Análisis de Hunted: The Demon's Forge (PS3, Xbox 360, PC)

Ya habíamos tenido antes de este análisis diversos contactos con Hunted: The Demon's Forge, y las impresiones que nos llevamos en esas ocasiones al final han sido más o menos acertadas. Una aventura de acción en tercera persona, de desarrollo lineal, con algún que otro acertijo o pequeños puzles, y que centra todo su potencial y gracia en la experiencia cooperativa junto a un amigo, ya sea de manera local a pantalla partida o por internet. Es de esta manera cuando el juego resulta más divertido, ya que la mecánica jugable invita a colaborar, debido a que cada uno de los héroes que controlamos tiene distintos puntos fuertes y débiles.

El guerrero Caddoc y la cazadora elfa E´lara, dos amigos mercenarios –nada más-, que unen fuerzas para realizar misiones y conseguir fortuna y que en esta ocasión se verán envueltos en un conflicto de grandes dimensiones. Terroríficas criaturas están emergiendo de debajo de la tierra, los habitantes están desapareciendo y nuestra pareja protagonista deberá e encontrar el lugar a donde han sido llevados los inocentes y detener esta locura. Su viaje les llevará por ciudades destrozadas, extensas mazmorras y ruinas antiguas, llevándoles a las profundidades del mundo de Kala Moor.

E´lara es una arquera, aunque también cuenta con una espada, débil en las distancias cortas pero letal desde lejos gracias a su arco. Caddoc es un corpulento guerrero que puede portar todo tipo de espadas, garrotes y hachas, de gran fortaleza física, tanto a la hora de recibir como de realizar ataques. La jugabilidad se basa en la cooperación y usar los puntos fuertes de cada personaje, con él batiéndose a espadazos con los enemigos y ella tirando flechas desde lejos. Si no contamos con alguien con quien jugar –nosotros hemos realizado todo el análisis jugando de manera cooperativa por internet-, al otro personaje lo manejará la inteligencia artificial, que la verdad, no da problemas y se comporta en todo momento más o menos como debe.

La cooperación no solo está en el combate, sino que hay pequeños puzles en los que tendremos que usar las habilidades concretas de cada uno de ellos, o la importancia de curarnos, ya que cuando uno de los dos se queda sin vida el otro deberá rápidamente lanzarle una poción para que se recupere, ya que en caso de morir Caddoc o E´lara se acaba la partida. Aunque cuando comenzamos a jugar con un compañero elegimos de inicio ser ella o él, a lo largo de la aventura encontramos unos puntos en los que podemos cambiar de personaje, pero es curioso que una vez te acostumbras y familiarizas con uno de los dos roles, no te apetece cambiar.

No hay inventario, podemos llevar un arma y un escudo –más adelante se nos permite un arma secundaria-, y cuando nos encontramos nuevo armamento por los escenarios vemos las características de lo que llevamos equipado –ataque, rapidez- y de lo que vamos a coger, para poder elegir en consecuencia. Podemos usar magias, él en forma de hechizos como rayos y ella otorgándoles poderes especiales a sus flechas, como congelación, explosión o romper las defensas. Este último proporciona uno de los mayores ejemplos de la cooperación en el combate, ya que hay ciertos enemigos que portan escudos, y si no los rompemos antes con estas flechas mágicas de E´lara, Caddoc lo tendrá muy difícil para hacerles daño.

La aventura se desarrolla de manera lineal, aunque con alguna bifurcación de vez en cuando para explorar y encontrar secretos, y con escenas de vídeo que nos van contando la historia. Los puzles, aunque muy primitivos –recoger varios objetos o romper un elemento con un flecha-, se agradecen y aportan algo de frescura al desarrollo, en el que prima la acción constante y casi sin descanso, y a pesar de su estética, no contiene ningún elemento de juego de rol.

Los enemigos son abundantes y poco variados, y cumplen con todos los arquetipos de la fantasía medieval, pareciéndose en muchos casos, para que os hagáis una idea, a los orcos de la trilogía de películas de El Señor de los Anillos, con la que el juego no solo guarda este parecido, sino que ciertas estampas y escenarios nos recordaron en varias ocasiones –demasiado- a las obras dirigidas por Peter Jackson. Arañas, demonios, minotauros, incluso dragones, ningún monstruo demasiado original, y que según avanzamos cada vez van siendo más difíciles, lógicamente, pero llegando a ocasiones en las que la dificultad está mal medida, produciéndose picos demasiado altos en vez de tener una curva razonable.

Además repiten una fórmula que es, derrotas un jefe de final de capítulo, lo que te costó un gran esfuerzo, y en los siguientes niveles se vuelve un enemigo común, así en varias ocasiones, lo que acaba resultando pesado y poco inspirado. De hecho ya pasado el ecuador del juego se dan situaciones en las que se producen avalanchas de enemigos, de dificultad creciente, que llegan a ser aburridas y un podo desesperantes, y para añadirle más leña al fuego, los puntos de control no están bien colocados. No por lejanía –que también a veces-, sino por situarse en lugares incómodos, por ejemplo antes de uno de los portales en el que mejoras tus habilidades, y cada vez que te matan tienes que volver a adquirirlas, un fallo de diseño entre otros muchos.

Pasa también cuando juegas en cooperativo por internet, los capítulos se han divido en secciones, para que elijas por cual empezar cuando lo hagas con otra persona. Es una buena idea, pero estas secciones son demasiado grandes, y en caso de una pérdida de conexión, o querer continuar la aventura que dejaste ayer con un amigo, te tocará en ocasiones volver a repetir partes ya jugadas, ya que no llegaste a la siguiente sección, teniendo que comenzar la anterior desde el principio. Es un juego que realmente no tiene grandes defectos, pero sí un cúmulo de pequeños fallos de diseño y errores que estropean el resultado final.

El control más o menos funciona, no es muy fluido y sí un poco tosco, y a veces no responde exactamente como queremos, pero tampoco ofrece grandes dificultades ni estropea demasiado la jugabilidad. Hay un sistema de coberturas, idéntico al de otros juegos de acción en tercera persona como Gears of War, solo que aquí funciona bastante peor, y es uno de esos pequeños defectos que mencionábamos que acaban estropeando la experiencia global. Además el sistema de combate, en el caso de las espadas, es demasiado básico, con dos tipos de ataque y unos combos anecdóticos, sin ningún tipo de profundidad, dejando la complejidad en saber combinar la espada con la magia. Si están mejor hecho los disparos de E´lara, ya que dependiendo del arco que tengamos en ese momento, más rápido o lento, la experiencia de apuntar y disparar es distinta y se nota, además de contar incluso con headshots o disparos a la cabeza.

La duración, para lo que acostumbra el género últimamente, es apropiada, unas 12 horas podemos tardar en superarlo, aunque en algunos momentos dé la sensación de estar alargado innecesariamente y con picos de dificultad un tanto absurdos. Para darle más vida al asunto, se ha incluido un creador de mapas llamado Crucible. En este, según conseguimos oro en la aventura, vamos desbloqueando nuevos elementos. Elegimos la temática del escenario, el número y tipo de enemigos que van a llegar en cada oleada, el equipamiento y dones que van a tener los personajes y ciertas características especiales como que haya un tiempo límite. Podemos crear mapas aleatorios, jugar con otros hechos por los creadores del juego, o descargar alguno de los publicados por otros jugadores. Es curioso y un buen añadido, pero suena mejor que luego lo que te diviertes realmente trasteando con esto.

Los gráficos son discretos y lo que mejor luce de ellos son los escenarios, por su diseño y variedad, más que por los aspectos puramente técnicos. Usa el Unreal Engine 3 y hemos visto mejores usos de él, además aunque entendemos que una mazmorra es un lugar oscuro, a veces se les ha ido la mano, y hay ciertos pasajes en los que no vemos casi nada. Vale para un rato, pero se prolongan demasiado estas situaciones y tendremos que jugar sin ningún reflejo en la pantalla para poder ver algo, casi dejando nuestra habitación a oscuras. Las animaciones son flojas y los modelados, tanto de los enemigos como de los protagonistas, no pasarán a la historia. Sobre la posibilidad de jugar a pantalla partida, unas enormes bandas laterales reducen la visión, y además, pega un bajón gráfico a todos los niveles muy considerable, pero se agradece ya que otros muchos títulos se han olvidado de esta posibilidad.

La música cumple sin alardes y el doblaje al castellano es correcto, las voces de los dos protagonistas suenan familiares y convincentes, van conversando y soltándose pullas con más o menos gracia, no por la calidad del doblaje, sino por la del guión, muy justita. Algo que a nosotros nos acabó haciendo gracia, aunque a otros puede desesperarles, es la manía de Caddoc de llamarle "niña" a E´lara, repetidas y numerosas veces en toda la aventura, y que cuanto menos es peculiar.

Buen espíritu cooperativo en un juego que no acaba de cuajar del todo

Una buena idea y una experiencia de acción cooperativa bien conseguida, en la que sientes que realmente colaboras y necesitas a tu compañero, aunque luego en el resto de aspectos no está tan inspirado, con pequeños pero abundantes y variados defectos. Un control un poco tosco, un sistema de coberturas que no funciona, puntos de control mal situados, aumentos de la dificultad mal medidos y en definitiva, un juego que tiene mejores intenciones que luego lo bien diseñado que está, con un cúmulo de fallos e incluso pequeños bugs. Pasamos de momentos en los que nos lo pasamos en grande con un amigo, salvándole la vida in extremis o acabando con un jefe por los pelos, a otros en los que nos desesperamos o aburrimos, generando sentimientos encontrados. Para quien le guste la estética, quiera acción sin complejos y sobre todo, una buena experiencia cooperativa, es una opción a tener en cuenta. Pero jugando solos se convierte en un título vulgar, y se desinfla bastante, habiendo muchos y mejores juegos de acción en tercera persona, sobre todo a estas alturas de la generación.