El nacimiento de un clásico
Corría el año 1986, en plena época dorada de las coin-ops 2D, cuando Tecmo lanzaba al mercado recreativo un título llamado "Argos No Senshi – Legendary Warrior" que fue conocido en occidente como "Rygar – Legendary Warrior". Rygar era un trepidante arcade en el que no se daba un solo segundo de respiro al jugador. Inmerso en un mundo ancestral mezcla de diversas mitologías y dominado por un malvado ser, nuestro guerrero protagonista debía hacer frente con su escudo (que usaba como arma) a toda una legión de criaturas a través de 27 fases –todo un récord para los juegos de ese estilo- de frenético desarrollo horizontal. Con un apartado gráfico impresionante para la época, repleto de colorido (esa inolvidable puesta de Sol de la tercera fase), varios planos de scroll o el enorme número de sprites en pantalla Rygar se convirtió por derecho propio en uno de esos privilegiados títulos que marcan su nombre con letras doradas en este mundillo. No fue un mal año para Tecmo, que también sacó al mercado otros dos clásicos como son Mighty Bomb Jack y el entrañable a la vez que ultra-adictivo Solomon’s Key. Nombrar por último que como todo éxito que se precie tuvo una interminable cantidad de conversiones para los sistemas domésticos de la época: ZX Spectrum, Amstrad CPC, C64 –la más jugable de los microordenadores de 8 bits-, Nes –en una adaptación muy libre del original-, Master System, Atari Lynx –muy buena- y la perfecta conversión que recibió ese "rara avis" nipón llamado Sharp X68000. Curiosamente este juego no tuvo ninguna secuela o continuación.
Que se rescataran algunos clásicos del mundillo como Shinobi, Contra (imaginemos que los de Appaloosa nunca existieron) o esa remota inspiración en la saga Ghouls’n Ghosts llamada Maximo para el universo 128 bits es algo que siempre llama la atención y despierta expectación entre los nostálgicos de pro, más que nada por ver cómo se recrea, observar el nuevo aspecto que tendrán esas continuaciones/remakes de juegos clásicos en las poderosas máquinas actuales y sobre todo, hasta qué punto tendrá algo que ver con el original. Quizás por ser un juego sin continuación alguna y que se quedó anclado en la década de los 80, cuando Tecmo anunció Rygar para PS2 a principios del año pasado muchos fuimos los que nos alegramos con la noticia y la posibilidad de poder volver a jugar con el legendario guerrero mitológico. También, junto a Rygar, Tecmo tuvo la genial idea de resucitar a Ryu Hayabusa en una nueva entrega de Ninja Gaiden, esta vez para los afortunados usuarios de la "Caja X".
Nuevo estilo de juego
Tras 17 años de ausencia, Rygar – The Legendary Adventure (título completo del juego) para PS2 es un juego completamente nuevo. Manteniendo a nuestro guerrero gladiador, su clásica arma "yo-yo" y ese inconfundible trasfondo mitológico, se ha pasado de un esquema arcade 100% en el que había que aniquilar a todo bicho viviente que nos aparecía en pantalla a un action-adventure en toda regla en el cual se puede decir que casi prima más la exploración de vastos parajes, resolución de sencillos puzzles unido a algunas dosis de plataformeo intensivo, que los enfrentamientos cuerpo a cuerpo contra pequeños grupos de enemigos que nos saldrán al paso… eso sí, teniendo sus momentos de épica más arcadiana en los combates contra los descomunales Final Bosses de cada nivel. Todo eso, justamente, es Rygar para Playstation2.
Una princesa, un rapto
Pues sí, básicamente, el argumento más trillado de la historia de los videojuegos –junto al de la invasión alienígena- conforma la historia del juego. Rygar nos traslada hasta una remota época de grandes civilizaciones, luchas y conquistas. El todopoderoso imperio romano extiende sus dominios por todos los confines del mundo conocido, lo cual incluye también una pequeña isla situada en el mar Mediterráneo llamada Argus, hogar de Rygar, un mítico guerrero que ha hecho de la lucha su única forma de vida. Tras la vuelta al reino de Argus de los bravos guerreros, en mitad de una ceremonia de condecoración en honor de los héroes y presidida por la princesa Harmonia, irrumpen en escena unos demoníacos seres llamados Titanes (una especie de dioses del inframundo) que quieren dominar la Tierra e incluso se atrevieron a disputarles el poder a los verdaderos dioses. Estas criaturas, hasta ahora exiliadas en Tartaros (que vendría a ser el infierno) raptan a la bella princesa Harmonia y abren una enorme grieta en la tierra donde cae inconsciente nuestro gladiador pasando a un desconocido universo asolado y medio en ruinas. Lo siguiente que veremos es una misteriosa presencia que nos encomienda la tarea de luchar contra los Titanes y rescatar a la princesa no sin antes entregarnos el mítico escudo-arma diskarmor con el que hacer frente a los enemigos.
De esta manera comienza nuestra gran aventura mitológica a través de ocho enormes mundos que nos llevarán por todo tipo de bellos parajes claramente inspirados en la cultura greco-romana. La historia realmente no acaba ahí, ya que se irá desarrollando y contando a lo largo de todo el juego mediante secuencias, algunas CGs y otras generadas por el propio motor 3D del juego (de altísima calidad) así como en una serie de tablas, manuscritos y pergaminos que iremos obteniendo en las distintas fases y que relatan con gran detalle muchos de los sucesos, mitos y leyendas clave que rodean la historia: El origen de los Titanes, la rebelión de Cronus -el Dios de la oscuridad-, fragmentos del diario del rey Alexander, la profecía de Arcadia…
Comienza la epopeya
Hablando ya del juego en sí, no hay más que echar una breve partida a Rygar para darnos cuenta que, a grandes rasgos, la epopeya del gladiador de Argus sigue los pasos y tendencias marcados por el ya mítico Devil May Cry. Esto no quiere decir que sea un simple clon del título de Capcom o que lo copie descaradamente, pero si de algo sirvió el juego de Mikami (y el paso del tiempo no hará sino confirmarlo aún mas) fue para demostrar que se podían conseguir juegos 3D con el mismo encanto y jugabilidad que los clásicos arcades 2D de toda la vida. Y no cabe duda que el juego de Tecmo es un discípulo aventajado, en muchos sentidos.
Empezando en los lóbregos y ruinosos sótanos de un descomunal coliseo, nuestro guerrero deberá ir recorriendo, a la vez que explorando, majestuosos parajes en los que nos saldrán al paso numerosos grupos de enemigos –cíclopes, orugas gigantes, arañas, criaturas voladoras, quimeras…- muchos de los cuales tendremos que eliminar por completo para desbloquear algún sello mágico que nos impide avanzar a nuevas zonas o poder acceder a las estatuas unicornio, enormes moles esculpidas en piedra que nuestro protagonista girará para abrir alguna puerta o también romper algún que otro sello.
Otro tipo de estatuas podrán ser destruidas albergando en su interior valiosos power-ups que incrementarán el poder y habilidades de Rygar. Las dosis de plataformeo (con su punto culminante en el mundo de Arcadia) vendrán dadas en cada fase por pequeños desniveles, grietas/socavones en el suelo y en las estructuras arquitectónicas como consecuencia de que la mayoría de escenarios se encuentran en ruinas. Al final de cada mundo nos veremos las caras con enemigos finales sacados de la clásica mitología griega, teniendo todos en común su gigantesco tamaño y proporciones, que pondrán a prueba nuestras dotes arcadianas.
A los diversos mundos que componen el juego se accede desde el "Main Field", una inmensa aunque asolada mini-ciudad con multitud de templos y edificaciones (muchos de ellos en ruinas) desde los que, paso a paso, desbloquearemos la entrada a nuevas zonas conforme avancemos en la aventura y, sobre todo, consigamos nuevas habilidades.
El todopoderoso Diskarmor
Todo el sistema de armamento del juego recae sobre nuestra poderosa arma-escudo arrojadiza. Y la verdad es que nos basta y sobra. Hay tres clases de diskarmor distintos con características claramente diferenciadas según el elemento que lo domine: Hades (fuego), Celestial (trueno) y Sea (agua); empezaremos el juego con el primer tipo, pero conforme avancemos en nuestra aventura obtendremos los otros dos. Hades es sobretodo para ataques rápidos y en línea recta, Celestial es ideal para ataques de larga distancia ya que realiza un mortal barrido de 180º y Sea resulta útil para los combates directos cuerpo a cuerpo debido a que este azulado escudo no desarrolla la cadena sujeta al escudo en toda su extensión. Como suele ser habitual, muchos enemigos así como Final Bosses serán más vulnerables a un tipo de diskarmor u otro. A su vez cada uno posee sus propios combos con el que podremos encadenar sucesivas series de golpes (al mas puro estilo beat’em-up) siendo algunos de ellos realmente efectivos. Cada diskarmor puede ser subido de nivel (hasta 3 veces) para incrementar su poder por medio de los puntos Sfaira, unas esferas azules/moradas que iremos recogiendo cada vez que eliminemos enemigos, destrocemos parte del decorado, etc. También iremos recolectando una serie de piedras místicas a lo largo del juego que combinadas sabiamente reforzarán y potenciarán aún más nuestro escudo. Pero el poder de nuestro súper "yo-yo" no acaba ahí. Cada diskarmor, al estar asociado a un elemento mágico, tiene la capacidad de realizar invocaciones mágicas –muy espectaculares por cierto- que dependen de una barra situada bajo la de vida y que nos serán de gran ayuda en los combates contra los enemigos finales. Estas invocaciones son: para Hades, el descomunal Cerberus (el mítico perro de tres cabezas), para Heavenly, el gigante Taros y para Sea, la diosa Siren.
Items que nos harán evolucionar
Los ítems tampoco se quedan atrás en cuanto a variedad. El néctar repondrá algo nuestra agotada barra de vida, la Ambrosía la repondrá en su totalidad, Omphalos hará lo mismo con la barra de magia, y otros como Caduceus nos resucitarán al caer en combate (ideal para enemigos finales), así como numerosos power-ups que nos harán más y más poderoso. Los siempre imprescindibles puntos para grabar nuestros progresos están aquí representados por unas hermosas fuentes con cabeza de león repartidas a lo largo y ancho del extenso mapeado.
Pero lo realmente importante serán las nuevas habilidades que nuestro guerrero irá consiguiendo a lo largo del juego. La primera será el poder deslizarnos para poder pasar por huecos pequeños, pero luego conseguiremos otros de mayor importancia como empujar bloques (fundamental para acceder a nuevas zonas), activar unos interruptores o el poder agarrarnos mediante la cadena de nuestro escudo a unas bolas flotantes para subir a sitios elevados que de otra manera serían inaccesibles o simplemente columpiarnos por el aire, al más puro estilo Simon Belmont, para esquivar precipicios.
Unos gráficos de ensueño
No hay adjetivos para describir el apartado gráfico del juego. En serio. Hay compañías que saben exprimir hasta la última gota del potencial de una máquina, sin importarles el hardware sobre el que trabajen o la dificultad que éste entrañe. Tecmo es, sin lugar a dudas, una de ellas. Se puede afirmar que sus grafistas y programadores dominan el difícil hard de PS2 a la perfección. Y es que después del despliegue gráfico absoluto que han mostrado en títulos como Dead or Alive, DOAX (ejem, ejem…) o lo que veremos próximamente en Ninja Gaiden (todos ellos de Xbox), Rygar – The Legendary Adventure es quizás el juego con mejores gráficos de la 128 bits de Sony. Desde luego, son, junto a ICO los más preciosistas vistos hasta la fecha. Gran parte de culpa la tiene el entorno mitológico donde se desarrolla nuestra aventura, que ha permitido a la compañía nipona recrear con un grado de detalle realmente impresionante toda la rica cultura greco-romana. Por nuestros ojos desfilarán enormes templos cubiertos de mármol y granito, un coliseo con sus múltiples arcos atravesados por tenues rayos de luz en la puesta de Sol, hermosas esculturas de diversos dioses, cristalinas fuentes ancladas en profusos jardines, inmensas columnas con diversos capiteles, misteriosos laberintos subterráneos o suntuosas e imaginativas torres giratorias. Si bien la mayoría de escenarios están en ruinas (detalle que nosotros podemos aumentar aún más, ya que una enorme cantidad de elementos del decorado, desde columnas a esculturas pasando por ánforas, serán susceptibles de ser destruidos por nuestro diskarmor), curiosamente esa característica unida a la gran quietud y soledad que destilan contribuyen todavía más a dotar de un ambiente bucólico y melancólico al mapeado, con mención especial para Arcadia, un mundo de enormes piedras flotantes que nos trae a la memoria fragmentos del Actraiser 2 de Snes.
Si a nivel estético Rygar constituye un espectáculo visual, técnicamente hablando no se queda atrás. El engine 3D posee una elevada carga poligonal, fundamental para representar toda la bella arquitectura de la que hace gala el juego y que se ve acompañado por unas texturas exquisitas –de lo mejorcito de PS2-, no demasiados jaggies y un framerate constante de 60 fps (50 fps en nuestra versión PAL al no haberse incluido selector de 60 Hz, aunque sí Overscan). Los efectos gráficos también se dejan notar en las numerosas cascadas y corrientes de agua que fluyen por los decorados –el Templo de Poseidonia es soberbio- o los múltiples efectos de luces, reflejos y partículas que adornan prácticamente cada rincón, cada trozo de piedra y mármol del juego. Pero aún no acaban las bondades del juego. Nuestro protagonista está perfectamente modelado, siempre con el diskarmor a cuestas luciendo todo tipo de grabados. Lo mismo es aplicable a los enemigos (aunque algo más de variedad se hubiera agradecido) y sobre todo a los Final Bosses, desde Hekatonchieres, el primero de ellos ocupando casi toda la pantalla, el Minotauro, la esfinge, el pez Cetus, el Centauro o Icarus (que posee un desmesurado parecido con Raziel de Soul Reaver) mostrando todos ellos un diseño, modelado y dimensiones tremendas.
El único lunar que ensombrece algo todo este fenomenal despliegue gráfico lo ponen los juegos de cámaras. Con un seguimiento similar a títulos como el mencionado DMC, o anteriormente a éste la saga Resident Evil, Rygar posee cámaras fijas la mayoría de las veces que muestran, a priori, el mejor ángulo posible para la acción, pero que en determinados momentos estará tan alejado de nosotros que puede llegar a dificultar mucho los combates y el seguimiento de la acción. Se puede dar incluso el caso que nuestro protagonista se salga de la cámara fija, y perdamos su posición momentáneamente. Afortunadamente no llega a afectar demasiado a la jugabilidad.
Acompañamiento musical de lujo
El apartado musical también es digno de mención. No es para menos. Tecmo ha dotado al juego de una banda sonora de fábula, con tintes épicos y con claras reminiscencias a la célebre película Gladiator, que hará que nos sumerjamos totalmente en la epopeya mitológica de Rygar y su lucha contra los poderosos Titanes. La encargada de dar tanta calidad a las maravillosas composiciones del juego ha sido la Orquesta Filarmónica de Moscú. Los efectos de sonido también brillan a gran nivel: pisadas, rotura de piedras, el inconfundible sonido del diskarmor o las poderosas invocaciones están recreadas bastante bien y aunque no llegan a la enorme calidad de la banda sonora, cumplen su función perfectamente. Las voces permanecen en inglés (eso sí, los textos han sido traducidos al castellano) y aunque han sido muy criticadas en muchos medios –sobre todo la voz de la princesa Harmonia-, personalmente no las veo tan mal escogidas o que encajen mal. Será cuestión de gustos…
Una aventura demasiada corta
Llegados a este punto, y si habéis visto ya la nota (no llega al sobresaliente) está claro que algo falla en este juego. Aparte del mencionado tema de las cámaras, la no inclusión de 60 Hz y algunos fallitos en el control del personaje –referidos a la imprecisión en los saltos de nuestro gladiador- que no acaban de convencer del todo, el principal problema de Rygar radica en su escasa dificultad (a pesar de existir varios niveles de dificultad) y, sobre todo, en su corta duración. Es triste decirlo, pero el juego puede acabarse perfectamente en dos tardes mal contadas. Se habla de 10 a 12 horas para acabar el juego, pero siendo sinceros Rygar – The Legendary Adventure se liquida en apenas seis horas y aunque es muy jugable y divertido tan poca duración pesa mucho. Los extras consisten en una galería de imágenes, el poder visionar cuando queramos las secuencias de video que se nos muestran a lo largo del juego o el curioso Pizzarmor al acabarnos el juego por primera vez. Nada del otro mundo y, desde luego, no posee la rejugabilidad de Devil May Cry… ni de lejos.
Un buen juego
Resumiendo: Rygar para PS2 es un buen juego pero su cortísima duración hará a más de uno replantearse su compra (quizás si saliera en Platinum otro gallo cantaría). Se puede argumentar que juegos como DMC o Ico tampoco son excesivamente largos, pero el primero es ultra-rejugable y el segundo ofrece una intensidad y experiencia de juego únicas que justifican, cada uno por el motivo dado, su compra. A pesar de todo lo dicho, merece la pena echarle un vistazo (aunque sea en alquiler) y, por supuesto, si te encantó DMC y DMC2, Rygar no te defraudará en absoluto. Eso sí, ojalá éste sea el inicio de una nueva saga y no tengamos que esperar otros 17 años para ver de nuevo en acción al mítico y valeroso guerrero de Argus…