La Navidad es una época de costumbres. Toca ver películas que se han convertido en clásicos, comprobar si te ha tocado algo en la lotería, si eres millonario igual haces algún regalo increíble... y pones el árbol y cuelgas adornos. Quizás hayas escuchado alguna vez que esa costumbre se la debemos a los nórdicos, pero, ¿conoces la historia del Roble de Thor y cómo se convirtió en una de las tradiciones navideñas más extendidas?
Un roble sagrado, un santo y una tradición que se extiende por todo el mundo
Corría el siglo VIII. Los mayas se venían abajo (y dejarían restos que seguiríamos encontrando mucho después), los chinos derrocaban a Wu Zetian, Abderramán I tomaba Córdoba y los vikingos invadían las islas británicas hacia el año 790. Pero a comienzos del mismo, en torno al 720 (entre 715 y 723 según fuentes, siendo esta última la más fiable) tiene lugar la historia del Roble de Thor y San Bonifacio.
Bonifacio (al que aún le faltaba un poco de martirio para ser santo) llega en las últimas fechas señaladas a la zona norte de Alemania. Su objetivo es convertir al cristianismo a los paganos, contando para ello con apoyo militar. Sí, la religión es una cosa que en aquella época se imponía por la fuerza. El caso es que, en un punto de su viaje, llega a una zona cerca de la aldea de Geismar (actualmente parte de Fritzlar) y se entera de que se venera a un roble sagrado al que ofrecen sacrificios humanos.
Este árbol es el Donareiche (también llamado Roble de Thor, Roble del Trueno o Roble de Donar). Por la región había varios robles similares, consagrados al dios nórdico y frente a los que también se llevaban a cabo sacrificios. Pero el de Geismar se convierte en el más importante por el impacto que tendría en la historia de la región.
Bonifacio ve una oportunidad en el árbol: como es un pilar de esa fe pagana; librarse de él facilitaría su misión y le haría ganar puntos con el jefe de arriba o algo así.
De acuerdo a la historia más antigua al respecto de la que se tiene constancia (la higiografía de Willibaldo), Bonifacio interrumpió el ritual. Bastaron un hachazo y una ráfaga de viento para derribar el roble. Dado que el dios Donar (que provenía del Thor vikingo) no le fulminó con un rayo en lo que seguramente fueron los instantes más tensos de la vida de Bonifacio, este reafirmó la presencia de Dios en esas tierras y estableció la primera diócesis fuera del Imperio romano.
Pero para terminar esta historia, cuando Bonifacio se recompuso, señaló un abeto cercano y decretó que ese sería el nuevo árbol sagrado. Y así, según esta historia, se asienta la costumbre del árbol navideño.
¿Es la única historia del origen del árbol navideño?
Aunque por lo general sí que se atribuye el árbol navideño a los nórdicos (las festividades de Yule incluían árboles, también tenemos el árbol Yggdrasil como uno de los pilares de su mitología) lo cierto es que hay otras historias sobre su origen. Otras fuentes lo atribuyen a los cristianos, en representación del árbol del conocimiento del bien y del mal del Edén. Así las esferas representarían las manzanas, y las luces a las velas que ayudan a rechazar a la oscuridad.
Lo cierto es que, sea cual sea la fuente, todas las culturas han bebido unas de otras a lo largo de miles de años. La cruz cristiana tiene orígenes babilónicos, las mitologías griega y romana tienen panteones similares, en España tenemos criaturas mitológicas regionales similares a algunas celtas... Es complicado dar con los orígenes reales de la mayoría de costumbres. Lo importante, siempre, es intentar no ofender a dioses ajenos. Nunca se sabe cuándo te puede caer un rayo.
