Análisis de God Hand (PS2)
Aunque el Clover Studio de Capcom ya ha sido disuelto, lo cierto es que sus credenciales han sido prácticamente incuestionables, sobre todo en el campo de los "yo contra el barrio," tanto por los anteriores trabajos de sus miembros (Devil May Cry, sin ir más lejos) y su nueva creación Viewtiful Joe, un juego que retomaba la jugabilidad clásica bidimensional y le añadía nuevos elementos a la fórmula. El último juego firmado por este grupo es God Hand, un título que busca adaptar a las 3D todo el esquema de juego de uno de los géneros más veteranos y olvidados de los salones recreativos.
Y es que lo de ir repartiendo mamporros a diestra y siniestra tuvo su gran momento en la primera mitad de los 90, con múltiples arcades que se copiaban los unos a los otros la fórmula. Era la época de Double Dragon, Streets of Rage, Vigilante o de Final Fight, y lo cierto es que Capcom supo hacerse un buen hueco en el mercado aportando interesantes juegos con sus correspondientes adaptaciones a las consolas del momento. Eran juegos repetitivos, con personajes que tenían un conjunto de movimientos limitados pero suficientes ante las oleadas de enemigos que les asaltaban cada pocos pasos, y, sin embargo, con una curva de dificultad tan bien nivelada que los convertía en tremendamente adictivos. God Hand es una mirada atrás a esos juegos, y quizás por ello sea incomprendido.
Y es que God Hand es toda una producción de serie B, un homenaje en cierto modo a esos títulos olvidados en el mundo de los gráficos poligonales (o más bien inadaptados, pues pocos han conseguido mantener la dignidad del género), partiendo de su ambientación de espagueti-western postapocalíptico y su estilo de juego que parece buscar ser un émulo de las fórmulas jugables que tan buenos resultados daban hace diez años: acción a buen ritmo y botones que machacar.
La base del guión del juego es absolutamente mínima, apenas lo justo para establecer un marco narrativo, una ambientación y justificar el nombre del juego y, con él, algunas de las bases jugables del título. Gene, el protagonista, tiene un poder especial que canaliza a través de su brazo derecho y que es ansiado por los villanos, lo que lleva a combatir contra ellos, incluyendo un pequeño puñado de seres demoníacos... lo que en el género puede representar miríadas de ellos.
El juego está estructurado en secciones más o menos largas, pero desde luego de una extensión reducida, que conforman las diferentes fases del luego, que se van enlazando con secuencias cinemáticas que desarrollan en mayor o menor grado la historia. El diseño de los niveles se mantiene, en esencia, inalterado a lo largo de todo el juego, manteniendo una estructura muy fiel a la clásica del género. Esto es, visitaremos diferentes escenarios, y veremos cómo cambian los enemigos, pero siempre se va a tratar de avanzar y avanzar mientras eliminamos a los rivales que intentan evitarlo. En este sentido, se ha mantenido puro, sin interferencias de otros géneros que podrían haber aportado una mayor variedad al título, y que puede ser uno de los principales puntos negativos para un amplio sector del público, que busque experiencias más variadas a lo largo de la aventura.
Pese a que la única dificultad del juego va a residir, por tanto, en ir eliminando a todo aquél que se cruce en nuestro camino, lo cierto es que el juego bastante extenso para los cánones del género, pues puede superar la decena de horas el llegar a concluirlo. Esto se debe a que el juego realmente ofrece una elevada cantidad de rivales y una acertada curva de dificultad; además, aunque las secciones del juego son breves, hay bastantes, conformando fases en realidad de una extensión considerable.
El punto más interesante del juego es el poder configurar a nuestro personaje en sus movimientos pudiendo escoger entre un centenar de golpes, tanto con los puños como con las piernas, que podremos combinar con notable libertad. Según vamos avanzando en el juego, iremos ganando la posibilidad de adquirir más y más golpes que podremos asignar a cualquier de los botones frontales del mando, de manera que se irá construyendo nuestro estilo de combate en función de esas elecciones. Así, asignando a cada botón exactamente el movimiento que queremos, creamos también las diferentes posibilidades de combinación, los combos.Y es que iremos creando cadenas de golpes con gran facilidad gracias al sencillo sistema de control del juego. Además, podremos descubrir que algunos de esos movimientos tienen determinadas habilidades especiales, como romper la defensa del enemigo.
Hay que tener en cuenta que pese a la profundidad de ese sistema, la accesibilidad del juego (que no implica que sea fácil), que es capaz de permitirnos superar la mayoría de los combates con un constante machaque de los botones, la esconde en buena medida. Configurar los movimientos que queremos para personalizar nuestro estilo de combate es fácil, y realmente puede albergar muchas posibilidades, pero God Hand se puede jugar prescindiendo en cierta medida del grueso de posibilidades que oferta su sistema, pero sería una pena, ya que refuerza notablemente la diversión. A poco que el jugador dedique unos minutos a familiarizarse con estas opciones más allá de lo estrictamente necesario descubrirá que el juego le abre un amplio abanico de posibilidades. En este sentido, el juego puede llegar a engañar, y bastante, en una primera impresión. A este sistema se debe añadir la posibilidad de mejorar aspectos de Gene como sus energía vital.
El título, sin ser particularmente difícil, sí tiene momentos de dificultad destacable, y no empieza siendo excesivamente sencillo, debido a la contundencia y velocidad de los enemigos, que no suelen atacar solos. Además, su inteligencia artificial, sin ser excesivamente compleja, permite que se protejan con solidez ante nuestros ataques, incluso siendo capaces de eludirlos. Por eso nosotros tendremos que acostumbrarnos desde el principio no sólo a golpear, sino también a evitar. Los movimientos evasivos se hacen con el stick analógico derecho, y serán esenciales para afrontar los combates con un mínimo de garantía en cuanto hayamos progresado un poco en el juego.
En la misma línea se encuadra el poder que alberga Gene en su brazo derecho, que puede desencadenar un golpe devastador con el que podremos eliminar a los enemigos que haya en pantalla de manera rápida y eficaz durante un breve lapso de tiempo. Además, combina su eficacia con un despliegue estético bastante impactante, pero pretender que nuestras opciones de triunfo descansen sobre dicho movimiento sería un error. Los combos y los movimientos evasivos serán la auténtica salsa de los combates, y esto no es sino una guinda.
La integración en el juego es sencilla: según vamos peleando acumulamos energía, y cuando tenemos suficiente, desatamos el poder especial de Gene, que le hace invulnerable durante unos segundos y potencia su fuerza. La verdad es que habrá muchas opciones de usar ese poder, ya que la barra crece a mucha velocidad dado el ritmo de los combates, muy intenso. Quizás al principio puede resultar un poco avasallador, pero no tardaremos demasiado en empezar a controlar la situación de lo que sucede en pantalla mientras vigilamos el radar que nos marca por dónde se acercan más enemigos (comúnmente, por la retaguardia.)
God Hand nos permite salva la partida regularmente, entre las diferentes secciones que componen las fases, con la opción de continuar siempre que sea necesario, así que si no estamos muy acostumbrados al género, el título nos da facilidades de sobra para habituarnos. Y es que, aunque como hemos dicho, el juego es accesible, y, de hecho, tiene una progresión de la dificultad más que acertada, no es un juego fácil. Siempre nos quedará la opción de modificar la dificultad en el menú de opciones, con nuevos niveles una vez lo hayamos concluido, de manera que tanto si nos resulta muy difícil como algo sencillo, la rejugabilidad está casi asegurada, a poco que nos satisfaga lo que tiene que ofrecernos.
Habrá que tener en cuenta, eso sí, que la inteligencia artificial de los enemigos es un poco más compleja si cabe de lo que habíamos dicho líneas antes, pues God Hand puede ajustar la dificultad de manera dinámica en función de nuestro rendimiento en los combates. Eso sí, siempre informándonos de ello mediante mensajes en pantalla, ya que Gene irá subiendo de nivel según nuestra habilidad, pero también subirán las habilidades (y fuerza y resistencia) de los enemigos. Además, se adaptarán a nuestro estilo de lucha. Si nuestra tendencia es ser evasivos, ellos se volverán más agresivos para aumentar sus opciones de alcanzarnos y serán, también, más fuertes para hacernos más daño y compensar las veces que les esquivamos. Será recomendable, por tanto, ir cambiando de estilo de lucha para desconcertar a la máquina. Pocos juegos del género han aprovechado en este sentido el mayor potencial de cálculo que les ofrecen las consolas actuales, y es, de hecho, una sorpresa ver el esfuerzo que Clover ha puesto en este aspecto y sus buenos resultados.
A nivel gráfico, aunque no es nada brillante en el apartado técnico (con excepciones), sus elecciones estéticas son bastante llamativas. Payasos, tipos con careta que parecen haber escapado de un programa de televisión sobre lucha mexicana, y gente extraña, campan a sus anchas por un mundo que parece muy influido por producciones de cine de serie B, por su combinación de elementos discordantes. Es, cuando menos, chocante en ocasiones, y desde luego resulta original, aunque los escenarios no son muy brillantes.
La cámara se mantiene por detrás de Gene, ofreciendo una buena visibilidad, y permite apreciar las animaciones de los personajes, uno de los aspectos más cuidados de la producción. El audio, por su parte, cuenta con melodías acertadas que se adaptan muy bien a la acción y ritmo del juego, que se ven compensadas por un amplio espectro de efectos sonoros contundentes. Quizás las melodías puedan resultar extrañas al principio, por la mezcolanza de elementos que impregna todo el plano artístico del juego, pero una vez nos hemos acostumbrado a ellas, convencen.