Análisis de Starhawk (PS3)
Son muchas las alternativas en el terreno multijugador disponibles en PlayStation 3. ¿Por qué fijarse en Starhawk? Quizás porque es un sucesor espiritual de uno de los juegos más recordados para combates en PlayStation Network de la consola, porque tiene unas cuantas novedades en un género en el que creíamos haberlo visto todo, porque ya no es simplemente un juego orientado a las guerras online, o simplemente porque es un título cuidado hasta el más mínimo detalle en el aspecto jugable que tendrá una vida muy longeva, posiblemente tanto como su predecesor, Warhawk.
En nuestras impresiones hasta ahora nos habíamos centrado exclusivamente en el multijugador, que sigue siendo la razón de ser de Starhawk, de eso no cabe duda. Ahora con el producto final podemos ver todas sus posibilidades, incluyendo una campaña con historia, algo que estuvo planeado en Warhawk pero que se cayó por problemas de agenda de Incognito Entertainment. El estudio, ahora refundado en LightBox Interactive, ha apuntado más alto en todos los sentidos con un lanzamiento completo que además no se limita únicamente a trasladar la diversión de Warhawk a una nueva localización. Cambios y novedades que pueden tener sus detractores, pero que añaden un nuevo ritmo a las partidas y que justifican que se trate de otro juego completamente nuevo y uno una mera expansión del lanzamiento visto en 2007.
Starhawk nos presenta la vieja historia de la fiebre del oro en el Salvaje Oeste, cambiando América por colonias espaciales y el material dorado por una nueva energía verde. Si el oro volvía locos a muchos buscadores, esta energía tiene propiedades para mutar a los mineros en una raza llamada Outcasts, que podríamos definir como zombis espaciales obsesionados con proteger esta energía, llamados cariñosamente "costrosos". Mediante secuencias tipo cómic, bastante animadas para lo que suele verse cuando se utiliza este recurso, descubrimos que uno de estos mineros, Emmett Graves y su hermano, son dos de estos excavadores que son sorprendidos en una ocasión por los Outcast, con un fatal desenlace que termina por contaminar parcialmente a los hermanos. Emmett salvará su vida gracias a Cutter, que modificará el malherido cuerpo del héroe de la historia, manteniendo una gran fractura verde que deja una señal en su cuerpo, quedando "mestizo".
A partir de este momento, Emmet se convertirá en un pistolero a sueldo. El Espacio exterior es como el Oeste, no únicamente por las muchas similitudes de algunos escenarios, también por la inseguridad: en cualquier momento un grupo de Outcast intentará asaltar un pozo de extracción o una estación flotante como si se tratase de una diligencia. Por eso gente como nuestro protagonista ha conseguido encontrar un nuevo trabajo, acabar con estos maleantes y de paso descubrir nuevos detalles de su pasado y lo que sucedió el día del fatídico accidente en el que su vida y la de alguien muy cercano cambiaron para siempre.
La primera sensación que tuvimos al enterarnos de la inclusión de una campaña en Starhawk es que se trataría del multijugador con bots corriente y moliente. Por suerte, no es exactamente así, aunque sí peca de ser algo corto. De hecho, la jugabilidad es más variada que lo visto en juegos de acción de tercera persona, las posibilidades son muchas más, haciendo que en un mismo mapa realicemos tareas variadas que no se limitan a un simple "acaba con todos los enemigos". Es verdad que ese suele ser el objetivo último, pero las situaciones no caen en la repetición. Podemos poner muchos ejemplos, como una sección de perseguir mechas enemigos volando, para luego ir a terreno firme, bajar a pie y aguantar varias oleadas, entrar en pasillos más cerrados –aquí sería más similar a cualquier shooter habitual-, proteger una construcción y salir de la zona con otro viaje aéreo. Está encubriendo tareas que como miembros de un equipo realizaremos en el multijugador, pero de una manera bien disimulada; en pocos minutos habrás controlado motos, mechas "transformers", participado en tiroteos, colocado torretas y otras edificaciones. Y los mapas son amplios y abiertos, permiten ser creativo, al igual que sucede en las partidas online puedes acabar una misión de muchas maneras, ofensivas o defensivas.
Durante la campaña descubrimos una de las grandes novedades estratégicas de Starhawk, la construcción. Construir no sale gratis, es necesario acumular energía obtenida de derrotar a los enemigos o de unos barriles dispersos por el escenario –que se regeneran al poco tiempo-. En la historia se van abriendo las posibilidades poco a poco, de manera que al principio nos enseñan la utilidad de los muros y las torretas, pero más adelante vamos desbloqueando otras construcciones, como las que fabrican vehículos. Una de las más básicas son las torretas automáticas, que disparan a todo enemigo que se acerca a ellas; son débiles, pero baratas de construir. Las misiones de la campaña están pensadas para que desarrollemos nuestra creatividad, así por ejemplo en varias ocasiones, ante un inminente ataque u oleada de enemigos, se nos muestran las diversas rutas por las que entrarán los costrosos junto con un cronómetro, que nos da aproximadamente un minuto para pensar nuestro plan, colocar barreras que contengan el avance y plagar el lugar de trampas y defensas. Como sucede en el multijugador, cada usuario se adapta en Starhawk a lo que mejor se le da, y puedes tanto ir en plan suicida –si consideras que eres lo suficientemente bueno matando con un simple rifle- como de la manera más inteligente –pon una docena de torretas y espera sentado a ver si sobrevive alguien-.
La edificación es una de las estrellas del juego que da personalidad al título de LightBox. No es necesario desvivirse por acumular energía y construir minibases, pero saber gestionar los recursos marca las diferencias entre un buen jugador y otro completo. Además, no existe esa diferenciación de habilidades entre las clases como sucede en otros juegos de acción en los que el ingeniero puede crear torretas pero no llevar armas pesadas. Por cierto, en este juego las armas de fuego son importantes, pero menos decisivas de lo habitual; eso no quiere decir que no agradezcas tener a mano un lanzacohetes con misiles guiados, bastante útil si quieres derribar un mecha aéreo, o un rifle con mira telescópica, pero las distancias del escenario son lo suficientemente grandes como para que cuente más la puntería o el fuego continuado que el arma, sea cual sea tu equipación.
En Starhawk no sólo hay que pensar en horizontal, hay mapas con muchas alturas, y merece la pena recordar que cualquier rincón que veas seguramente es accesible de manera aérea, hasta el más insospechado. Aunque en la historia de vez en cuando se utilizan las coberturas –el simple gesto de agacharse detrás de un obstáculo-, en el multijugador esto no es tan común, e incluso hay áreas donde estás completamente expuesto a cualquier ataque y la única manera sensata de pasar por la zona es con un vehículo rápido y protegido, como un jeep, una mochila voladora o el transformer, la estrella del juego. Este robot mecánico es lento en tierra y peca de ser frágil, aunque su cañón gatling hace picadillo a cualquier enemigo en cuestión de segundos, y su munición es infinita –pero se recalienta con el uso y necesita enfriarse-. Pero donde se encuentra como pájaro en el aire es volando, y para ello basta con pulsar un botón; en un segundo ya estamos surcando el cielo, repletos de armas aire-aire y aire-tierra. Contamos con misiles guiados, el cañón y minas aéreas que se convierten en una trampa mortal para otros incautos pilotos. No obstante seremos objetivo fácil desde tierra con lanzacohetes y otras armas pesadas, por lo que realizar piruetas para zafarse de minas o esquivar misiles -la interfaz nos avisará de un inminente contacto- convertirá el vuelo en un ballet sólo apto para los más diestros en el control, el cual puede configurarse de varias maneras.
La campaña es divertida, pero su propósito es el de preparar al jugador ante el reto de verdad. Es en el multijugador donde realmente explotamos las posibilidades del combate y la escala de la batalla se vuelve una guerra. Mientras en el argumento todo está preparado para que realices tareas de manera secuencial –algo lógico, para enseñarte cómo funciona cada característica-, en la red todo sucede simultáneamente, con varios frentes abiertos y tareas para todos los jugadores. El mérito de Starhawk es el de hacer a cada miembro del equipo indispensable. ¿No eres bueno en los tiroteos? Muy bien, dedícate a conseguir energía y construye vehículos para ellos. O protege zonas con muros y torretas para que ningún enemigo la cruce. O consigue un mecha y vuela tras las líneas enemigas para atacar por sorpresa. Starhawk es muy profundo, permite disfrutar de él de muchas maneras, incluso puedes especializarte en estrategias en las que no necesites entrar nunca en combate directo.
En alguna ocasión, Lightbox Entertainment comparó Starhawk más con un RTS –estrategia en tiempo real- que a un juego de acción. Y es cierto, por extraño que suene; en el fondo tiene más parentesco con juegos como Fat Princess que con la mayoría de opciones de multijugador que encontramos en títulos con cámara en primera o tercera persona donde gana el gatillo más rápido. Incluso con unos modos tradicionales que no necesitan mucha explicación como captura de la bandera, zonas, duelo y duelo por equipos, todo gira en la gestión de recursos y estrategia, tanto para ir hacia el lugar deseado como para preparar la huida sin morir en el intento. Los mapas, diez –dos por cada una de las cinco ambientaciones- son bastante amplios, lo suficiente como para que muchas veces llegar a pie a la base enemiga sea una tarea complicada, y ahí es donde entran en juego los múltiples vehículos. Hasta las armas escasean, y salvo las que robes de enemigos caídos y alguna esparcida por ahí, el resto tendrás que conseguirlas en edificaciones de armamento, como las torres de francotirador.
Como era de esperar, el multijugador viene arropado por opciones diversas, como creación de clan, torneos, hay un calendario integrado, modo de práctica, zonas de encuentro para cada facción, configuración amplia de las partidas, de la estética de nuestros personajes, vehículos y de las habilidades o mejoras que vamos desbloqueando según subimos de nivel. Hay además un divertido modo cooperativo tipo horda para cuatro jugadores haciendo frente a oleadas aleatorias de costrosos; la jugabilidad se diferencia a otros títulos con este modo por la personalidad de este juego con las opciones de construcción de defensas y trampas, y que cada partida es completamente nueva.
Aunque Starhawk no destacaría gráficamente comparado con los grandes exponentes de la consola, no es menos cierto que se basa en un modo multijugador –también la campaña-, con escenarios inmensos y 32 jugadores que siempre están cambiando el diseño básico con sus estructuras. En cualquier momento puedes remontar el vuelo y contemplar toda la batalla de un vistazo, e ir hasta ese asteroide lejano que parecía simple decorado para esconderte en su cara oculta y utilizar un rifle francotirador. Además utiliza ese efecto tan de moda como son los rayos solares, hay constantes explosiones y destrucción de construcciones de usuarios, y es un juego que incluye opción a pantalla partida –para dos jugadores, cada uno con su cuenta de PSN-. El coste de todo esto es que el motor puede resentirse en los momentos de más estrés, como cuando vas a bordo de un caza contemplando el mapa en pantalla. El desenfoque de movimiento y que realmente la fluidez nunca baja demasiado hace que los amagos de ralentización no pasen de la anécdota.
Algo más personal es el estilo artístico escogido. Similar a la sensación que tuvimos con Twisted Metal, es un juego muy del gusto americano, aunque en este caso encontramos que entre tanto desierto rocoso y minas de extracción en planetas perdidos hay un esfuerzo por hacer bonito el lugar, ya sea porque luchamos en una estación orbital cerca de los anillos de un gran planeta o en una isla industrializada rodeada por un mar amarillo bajo un amenazador y tormentoso cielo rojizo. Nuestras edificaciones y el diseño de los vehículos quizás no esté muy inspirado –salvo el de los transformers-, pero son prácticos.
Buena música, con un par de temas claramente inspirados en las películas Western. La mayoría sin embargo es más orquestal y épica, resulta curioso cómo en un juego futurista se han evitado los sonidos electrónicos, la ambientación tira más a la ciencia ficción de los años 80. El doblaje al castellano es excelente, como en las habituales producciones de Sony, y los sonidos de tiroteos y explosiones son muy potentes –el turbo del caza en el aire es atronador-.
Conclusiones
Warhawk ofreció en su tiempo el multijugador favorito de PlayStation 3. Starhawk, si bien no es exactamente una secuela –para nosotros, una buena noticia que innove en ciertos aspectos-, tiene muchas papeletas para repetir el éxito y atraer tanto a jugadores de aquel título como a otros muchos nuevos. Como juego para un jugador no sería demasiado recomendable, el modo historia dura algo más de cinco horas y no permite ver toda la diversión en su conjunto, pero siempre ha quedado claro que este no era el foco de atención de Lightbox.
La nueva dirección, entre la que destaca la construcción al momento de elementos en el escenario, añade un toque estratégico que a pesar de parecer mínimo, da un nuevo aire al género y lo hace aún más profundo. De aquí puede derivar el típico problema de estos juegos tan complejos y con tantas capas de jugabilidad: si buscas partidas rápidas, es una lotería caer en un equipo bien organizado o no, y la experiencia cambia mucho. Para los clanes y jugadores con un equipo estable, Starhawk será una de las mejores compras del catálogo de la consola.