Análisis de Nightmare Boy (PC, Switch, Xbox One, PS4)
Viajar al mundo de los sueños es un recurso muy utilizado en los videojuegos, cine y literatura. Y claro, muchas veces no son sueños idílicos, sino pesadillas. En esta temática encaja Nightmare Boy, un juego de acción y plataformas 2D desarrollado por el estudio español The Vanir Project que ya está disponible en PC, Xbox One y PlayStation 4. ¿Estás listo para escapar de este mal sueño?
El juego comienza con la presentación de Billy, quien entra en el mundo de los sueños por culpa de un mago maligno con forma de almohada. Además de cambiar su inocente aspecto por el de una extraña criatura verde, nuestro protagonista estará lógicamente cabreado y dispuesto a salir de esta pesadilla, salvar a niños y enfrentarse a todo tipo de enemigos variopintos y retorcidos en una ambientación que puede recordar a ciertos clásicos de los 90, como Ghosts 'n Goblins o Decap Attack –rescatado recientemente en Sega Forever- por esa mezcla de monstruos grotescos con dosis de humor.
Nightmare Boy apuesta por el estilo metroidvania, aunque no es excesivamente laberíntico –o al menos no tanto como otros-, y la acción. Hay plataformas y tramos orientados a la habilidad con los saltos, si bien durante muchas zonas nuestro principal obstáculo serán los enemigos más que las trampas. Y eso es bueno, porque el control no es lo suficientemente preciso como para que destaque en este aspecto, y el diseño del recorrido tampoco invita mucho a la exploración -aunque sí será necesario regresar a zonas pasadas para tomar nuevos caminos-.
En esta ocasión nuestro ataque básico es un golpe a corta distancia que da lugar a combates no demasiado técnicos; si estás pensando en algo tipo Hollow Knight –comparado en no pocas ocasiones con un Souls en 2D-, no van por ahí los tiros, sino por golpes sencillos, como Shadow of the Beast y otros títulos similares. La dificultad –y no es un juego fácil- está en calcular bien las distancias y evitar embestidas o proyectiles de otros enemigos.
También disponemos de un ataque a larga distancia, aunque esta magia consume una barra y por tanto no podemos abusar de él. Al tratarse de un metroidvania también vamos a ir mejorando al protagonista con nuevas habilidades o mejoras, ya sea una barra de salud mayor, un segundo salto, rebotes en las paredes o magias más potentes como la invocación de un guerrero. Estos movimientos nos servirán para desbloquear zonas que habrán sido inaccesibles en nuestro primer vistazo. De esta manera nos encontraremos con personajes –algunos amistosos-, tesoros con más gemas y el acceso a nuevas rutas.
Las gemas, por cierto, se utilizan para comprar el guardado. Se consiguen derrotando enemigos y por el escenario, y si eres el tipo de jugador que guarda compulsivamente en cada oportunidad el sistema frenará tus intenciones. Sobre todo porque el precio inicialmente es un chiste pero va aumentando con cada guardado en el despacho de La Parca, y no querrás que el gasto se dispare más adelante, cuando realmente necesites tener un punto cerca del jefe de la zona. Tranquilo, jugando normalmente tendrás de sobra.
Los jefes son uno de los puntos fuertes de Nightmare Boy, y exigen mucha concentración para aprender el patrón de ataque, cuándo son vulnerables y cuándo conviene evadir los rayos y proyectiles que a veces casi inundan la pantalla. Normalmente vamos a repetir mucho los combates y el mejor consejo es que tengas paciencia, adoptar una estrategia defensiva. Bastan muy pocos golpes para quedar fuera, así que llevamos las de perder con un planteamiento alocado.
Se podría decir que la suma de sus partes mejora el resultado global. No es el metroidvania más elaborado, ni la acción presenta nada especialmente sobresaliente, pero su punto justo de dificultad y los brillantes jefes demuestran que no se puede juzgar sólo por las secciones de exploración. Además tiene alguna mecánica curiosa, como la introducción de unos bichos neutrales repartidos por el escenario que debemos evitar dañar –y no siempre es posible con el caos de la pantalla- o recibiremos un castigo por parte de un útil acompañante.
En lo visual encontramos monstruos muy originales que nos recuerdan que se ambienta en una pesadilla donde todo es posible. Es casi una versión colorida de los mundos retorcidos de Tim Burton combinados con ese toque macarra, underground, de la década de los 80 y 90. Por supuesto esta estética no gustará a todo tipo de jugadores, y de hecho hay estridencias en la calidad de escenarios o enemigos, pero es que este diseño deliberadamente feo es parte de su gracia.
Mencionar que aunque pretende darse un aire algo retro –hay un filtro de líneas horizontales y un selector opcional que distorsiona la imagen tipo televisión CRT- está más cerca del estilo cómic o dibujo animado que del pixel-art de 8 y 16 bits. De hecho la animación es uno de los puntos más trabajados, y se nota una dedicación por encima de la media de otras producciones independientes. En cuanto al sonido, la música es buena pero la calidad de algunos efectos–como el del salto, que escuchamos continuamente- desentona un poco.
Conclusiones
Pasando por alto que no siempre da con la tecla –nos sobra el dato numérico de los impactos, hay un tiempo de invencibilidad tras recibir daño demasiado reducido, las trampas o la exploración no son el culmen de la originalidad-, Nightmare Boy es un honesto homenaje a muchos juegos clásicos de acción y plataformas añejos, esos donde la posición de los enemigos está puesta a mala idea y te exige concentración.
Y lo más importante: al final te diviertes. Dentro de sus limitaciones, sorprenderá a más de un jugador que se anime a probarlo.
Hemos realizado este análisis en su versión de PS4 con un código de descarga que nos ha proporcionado Badland Games.