Análisis de DISGAEA: The Hour of Darkness (PS2)
The Netherworld needs a King
Una de las primeras cosas que tenemos que saber antes de acercarnos a este juego es que se encuentra íntegramente en inglés, y es algo que debemos tener muy en cuenta. Voces y textos estarán en inglés (hemos perdido la opción de ponerlo en japonés, así que nos perderemos esas voces que sí están disponibles en la versión para América), y, aunque las instrucciones del tutorial y demás información para hacernos con el manejo no nos va a exigir un nivel precisamente muy alto, sí es cierto que el juego está cubierto de un tono humorístico muy especial que nos perderemos por completo si no dominamos la lengua de Ken Follet (tampoco debemos exagerar y decir que es preciso alcanzar a Shakespeare), y la historia se desvanecerá por completo. Es verdad que, como sucede en muchos juegos de rol tácticos, la historia muchas veces pasa a un segundo plano para dar mayor relevancia a los combates, pero aún así la historia es lo suficiente interesante como para desear entenderla, es el hilo conductor de nuestras peleas, y, sobre todo, es muy interesante para captar ese humor que nos sorprende desde la primera escena. Es una pena que este título no llegue traducido, pero esto se debe con casi total seguridad a las bajas ventas que auguran desde la distribuidora, y es que, nos guste o no, éste sigue siendo un tipo de juego bastante minoritario… claro que no traducirlo no hace sino cerrar su campo de posibles compradores. Con todo, no vamos a caer en la clásica "penalización" a la puntuación (a algunos les interesa mucho ese valor numérico) por este incidente básicamente por estas razones: el lenguaje usado no es de una complejidad muy elevada, los diálogos no son tan abundantes como pueden ser en –por ejemplo- Morrowind, y es mejor darle el tirón de orejas a su distribuidor que al juego en sí.
Disgaea: Hour of Darkness se presenta en la clásica perspectiva isométrica que lucen muchísimos juegos de este tipo, siendo una opción muy buena que va a presentar poquísimos problemas de cámara. De hecho, mientras preparamos nuestro turno no tendremos ningún problema, pues con L1 y R1 podremos rotar la perspectiva de la cámara para ver todo el campo de batalla, pero sí es cierto que en algunas ocasiones edificios o desniveles forzados nos permitirán observar el resultado gráfico de nuestra obra de ingeniería militar, algo que se hubiese solucionado fácilmente con una cámara dinámica para esos momentos. Por cierto, el juego tiene unos gráficos bastante clásicos, de aspecto sencillo, aunque con algunos efectos de iluminación en magias y explosiones bastante bien resueltos, aunque sin ser nada del otro mundo, pero, eso sí, por suerte no son los clásicos sprites en baja resolución, aunque una mayor alegría gráfica le hubiese sentado muy bien, todo sea dicho, sobre todo si se hubiesen añadido más cuadros de animación para movimientos específicos, como cuando un personaje levanta a otro sobre su cabeza, o al hacer ciertos ataques especiales. De hecho, esos gráficos de vieja escuela que tiene no son en absoluto desagradables o mediocres, aunque un mayor número de colores y esas animaciones extra hubiesen sido añadidos interesantes para resolver un apartado gráfico clásico pero, a la vez, a la altura de las circunstancias. Incluso alguno de los gags humorísticos del juego hubiese quedado mejor resuelto.
El juego se estructura en una serie de capítulos compuestos por una serie de batallas, y, por supuesto, entre batalla y batalla se nos irá ofreciendo la posibilidad de mejorar nuestro grupo, introducirnos en pequeñas aventuras paralelas, o regresar a terrenos ya superados si así lo preferimos. De hecho, esto será bastante importante, pues precisaremos estar atentos de mantener a buen nivel a todos los integrantes de nuestro ejército particular será algo esencial para garantizarnos unas mínimas posibilidades de éxito según avancemos en nuestra aventura.
Preparando la reconquista del Inframundo
Una cosa que va a alargar mucho la duración del juego es también la posibilidad de ir confeccionando nuestro ejército de manera bastante personalizada, escogiendo entre muchas clases diferentes de personajes (y también bestias y demonios), e incluso habrá una cantidad ingente de clases escondidas que iremos desbloqueando para añadir nuevos tipos de personajes a nuestras tropas (ya sea añadiendo nuevos miembros, como ninjas, o convirtiendo personajes ya creados a esa nueva clase). Por lo que, además de las diferencias básicas entre los demonios no humanoides y los humanoides, deberemos sumar las diferencias de clase (hay más de un centenar) y, además, la personalización de las estadísticas de cada personaje atribuyéndole una serie de puntos y habilidades según consideremos. De este modo, podemos varios guerreros iguales en armas, objetos, sexo, etc., pero al distribuirles los puntos de diferentes rasgos de manera diversa uno puede ser mucho más efectivo atacando a distancia, otro ser muy resistente en el cuerpo a cuerpo, multiplicando las posibilidades de juego. Para controlar todo este cotarro será muy importante imponernos en la Dark Assembly (Asamblea Oscura), donde nos tendremos que ganar el respeto de los senadores para hacer modificaciones sobre algunos aspectos del juego y subir nuestro rango, pues cuanto mayor rango hayamos alcanzado, más opciones tendremos para crear a nuestros pupilos, que nos obedecerán fielmente a nosotros, sus amos.
Y si buscamos combates normales, Disgaea nos ofrece mucho más que ejecutar ataques, ataques especiales, y magia… podremos coger a un personaje, ya sea amigo o enemigo, y proyectarlo; podremos realizar ataques combinados entre varios personajes, ya sea a lo largo del turno o en un solo movimiento. Nos explicamos: si, por ejemplo, rodeamos a un enemigo con hasta tres personajes y establecemos el turno de ataque secuencialmente, el daño irá creciendo en cada uno de los tres movimientos; el otro modo consiste en que según posicionemos a nuestros personajes en relación al enemigo, de dos a cuatro personajes en un mismo movimiento atacarán a ese enemigo y el resultado será poco menos que aniquilador.
Naturalmente, si desplazamos el enemigo empujándolo o tirándolo y se combina del modo apropiado con nuestros otros personajes, estos le atacarán del mismo modo. Esto último puede parecer un poco complejo, pero los movimientos más básicos de ese tipo los aprenderemos muy fácilmente, y poco a poco aprenderemos a crear estrategias para poder destruir de este modo a los enemigos más fuertes y, si su uso es perfecto, podremos destruir a varios indeseables de manera fácil en un solo turno inclinando la balanza a nuestro favor de forma decisiva. A todo esto, no hemos comentado ni los counters (movimientos que realizarán nuestros personajes si la situación es adecuada de modo automático al ser atacados), el uso de ítems… pero sin duda os hacéis una más que buena idea de las posibilidades de las batallas y las múltiples variaciones que pueden darse sobre el tablero. Y como ejemplo de modificaciones, nada mejor que señalar un elemento que se nos introduce muy pronto en el juego: los modificadores geológicos, que influirán en nuestras estadísticas y posibilidades de combate en función de la posición en que estemos (marcada por cuadros de colores) y que nos invitará a desarrollar toda una serie de estrategias relacionadas con el uso de estos modificadores de estado que pueden sernos tanto favorables como muy negativos, según dominemos su uso. Algunos efectos derivados de estos elementos son el transportarnos, darnos más movimientos por turno, aumentar nuestra resistencia… y hacer lo mismo con los enemigos, claro. Eso sí, si nos interesa, podremos destruir las pequeñas pirámides que dan poder a estas cuadrículas (o cambiarlas de posición si nos conviene más), produciendo incluso reacciones en cadena que pueden darnos una victoria, o arrasar a nuestros personajes, según su disposición en el escenario.
Asnos demoníacos
Por suerte tendremos un reto bastante interesante a nuestra disposición: el Item World. Es un mundo (por extraño que suene, contenido dentro de cada objeto) en el que podremos luchar para aumentar el nivel de nuestros personajes pero, también, el de nuestro objeto. Este modo de juego es virtualmente eterno, pues los escenarios se generan aleatoriamente, y la dificultad es ascendente de manera progresiva según profundizamos en él.
En definitiva, queda claro que el juego está lleno de elementos heterodoxos dentro del género, pero, al mismo tiempo, va a pedir al jugador que pase por una curva de aprendizaje suave pero larga (va mucho más allá del tutorial) que va a proporcionarle poco a poco las claves para asimilar todos los aspectos necesarios para imponerse en el campo de batalla. En este sentido, es importante hablar del castillo desde el que planearemos nuestro próximo enfrentamiento, pues va más allá de un simple menú o antro vacío donde escoger a nuestros personajes: varios personajes secundarios estarán ahí, y la manera de interactuar con ellos será importante para el juego. Además, este será el lugar escogido para mercadear, algo muy importante, pues el sistema de compra y venta evoluciona de una manera peculiar: cuanto más y más caro compremos, más subirá nuestro "nivel" de comprador y podremos acceder a más productos, sacarles más ventajas y obtenerlos a mejor precio. Y ten en cuenta que sólo hemos expuesto alguno de los puntos más llamativos y básicos del juego, así que todavía tiene muchas sorpresas que darte mientras controlas a Laharl, el hijo de Krichevskoy, el difunto rey del Inframundo en su misión por reconquistar el trono que le pertenece por derecho, aunque eso signifique reavivar una guerra civil entre los demonios.
Conclusiones
Estamos ante un juego de rol táctico que, pese a no ser en absoluto un producto ortodoxo, está difícilmente orientado al público no habituado a estos juegos, sobre todo porque su manera de meterte en materia es algo brusca, y la historia, en realidad, pese al innegable humor (japonés, pero asequible para todos salvo por la barrera idiomática), queda en un segundo plano, centrándose casi por completo en las batallas, sin buscar grandes artificios argumentales o giros de culebrón televisivo para captar nuestra atención; eso sí, no estamos diciendo que el juego carezca de trama, al contrario (algún giro, y la relación entre los personajes es muy interesante), pero el hecho de que el juego no se tome en serio a sí mismo (es decir, no llega a los niveles de pseudopatetismo empalagoso y vomitivo en el que se recrean otras sagas populares) gracias a su tono ligero hace que ese peso de la historia sea igualmente liviano para el jugador… pero una mayor presencia de la historia, o un esquema argumental más intenso no hubiese estado de más, todo sea dicho, aunque la verdad es que el juego en sí es tan entretenido y se deja disfrutar de tal modo, que no vamos a necesitar ningún incentivo de ese tipo para jugarlo, más allá de las simples ganas de poner a nuestros guerreros, brujos y demonios sobre el campo de batalla para acabar con cualquier ser infecto que ose interponerse en nuestro camino. El cómo acabe el culebrón y si los protagonistas se dan un besito bajo la luz de la luna es algo que no nos vamos a encontrar en Disgaea.
Por otro lado, frente a esos puntos que pueden asustar a los neófitos en la materia, el sistema de combates dinámicos, la posibilidad de crear combos, y, en general, la flexibilidad de las luchas hace que sea un título también recomendable para los que quieran acercarse a un título de este género, pero, también, para los que buscan un poco de aire fresco. Habrá que lidiar con la infinidad de objetos, clases de personajes, hechizos… pero a poco que metamos las narices en los menús sin miedo y no temamos leernos el manual y experimentar por nuestra cuenta (esto último sobre todo), será cuestión de tiempo que todo aquel que lo desee logre hacerse con el control del juego. Eso sí, debemos insistir en que si no está acostumbrado a este subgénero del rol, deberá estar predispuesto y con ganas para probar un producto divertido, diferente y muy adictivo.
Esperemos que tras este gran juego el mercado se abra un poquito y podamos disfrutar en estas tierras de juegos que nos han sido negados reiteradamente pese a ser de la talla de las sagas Fire Emblem, Tactics Ogre, u otra reciente creación de Nippon Ichi Entertainment: La Pucelle, o el futuro Phantom Brave.