esto no tiene grandes defectos y pertenece a un género muy poco explotado, el de las aventuras de sigilo en 2D, por lo que si te atrae lo que propone, seguro que te va a gustar. Quizá siempre esperamos un poquito más de un producto que lleve el nombre de Assassin’s Creed, y si se hubiera llamado de otra manera, aunque no hubiera recibido tanta atención, seguramente sería mirado con otros ojos.