Análisis de Battlefield 1943 PSN (PS3, Xbox 360)
Las descargas digitales en consola están creciendo a paso de gigante, desde los juegos de poco tamaño hasta los títulos de mayor envergadura. Los títulos pequeños siguen teniendo un encanto especial, y ahí tenemos una enorme lista de joyas (y promesas por venir) en Xbox Live Arcade, PlayStation Network, WiiWare y DSiWare. Pero en Xbox 360 y PlayStation 3, con sus discos duros y mayor capacidad de almacenamiento, hemos visto también cómo han aparecido esos juegos de mayor envergadura que decíamos antes, como pueden ser Portal Still Alive, Warhawk, o la distribución completa de juegos comercializados físicamente.
Ahora nos llega Battlefield 1943, un juego de acción en primera persona orientado al multijugador, con 24 participantes simultáneos, y un aspecto técnico que está casi al mismo nivel que un juego de disco. Como su propio nombre indica, nos lleva de vuelta a la línea inaugurada con el primer juego de la serie, Battlefield 1942, con algunos cambios. No es un remake, no es una continuación, sino algo diferente, un poco de ambas, y destaca por su jugabilidad rediseñada, mucho más equilibrada y accesible (aunque esto último quizás no sea del agrado de los seguidores acérrimos de la saga).
En esta ocasión tenemos tres escenarios diferentes (un cuarto, titulado Coral Sea, se desbloqueará cuando las partidas de todos los jugadores del mundo sumen 43 millones de muertes; podéis ver los cuatro escenarios en los vídeos que acompañan a estas líneas) y un único modo de juego en el que los dos bandos (americanos y japoneses) se enfrentan en el frente del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial. En este modo de juego hay que conquistar los cinco puntos estratégicos del enemigo.
Como vemos, las opciones no son en realidad comparables a los completos modos de juego en línea de otros títulos de distribución física, pero debemos tener en cuenta que eso implicaría una descarga de mucho más tamaño y, también, un precio más elevado. El objetivo era meternos rápidamente en acción, y aunque la descarga es grande –que no enorme-, se consigue sin mayores inconvenientes.
Las opciones de creación de partida son las esperables, y todas accesibles desde la pantalla principal del título, por lo que no hay que andar trasteando por menús ni nada: simple y directo, volvemos a encontrarnos con un mecanismo que nos pone en acción casi al instante. Podemos crear una partida privada, unirnos a una partida rápida, o bien a una partida con nuestros amigos. Asimismo, es posible crear un equipo de cuatro jugadores (un escuadrón) que formarán una unidad y compartirán su propio canal para el chat de voz durante la partida, al tiempo que se nos indica su posición de manera muy clara en el mapa que hay en pantalla, y a través de la interfaz durante la acción. Además, cuando caigan en combate, pueden regenerarse junto a un compañero.
Del mismo modo, para los personajes también tenemos pocas opciones (menos que en el original, de hecho), pues hay tres clases: infantería, fusilero y explorador, cada uno de ellos con diferentes comportamientos de las armas, pues éstas se dividen en las de corto, medio y largo alcance. Los resultados de un miembro de infantería con una pistola serán muy superiores a los que se obtendrán con un rifle de francotirador, por ejemplo. Si la clase no nos convence, o no nos conviene, cuando nos maten podremos cambiar de clase al regenerarnos.
En un elemento muy arcade, la munición es infinita, pero hay que tener en cuenta que los cargadores sí son limitados. Es decir, no hay que buscar munición, no nos quedamos sin balas, pero sí hay que recargar. Del mismo modo, podemos cambiar de armas fácilmente al eliminar a un enemigo, pues al caer en combate podemos recogerlas. Si somos nosotros las víctimas, podremos reaparecer en cualquier bandera amiga (por lo que es importante ir conquistando más puntos de control) o, si hemos formado un escuadrón, junto a los colegas. Debemos destacar igualmente que los niveles están muy bien planteados, y se muestran equilibrados para los diferentes tipos de jugador, por lo que suele ser aconsejable que nuestro bando no esté especialmente desequilibrado en cuanto a preferencias de clase en los jugadores.
A eso hay que añadir los vehículos, que siguen siendo parte fundamental en esta entrega. A lo largo de los escenarios es posible encontrar tanques, aviones, jeeps y barcos, por lo que las batallas no son los clásicos enfrentamientos a pie de un juego en primera persona al uso, sino que se expanden a todos los frentes posibles por tierra, mar y aire. Dominar los vehículos tiene una dificultad variable, pues si bien es cierto que los jeeps son muy manejables, la cosa se complica bastante en los aviones (nos estrellaremos un par de veces antes de ser unos buenos émulos de Erich Hartmann), pero ir habituándose a ellos tiene grandes recompensas, pues la experiencia es intensa y los vuelos rasantes sobre los tanques no tienen precio. En realidad todo el sistema de vehículos es una pequeña maravilla, y la auténtica salsa del juego.
El progreso en el juego no sólo está vinculado con nuestra mayor habilidad y dominio con el tiempo, sino por el sistema de rangos. Todas nuestras acciones quedan registradas, evaluándose muertes, asistencias, etc., y eso nos ayuda a subir en los rangos, aunque su función principal es alardear. Bueno, eso y conseguir algunos premios como mejorar nuestro rendimiento con armas concretas, por ejemplo, así que hay que estar atentos a ese tipo de progresión dentro del juego y las recompensas derivadas de ello.
A nivel gráfico, el título luce estupendamente para lo que esperamos hoy de un juego descargable, y muy digno si no lo encasillamos en ese subsegmento del mercado. La poligonización, texturización y efectos adicionales (como proyección de sombras, efectos de luz, explosiones, etc.) son de una grandísima calidad, aunque algunos fallos se hacen evidentes aquí y allá, sobre todo con algo de clipping como elemento más recurrente. Pese a todo son fallos menores, y no llegan a empañar realmente el consistente apartado visual.
Esto se debe a que, pese al contenido tamaño, se ha utilizado el mismo motor que en Bad Company, esto es, el motor Frostbite, lo que nos da un nivel de destrucción de los entornos muy similar, precisamente, al del citado juego. Árboles, paredes y demás elementos se pueden destrozar con un cañonazo del tanque, un uso intensivo de una metralleta... sin embargo, suponemos que por las limitaciones del formato, hay elementos que no responden como se esperaría, y eso es un poco extraño, aunque uno va acostumbrándose poco a poco. Se pierde verosimilitud y consistencia en esos momentos, pero comprobar cómo unos elementos son destrozables y otros, sin saber muy bien por qué, no, te deja algo descolocado al principio.
El apartado sonoro destaca por unos muy consistentes efectos sonoros y una banda sonora buena, pero sin alardes que cumple con sus labores de ambientación. Se nota que el esfuerzo se ha puesto en los disparos, explosiones y motores, y que la música está para poco más que no molestar mientras hablamos por el micro con los compañeros y rivales.
Conclusiones
Los juegos exclusivamente multijugador tienen el eterno problema de tener con quién jugar. Hacerlo con extraños puede dar experiencias muy diferentes: unas estupendas, y otras nefastas; eso es una lotería. Es lo mismo que puede pasar en cualquier juego, claro, pero cuando un título se centra al 100% en esta modalidad es muy importante tener una comunidad de amigos que vaya a apostar también por él. En este caso, Battlefield 1943 es muy recomendable por su precio, jugabilidad y, no lo negaremos, por la instalación. No da pereza buscar el disco para tener que jugar con quien acaba de invitarte a una partida, pues siempre está en el disco duro de nuestra consola.
Habrá quien busque un paquete de contenidos con más enjundia, pero es que en ese caso éste no es el producto que debe buscarse, y en el mercado hay docenas de títulos bélicos llenos de acción en primera persona con una extensa campaña para un jugador y un componente multijugador importante. Battlefield 1943 se centra en un modo muy concreto, y lo logra con una calidad que está fuera de toda duda. Clásico, bien formado, y divertido en cuanto se suman unos amigos es una apuesta segura siempre que vayamos a tener compañeros de guerra.