Análisis de Worms: Ultimate Mayhem (PC, Xbox 360)

Por su parte, el modo "VS", será el verdadero motor del juego, con una completa variedad de opciones y formatos de partida, y con la seguridad de que al jugar con otros amigos y personas, siempre será mejor que hacerlo en solitario con una I.A que deja algo que desear. Este modo "VS" es clásico, muy clásico. Lucharemos en aquellos escenarios que queramos (desde parques de atracciones y castillos, pasando por pueblos del salvaje oeste, ruinas prehistóricas o palacios árabes a edificios en obras), eligiendo a su vez, las condiciones de victoria o los equipos participantes. Estos modos, son disponibles para jugar acompañado tanto en la misma consola (algo ideal y muy clásico) como mediante conexión a internet a través de la red de juego de Microsoft, Xbox Live.

El modo "Desafíos" es el más diferente y especial de todos ellos, ya que nos recompensará si somos capaces de cumplir aquellos objetivos concretos que se nos marcarán en cada partida. Estos requisitos son variados, y pueden ir desde asesinar a los gusanos rivales con flechas envenenadas, a sobrevivir durante un tiempo limitado o recoger tantas cajas de herramientas como nos sea posible. Está bien, y aporta algo de interés al típico objetivo de destrucción o de defensa imperante en todo el juego.
¡Qué bien se te ve, gusano!
Con respecto al apartado gráfico, Worms: Ultimate Mayhem nos da una de cal, y una de arena. Gráficamente, diremos que, aunque bien adaptado a la alta definición, no se diferencia en exceso más allá de algunas texturas, de aquél juego en 3D que apareció hace unos años. Los gusanos están bien recreados, son expresivos, y para colmo, muy personalizables. De hecho, tendremos una tienda y un editor de personajes y gusanos completísimo, donde podremos escoger su aspecto, añadirle peinados y accesorios, o ponerles un tono de voz en concreto. Esto dará lugar a que tengamos verdaderos equipos temáticos de gusanos con aspecto ridículo y único, y eso se agradece bastante. Los efectos gráficos, de las explosiones o el humo, son muy vistosos, con cierto aspecto cel shading, lo que va en coherencia con todo el apartado visual y no desentona en absoluto. Los escenarios, por su parte, como hemos citado anteriormente, son muy variados. Su diseño funciona, y están repletos de elementos interactivos, que podremos destruir, derribar o amoldar a nuestro antojo con el transcurso de la partida. Sin ir más lejos, si somos habilidosos, podremos destrozarlo casi por completo, y dejar la isla en la que estemos jugando como un verdadero queso gruyer.
El juego, aunque traducido al castellano en sus textos, está en inglés. Las voces de los personajes son simpáticas y muy divertidas (toda una marca y una institución reconocible en la saga), con diferentes alusiones a la acción que transcurre en ese momento en pantalla. La música, por su parte, no es especialmente destacable, aunque cumple su función de ambientar y a acompañar a los momentos de acción y humor presentes en este Worms.

Conclusiones finales
Team 17 supo sacar un juego de estrategia y acción tan divertido y accesible, que cualquier jugador podría estar disfrutando durante horas de sus bondades. Worms consiguió aunar muchos aspectos que habían funcionado por separado en otros juegos, y los condensó con una maestría indudable. Worms: Ultimate Mayhem parte del mismo planteamiento, pero lo cierto es, que aunque duela decirlo, no termina de funcionar. Worms: Ultimate Mayhem, apuesta de nuevo por una perspectiva y un sistema gráfico que no casa con el estilo de juego afianzado durante años. Las tres dimensiones, aunque bien recreadas, no encajan de la manera adecuada en la saga Worms, que aunque intenta mantener sus credenciales y señas de identidad, naufraga como los pobres gusanos cuando ven el agua. De todas formas, dada su acusada vertiente multijugador, y su amplio abanico de modos de juego, quizás muchos aficionados vean en este título, una buena forma de entretenimiento (no obstante, el juego puede resultar divertido si se obvian algunos de sus fallos). La decisión de darle (o no) la confianza, está en manos del jugador.

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