Análisis de Braid PSN (PS3, PC)

Tim vuelve a buscar a su princesa, esta vez en PlayStation Network

Hace algo más de un año Braid fue lanzado en los sistemas de distribución digital de Xbox Live y PC, convirtiéndose instantáneamente en uno de los mejores juegos de descarga disponibles para esos sistemas, y por qué no, un clásico instantáneo. Braid cumple a la perfección lo que se espera de este tipo de títulos, diversión pura y dura enfrascada sin grandes alardes pero mucha transgresión. Y rompe con muchos de los tópicos de la mal llamada "nueva generación" al presentarse como un juego completamente 2D, casi minimalista -no en los gráficos- pero si en jugabilidad y ambientación. Braid va a lo directo desde el principio, la pantalla de inicio sirve para saltar a uno de los mundos del juego y empezar a descubrir las bondades del título.

Pero empecemos desde el principio. Tim es un joven que busca a la princesa secuestrada por un monstruo debido a un error cometido en el pasado, a través de varios curiosos niveles con la habilidad de retroceder en el tiempo. Pero en Braid, los errores pueden ser solucionados. Los mundos poseen algunas normas peculiares que debemos aprender a controlar en nuestro beneficio, referentes a la dimensión del tiempo. Y con esta breve introducción, tanto de la ayuda del juego como de la historia, contada por medio de escasos párrafos en cada capítulo, que hacen referencia a la melancólica vida de Tim, el jugador no necesita saber más. Y tampoco lo necesita.

Como conversión de las versiones de otros sistemas, el único cambio lo encontramos en la modificación de los iconos de botones incrustados en el propio escenario que guían ligeramente al jugador para que aprenda qué hacer al inicio de la fase. Por lo demás, Braid sigue deslumbrando gracias a todas las virtudes que hacen de este juego esa joya "indie" de Jonathon Blow uno de los mejores títulos disponibles actualmente en la descarga de PlayStation Network, Xbox Live o PC. La intrusión de la interfaz es nula, y la intuición del jugador será la herramienta básica para superar la aventura.

La definición de Braid sería 30% plataformas y 70% puzle. Pese a que la primera impresión que ofrecen las pantallas al desconocedor del juego son las de un bonito juego de plataformas repleto de trampas, peligros en forma de fuego y algunos aparentemente inofensivos enemigos, Braid no juega principalmente con nuestra habilidad para calcular saltos o esquivar enemigos. Los controles son básicos, tan básicos como los de cualquier clásico de las plataformas de 16 bits: saltos sobre enemigos para derrotarlos, y el uso del botón cuadrado para rebobinar en el tiempo. En algún momento necesitaremos hacer uso también de una pequeña burbuja de tiempo lento, pero en esencia, Braid es un juego lento, pausado, que deja al jugador pensar con toda tranquilidad en cada nuevo reto, y fácilmente podemos consumir media hora ante una pantalla probando ideas hasta dar con la solución.

El peligro de morir tocado, pinchado o quemado no es tal: siempre se puede retroceder a segundos antes (o bastante más) del accidente y repetir la acción. Pasar de un capítulo a otro tampoco es complicado, la mayoría de ocasiones requiere ir de un lado a otro del mapa sin más problemas que algún predecible enemigo. Entonces, ¿cuál es el objetivo del juego? Cada mundo tiene diversas fases conectadas con piezas de un puzle dispersas por el diseño de niveles. No son complicadas de encontrar, de hecho, todas se ven a simple vista, pero la mayoría nos obligarán a esforzarnos por ver el camino o la habilidad a usar hasta llegar a ese objeto. Constantemente deberemos pensar con el factor tiempo como la clave para lograr lo que en el mundo real sería imposible.

Si conseguimos reunir todas las piezas de un capítulo o mundo, llega un momento en el que debemos completar el puzle con las piezas para poder alcanzar el ático de la casa de Tim en el que enfrentarnos al jefe final. Pero esto es más que probable que no lo consigamos en nuestra primera partida. Es por eso que el valor de Braid se encuentra en el factor rejugable -hablamos hasta que ha sido completado del todo-, pues una vez superado un nivel -bien o mal- siempre podemos volver a él y conseguir las piezas que nos hemos dejado en el camino. La duración de principio a fin sin tener en cuenta estas piezas es más bien escasa, en 30 minutos podemos viajar por todo el juego, pero claro, se nos preguntará si realmente existe la princesa y el juego no podrá ser dado por finalizado.

Hemos hecho referencia a las particularidades de cada mundo, y es que Tim deberá pasar por toda una serie de lugares con unas curiosas normas. Así por ejemplo, tenemos niveles en los que los enemigos avanzan o retroceden en el tiempo según nuestro movimiento -además, seguimos contando con la habilidad de rebobinado-, o el uso de un anillo que ralentiza todo aquello que se acerca a él. Una de las habilidades más curiosas de cierto capítulo es la de crear un doble nuestro, una sombra que "programamos" con unos movimientos para desdoblar nuestro personaje. Pongamos por ejemplo una palanca que abre una puerta, que se cierra a los pocos segundos. En el mundo real, la distancia entre la palanca y la puerta haría imposible pasar antes de tiempo, pero, podemos activar la palanca, rebobinar unos segundos, y ver a ese Tim activar -y con éxito- la palanca, mientras nosotros, en la otra esquina del mapa, pasamos por la puerta.

No nos engañemos, Braid es un juego corto -se puede terminar en pocas horas- pero que basa su duración en la dificultad de los puzles. Unas soluciones son más evidentes que otras, pero todos los puzles tienen una solución reconfortante que es siempre preferible descubrir sin ayuda alguna. Y, aunque el juego no necesita ninguna habilidad especial de los juegos de plataformas, en algunos momentos encontraremos al temido jefe final, que para no cambiar la tónica, necesitará una pequeña dosis de ingenio para ser derrotado. Con un planteamiento similar a juegos clásicos, debemos golpear al monstruo lanzando lámparas del techo cuando pase por debajo de nosotros; el problema es que sólo hay dos en la sala, y él necesita más impactos. Aquí entrará en juego, cómo no, nuestra habilidad de retroceder en el tiempo.

Braid es un juego absolutamente brillante en el plano artístico. Es un juego 2D que fácilmente podría ser convertido a cualquier sistema actual, desde portátiles a móviles, sin perder un ápice de su atractivo. No por ello es un juego que haya que menospreciar, pues visualmente cuenta con unos gráficos tipo acuarela, unas buenas animaciones y algún que otro efecto curioso, que junto con la alta definición nos hace sentir realmente jugar a un dibujo animado. Es, por mencionar un juego de Nintendo, a la que hace referencia el juego en varias ocasiones, una versión actualizada del estilo visto en Yoshi´s Island. Cada nivel es dibujado de forma independiente, sin las clásicas porciones de piezas repetidas como textura u objetos de escenario una y otra vez. Toda una demostración de no sólo cómo hacer un juego sin grandes recursos técnicos, también es una lección de arte y personalidad para la mayor parte de lanzamientos que inundan la generación, muchos de ellos clones de clones.

La banda sonora completa la sensación triste del héroe, con sonidos lejos de la alegría propia de los plataformas más desenfadados. Los efectos de sonido, dada la escasa interactividad con objetos del escenario pasan bastante desapercibidos, pero todo ello ha sido deliberado. Mencionar el efecto de rebobinado del tiempo, que hace retroceder a diferentes velocidades todo lo oído en los últimos segundos.

Braid no es perfecto, y su mayor problema es la duración. Aunque dar con la solución a alguno de los retos nos mantendrá ocupados durante un buen tiempo, una vez completado el único incentivo real es realizar una partida contrareloj o speed run. Maquilla algo la vida del título, pero es, sin duda alguna el único punto negativo que se le puede achacar al juego.

Conclusiones

A veces acusado de sobrevalorado, Braid demuestra que para él no pasa el tiempo. Sigue siendo tan encarecidamente recomendable para los usuarios de PlayStation 3 como lo fue en su momento en los otros sistemas, y no ha perdido ni un ápice de su frescura y originalidad, si acaso, es más patente con la perspectiva actual del catálogo que se necesita de estas pequeñas producciones para reivindicar el valor de la distribución digital.

Aunque completar esta fantasía desbordante de originalidad no llevará demasiado tiempo, Braid nos asegura horas de diversión -y casi obsesión- de una experiencia inolvidable hasta que enmendamos los errores del pasado. Sin duda, recomendable para cualquier jugador que busque algo diferente y, por supuesto, sobresaliente.