Análisis de The Masterplan (PC)

Hay un buen número de juegos de temática criminal y de robos, pero la mayoría enfocados a la acción y pensados para el multijugador online –léase Payday o los modos de Battlefield Hardline y GTA V-. The Masterplan es un poco diferente, es más estratégico y con un toque de aventura gráfica. Si bien en un primer vistazo a las imágenes nos muestran a tipos armados con vista superior que recuerdan a un Hotline Miami, la jugabilidad no tiene demasiada relación.

The Masterplan comienza rememorando la época de la crisis en los años 60 y 70 en Estados Unidos, y no duda en lanzar algunos dardos a Richard Nixon. La situación económica no es buena y nuestro protagonista lo está pasando mal en la cárcel. Pero eso se acabó. Después de huir en la escena del tutorial, estamos listos para comenzar una oleada de robos en compañía de nuestra banda. Sean pequeños bares, salones arcade, o los establecimientos con mejor botín –y más seguridad-, nada se interpondrá en nuestras ansias de recaudar dinero.

A diferencia del citado Hotline Miami, no se trata de tirotear todo lo que se cruza en nuestro camino dejando un reguero de sangre y destrucción. Sacar una pistola –incluso descargada- es suficiente para que los rehenes que tienen la mala fortuna de están presentes en el atraco levanten sus manos e incluso pasen a ser controlables –es decir, simula que reciben nuestras órdenes-. Y el control es muy similar al de una aventura gráfica de apuntar y clickear, en general de ritmo pausado, aunque es cierto que algunas acciones son temporales y hay que tener claras las prioridades si surge un imprevisto.

The Masterplan usa una estética un poco de cómic para mostrar el plano del interior de los edificios. Desde el punto de vista del jugador, es parecido a planear el robo sobre el mapa, eligiendo qué debe hacer cada personaje, si conviene golpear a un guardia de seguridad o evitar ser vistos por testigos y cámaras. Esto último, el contacto visual entre personajes u objetos, es uno de los puntos más curiosos de su diseño, puesto que vemos lo que ven los personajes. No creas que por disponer de una visión cenital conocerás de manera "divina" lo que hay detrás de una esquina o en una habitación cerrada. Ves la habitación y su decorado, pero no si hay un enemigo hasta que esté a la vista de uno de tus personajes. Sólo un círculo de líneas punteadas nos avisará si hay algún sonido sospechoso.

Este sistema hace que The Masterplan gane en estrategia y sigilo, y que no debas ir corriendo de un lado a otro sólo porque veas pasillos vacíos. Incluso cuando avances y puedas adquirir mejores armas, como la pistola con silenciador o las escopetas, querrás hacer los trabajitos sin derramamiento de sangre, porque acribillar penaliza el dinero obtenido. Recuerda: es un juego de ladrones, no una matanza indiscriminada a lo Hatred.

Otro aspecto bien desarrollado es la muerte permanente de compañeros. A veces suceden desagradables accidentes, y un miembro de la banda cae en el fuego cruzado. Si no decides reiniciar la misión quizás tengas que invertir tus ahorros en contratar a otro criminal; cada uno tiene diferentes armas, especialidades, estadísticas y precio. Esto se hace desde nuestra base de operaciones, el punto central donde se seleccionan las misiones. Como imaginas, ir a por el premio gordo del banco es un objetivo que al principio se te escapará de las manos, pero con el tiempo será más factible.

Cada fase o mapa tiene una serie de objetivos, y las maneras de resolverlo son muchas. Puedes optar por la manera más sigilosa, sin levantar sospechas, atacando sólo a los rehenes clave y fuera de la vista. O sacar las armas amenazando a todos los inquilinos, en plan Pulp Fiction, mientras ordenas al resto de la banda a inspeccionar la zona. Además del dinero hay otro tipo de objetos que recolectar, hay puertas bloqueadas por llaves que guardan personajes concretos, en definitiva, hay una lista de tareas que puedes cumplir si tienes la situación controlada.

El control es simple, y quizás por ese motivo se hace complejo. Suena a contradicción, pero es cierto que se ha buscado controlar casi todo mediante los dos botones del ratón y a veces las tareas más sencillas no salen de manera natural. Con el click izquierdo seleccionas unidades y con el botón derecho interactúas con los objetos, cambias de lugar y abres un menú de acciones –sacar puños, armas, etc-. Es cuestión de acostumbrarse, pero al principio el instinto, o por la práctica con otros juegos, será elegir el destino con el izquierdo. Y claro, si hay un objeto para recoger y está junto a tu personaje, el juego puede hacer lo que no deseas –sacar la rueda de comandos-.

Estos problemas no dejan de ser casi anecdóticos, sin embargo tendrían una solución bastante fácil con una interfaz más clara. Hay tareas como la de amedrentar con la pistola que requieren que apuntes a los rehenes, y hay casos donde un ciudadano que está un poco lejos parece que la historia no va con él –o no se ha enterado- y sigue paseando por el local. O peor, puede ver lo que haces y huir, alertando a la policía –lo que apenas da un margen de 30 segundos para arramplar con todo lo que puedas y huir-. Aquí lo que falla no es esa reacción de la gente, sino la dificultad de llevar el plan a la práctica. Por suerte existe un modo que ralentiza el tiempo y deja más espacio a la táctica que a los reflejos.

Hay una buena banda sonora estilo Groove, muy de la época en la que transcurre esta historia e inspirada por las película de robos. Se le podría achacar que no sea tan frenética o tensa como la acción que recrea, pero en el fondo tampoco es un título que busque impactar al usuario.

El arte no es demasiado gore ni muy crudo -sangre hay, por supuesto-, y como hemos mencionado, parece una versión cómic de la saga de Dennaton Games, sin pixel-art y más detallada. A veces el escenario despista demasiado, no obstante no es un juego de acción y se puede perdonar. Una crítica: la población es clónica. Sospechamos que se hace para reconocer mejor quién es quién –puesto que apenas ves sus cabezas-, distinguir a la policía uniformada de los inocentes, pero no deja de extrañar un poco.

Conclusiones

The Masterplan no tiene el plan maestro para ser un juego redondo, aunque es entretenido y cuando funciona bien, da exactamente lo que promete: ser el líder de una banda de ladrones que comienza atracando las tiendas de barrio más modestas. Problemas en el control y la interfaz restan diversión, y si bien es algo a lo que te acostumbras con el tiempo, no debería ser así.

En resumen, un buen juego que esperemos tenga el éxito suficiente para dar lugar a una secuela más pulida.