Análisis de Journey of a Roach (PC)
Las cucarachas estarán, difícilmente, en una lista de animales populares compitiendo con animales que resultan más populares y encantadores como los clásicos perros, gatos o mangostas, según el criterio y costumbres personales dominantes. Y, sin embargo, estos insectos son los protagonistas de Journey of a Roach, una aventura independiente para ordenador que llega directamente desde el sector de los desarrollos independientes.
La mayoría de la gente estará satisfecha al saber que los diseños de los protagonistas no pretenden ser realistas y, de hecho, se sitúan mucho más en la línea de diseño que puede encontrarse en películas como A bug’s life (Pixar, 1998), aunque con personalidad propia: no se trata de diseños tan simpaticones, sino de algo más serios dentro de esa línea próxima a la atmósfera de dibujos animados. Es decir, no se trata de un juego que intente crear animadversión, sino todo lo contrario.
El título nos cuenta -sin necesidad de diálogos, aunque quizá no con la misma holgura que vimos en Machinarium, aunque recurre al mismo sistema de globos de pensamiento con animaciones- la historia de dos cucarachas, Jim y Bud. Estos bichos viven en un sitio aparentemente devastado… quién sabe si en este mundo se ha hecho realidad esa pildorita de sabiduría popular que dice que en caso de apocalipsis nuclear las cucarachas sobrevivirían. La cuestión es que vienen en un lugar yermo pero descubren una flor que brota. Sin embargo, cuando intentan alcanzarla, Bud acaba en manos de unos bichos mutantes. Jim asume el destino de todo héroe: rescatar a su amigo enfrentándose a todos los peligros que salgan a su paso.
Hay que destacar que el juego logra dotar de mucha personalidad a sus personajes gracias a la expresividad física que se les ha inyectado al prescindir de recursos estrictamente lingüísticos. Esto no supone un problema para exponer su historia al usuario (tampoco es que sea muy compleja, pero desde luego la inmensa mayoría de los juegos tienen historias con todavía menos chicha, como por ejemplo la mayoría de las sagas de acción en primera persona que arrasan en el mercado). El conjunto es agradable y está claro que el título ha estado muy pensado en este terreno.
El hecho de que nuestro personaje sea una cucaracha le da las habilidades propias de su especie. Sin entrar a valorar cuestiones como la dieta o los hábitos de salud, puede andar por las paredes o el techo, lo que nos permite un rango de movimientos en el escenario inusual en el género. Nosotros hemos jugado usando control mediante teclado y ratón de manera satisfactoria, pero el juego cuenta con opciones suficientes como para usar un mando con palancas analógicas. Sí es cierto que hay algunos pequeños inconvenientes, pero no están relacionados con el control, sino con la coherencia interna. Algunos obstáculos, por ejemplo, no deberían serlo y resulta extraño ver que nuestro personaje no puede sortearlos.
Lo que no funciona tan bien en este sistema de movimientos es la cámara, que muestra una cierta tendencia a moverse con brusquedad y desorientarnos un poco. No se trata de un juego que exija acciones rápidas y precisas, es cierto, pero la cámara hace de vez en cuando esos giros un tanto frenéticos. La cámara es, por tanto, una asignatura pendiente de Journey of a Roach, pero no llega a convertirse en un problema para desarrollar nuestra partida.
La aventura que se presenta ante el jugador es abundante en puzles característicos de la aventura gráfica tradicional de apunta y pulsa (point & click). Eso sí, nos tememos que por lo general no resulta muy difícil: si encontramos un objeto lo más probable es que haya que usarlo muy cerca. En parte, esta sensación de escasa dificultad se deriva de que el diseño de estos puzles está totalmente vinculado a la lógica. Como saben los aficionados al género, esto es poco habitual; en algunos casos, el humor de sus creadores pesaba más que la lógica y, en otros, ni humor ni nada, pues es un recurso en última instancia que sirve para alargar la duración de la partida.
La cuestión es que tampoco exige pensamiento lateral ni ser particularmente ingenioso. Es decir, resulta lógico, sí, pero no hay que darle tampoco muchas vueltas. Si a esto le añadimos que hay un sistema integrado de pistas, la experiencia de juego es a todas luces demasiado sencilla. Nos gusta que se haya apostado por la lógica para el uso de ítems, sí, pero precisamente por eso hubiera sido muy bueno hacer puzles más complicados por otras razones o no introducir un sistema de pistas que se activa cuando pasamos el cursor sobre objetos.
Por supuesto, hay algunos puzles más complicados que la media, y se agradecen bastante. Como es habitual, esta dificultad muchas veces depende más de factores externos (como lo cansados o distraídos que estemos) que de la curva de dificultad real, aunque sí se hace evidente que hay un par de puzles que suben de repente varios puntos la complejidad general que nos ha dado la partida hasta ese momento.
No llega a ser frustrante porque, en general, sigue siendo sencillo. Por lo general, si algo nos parece difícil lo más probable es que simplemente nos hayamos despistado y no tengamos en nuestro inventario el ítem que hace falta. Esto se soluciona volviendo a inspeccionar la zona en la que estamos.
Esta baja dificultad y que la historia no es muy extensa hace que el título resulte breve. Un usuario que no tenga problemas particulares con el género podrá superarlo en unas pocas horas; un usuario con cierta destreza en las mecánicas habituales rondará el par. Si sabemos exactamente qué hacer, hay un logro en Steam que nos propone superarlo en menos de 18 minutos. Como vemos, no es ni pretende ser extenso. Se trata más bien de una experiencia de juego divertida y sin muchas complicaciones.
Conclusiones
Journey of a Roach es una buena aventura gráfica con puzles que ofrece lo que promete. Su calidad es buena, pero se sitúa lejos de los grandes exponentes del género tanto recientes como clásicos. Que no alcance la excelencia no debe ser motivo para ignorarlo: es un buen juego en un género que no suma tantos títulos al año como desearían los aficionados, que sin duda sabrán disfrutarlo y apreciarlo. Últimamente las esperanzas del género están, de hecho, en los desarrolladores independientes y lo que aquí nos encontramos es que hay mucho potencial por explorar. Y lo más importante: sin reventar las bases de la tradición en la que se sitúa, es original. Hay muchos títulos de los que eso no puede decirse, y también es importante.