Análisis Road 96, elige tu propia rebeldía adolescente (PC, Xbox Series X/S, PS5, PS4, Xbox One, Switch)
Mientras la mayoría de grandes estudios y compañías de videojuegos se afanan en hacer creer que sus proyectos no tienen nada de político, Yoan Fanise apuesta casi por todo lo contrario: este desarrollador ha trabajado con Ubisoft en juegos con un evidente comentario político como Beyond Good and Evil o Valiant Hearts, y después dio el salto a la creación independiente con 11-11 Memories Retold, una emotiva aventura ambientada en la Primera Guerra Mundial. Ahora llega la hora de presentar, junto al estudio DigixArt, otro título con un fuerte mensaje social en el que la agencia del jugador lleva todo el peso de la experiencia: hablamos de Road 96, una especie de roguelite narrativo que nos desafía a escapar de un país totalitarista.
Road 96 nos pone en la piel de una serie de adolescentes, personajes que se generan aleatoriamente, durante un período convulso de Petria, país ficticio que se parece bastante a Estados Unidos, pero sin permitirse el lujo de llamarse así. Nuestra misión con cada uno de estos protagonistas es alcanzar la frontera y escapar de la dictadura que está sumiendo al país en una situación indigna de pobreza y coartación de libertades; cómo lo consigamos queda en nuestra mano, ya que en el camino tendremos que escoger la forma en la que avanzamos por la interminable carretera que llega hasta la aduana que separa el totalitarismo de la libertad.
Historias de autoestopistas adolescentes
Comenzamos jugando como un adolescente anónimo que comienza su viaje hacia la frontera de Petria, una solución nada sencilla que permite a los jóvenes de esta nación escapar del totalitarismo de su líder supremo. Muchos adolescentes se lanzan a la carretera con su petate tratando de encontrar una vía de huida, algo que el gobierno evidentemente se empeña en aplacar. Durante nuestro viaje como autoestopistas tendremos que evitar a las fuerzas del orden, ayudarnos de los aliados que podamos encontrarnos durante el camino y escoger las opciones correctas en cada situación para conseguir la ansiada meta final de dejar atrás la nación opresora.
Una vez que consigamos, o no, dicho objetivo, pasaremos a controlar a otro adolescente con la misma intención. La idea de Road 96 es hacernos vivir el mismo momento histórico desde distintas perspectivas: cada nueva partida es un nuevo capítulo que nos ayuda a ver la situación desde un punto de vista diferente con un personaje diferente al que nosotros le daremos personalidad. Podremos escoger entre tres adolescentes aleatorios en cada partida, cada uno con unas estadísticas iniciales propias (más dinero, más resistencia, más distancia hasta la frontera…), y en las conversaciones con el resto de personajes iremos dándole forma para hacerlo más rebelde, más democrático o, simplemente, un trotamundos que desea buscar nuevas oportunidades vitales fuera de Petria.
A medida que recorramos la frontera iremos descubriendo nuevos personajes principales y secundarios, pero sobre todo principales, que estructuran la gran historia que rodea a todos estos adolescentes. Son perfiles concretos que representan algunas partes de la sociedad de Petria, desde el camionero que ayuda a los rebeldes con una emisora clandestina hasta la presentadora de televisión comprada por el régimen. Todos ellos tendrán sus propios momentos clave, situaciones que rompen la monotonía del viaje dándonos un toque jugable más dinámico: a veces nos pedirán piratear una cabina de teléfono, otras surgirá la magia en mitad de una noche estrellada en la que improvisamos una canción, y otras nos veremos inmiscuidos en mitad de un atraco que nada tiene que ver con nosotros. Cada adolescente tiene su historia y nosotros la construimos junto a ellos, pero al mismo tiempo suceden hechos más o menos determinantes en el devenir del país, y nosotros los vivimos en primera persona desde la perspectiva de todos estos jóvenes.
Narrativa procedimental
Lo interesante de Road 96 es que estructura su trama en base a las decisiones que tomemos, por lo que la historia completa va a ser totalmente diferente para cada jugador. Hay muchas de estas situaciones clave que se repetirán, obviamente, pero la forma en la que aparezcan en el juego, el momento en el que las vivamos y nuestro comportamiento en ellas puede ser completamente distinto al de otra persona. A medida que vayamos avanzando en el juego iremos descubriendo más detalles de cada uno de estos personajes principales, siendo nosotros quienes decidimos cuánto nos queremos involucrar en su historia.
También podemos escoger en qué porcentaje queremos tener algún tipo de relación con el mundo que nos rodea y la trama política que se desenvuelve a nuestro paso. El primer adolescente con el que jugamos escapa cuando quedan bastantes días para las elecciones, un importante momento que puede dar un vuelco a la situación del país, pero conforme vayamos avanzando en el juego ese día se irá acercando y nuestros actos pueden tener, o no, un fuerte impacto en el resultado. ¿Quieres ser amigo de los rebeldes que quieren darle un vuelco radical a la situación política? ¿Quieres apoyar a la candidata que pretende arrebatarle el puesto al líder tirano? ¿Quieres pasar de todo y simplemente escapar? Tú decides.
Conforme vayamos tomando estas decisiones no sólo iremos construyendo la personalidad de cada uno de estos adolescentes, sino que iremos dando forma al mundo que les rodea. De ese modo, si escogemos escapar por unos túneles fronterizos abandonados, por ejemplo, en la siguiente partida esa vía estará completamente descartada porque la policía del régimen se ha percatado de tu presencia allí y ha reforzado la vigilancia. Si nos apoyamos en una red de contrabandistas y la situación acaba mal, con los miembros de dicha red detenidos, nos estaremos eliminando una serie de ventajas para las próximas partidas. Todo acaba teniendo algún tipo de consecuencia, aunque a veces ni siquiera la notemos.
Y quizás ese sea uno de los puntos más flacos de Road 96, que la potente apuesta por lo cinematográfico acaba jugando en contra de esa sensación de estar construyendo una historia. Las situaciones por las que pasamos son tan cerradas que en ocasiones nos dan poca sensación de libertad y de agencia real: pase lo que pase, cualquier persona va a acabar aquí, con este personaje, teniendo que hacer determinada tarea. No siempre es así, ya que hay secuencias más libres y con más interactividad que otras, pero a rasgos generales da esa sensación. Road 96 es como un gran truco de magia que funciona mientras miras atónito a donde el mago te dice que tienes que mirar, pero que pierde fuerza cuando descubres cómo se mueven los mecanismos entre bambalinas.
La rebeldía como estética
Otro de los detalles que menos aporta al conjunto de Road 96 es tratar a la rebeldía como una estética adolescente. El juego cae en ciertos lugares comunes en los que se siente cómodo sin llegar a mojarse en relación a los graves problemas que trata. En un mundo en el que existen los secuestros gubernamentales de jóvenes adolescentes, el guión te permite posicionarte de una manera ajena o equidistante, los rebeldes son tratados como una panda de locos extremistas que no pretenden cambiar nada y la elección democrática de otro líder supremo se postula como una de las opciones válidas en cuanto a lo éticamente aceptado.
Pese a que es un juego inherentemente político, su posicionamiento no está tan claro gracias a que puede escudarse en la libertad de agencia de los jugadores. Dando a escoger entre varias opciones se imbuye al juego de una neutralidad en la que lo único verdaderamente importante es ir en contra del sistema, sea de la forma que sea, pero siempre desde un punto de vista banal y, de nuevo, estético; no faltan los grafitis, los piercings, los pantalones rotos y las camisas de cuadro, un abecé de elementos romantizadores de la insumisión adolescente que se aprovechan aquí para crear una atmósfera pseudo-rebelde.
Toda esa estética tiene su traslación al aspecto visual del juego, para el que se ha escogido un peculiar estilo gráfico de proporciones cartoonescas para los personajes humanos, y casi realistas para el entorno urbano, rural y natural. No se puede decir que Road 96 sea un videojuego feo, porque salta a la vista que no lo es y algunas de las estampas que deja son especialmente hermosas, pero sí es cierto que en determinados momentos se ven respuestas extrañas en los gráficos, sobre todo en las expresiones faciales de los personajes. Aunque a nivel general tiene un buen acabado técnico, si ponemos la lupa en ciertas partes y en algunas decisiones de diseño, vemos que no llega a ser de sobresaliente.
Conclusiones
Quizás es complicado explicar y entender dónde residen las fortalezas del concepto de Road 96, pero podemos asegurar que estamos ante un muy buen juego que explota al máximo su curioso ejercicio de narrativa, uno en el que se combinan la linealidad de una historia de corte cinematográfico con lo procedimental de un 'elige tu propia aventura', todo esto mientras se juega con la toma de decisiones que ayudan a construir una trama que sentimos como propia, aunque quizás no lo sea tanto. En algunos momentos la historia del juego parece demasiado encarrilada como para que esa agencia del jugador importe, al menos esa es la sensación que se tiene, y entre eso y la desambiguación ficcional, que le hace caer en múltiples lugares comunes del género que le impiden mojarse en los temas que trata, resta puntos a una obra que por lo demás es de lo más interesante que se ha publicado este año.
Hemos realizado este análisis en PC con un código digital para Steam proporcionado por DigixArt.