Análisis de Gomo (PC)
No sabemos si estamos en la segunda o tercera edad dorada de las aventuras gráficas, el caso es que no hay semana en la que no aparezca una nueva en Steam, para regocijo de los fans del género, que vivimos en primera persona hace unos años cómo el género agonizaba lentamente. Parte de la culpa de este renacer lo tienen los estudios independientes, que han creado multitud de propuestas de muchísima calidad, y también compañías con más poderío económico como Telltale Games, que ya las anuncian a pares, como el pasado sábado en los VGX que dio a conocer sus nuevas aventuras de Juego de Tronos y Borderlands.
Otro de los estudios que más en forma se encuentra dentro del género es la alemana Daedalic Entertainment, creadores de juegos como The Whispered World, The Dark Eye: Chains of Satinav o la trilogía Deponia.
Con una salud envidiable, ahora no solo desarrollan sino que además se permiten el lujo de apadrinar a otros estudios, como es el caso que nos ocupa hoy, Gomo, un juego desarrollado por Fishcow Studio, un pequeño equipo eslovaco formado por siete personas que nos presenta aquí su primer trabajo.
Gomo está fuertemente inspirado en Machinarium, el clásico de Amanita Design en el que controlábamos a un simpático robot al que teníamos que ayudar a golpe de ratón a sobrevivir en un mundo tan atractivo como hostil. Al igual que en aquel, el motor de Gomo es Adobe Flash, lo que no nos permite jugarlo a pantalla completa, solo en una ventana de reducido aunque suficiente tamaño. También se vale de una narrativa sin diálogos, contándonos su historia solo a través de las imágenes, y la jugabilidad es prácticamente la misma, ir interactuando con diversos elementos del escenario, solucionar algunos puzles, muy sencillos, y coger unos pocos objetos que luego tenemos que usar en el entorno.
En Gomo nuestro objetivo es ayudar al protagonista a recuperar a su perro, que ha sido raptado por unos extraterrestres que le piden a cambio un cristal rojo de increíbles poderes. No llegamos a saber demasiado ni del universo del juego ni de Gomo, y tendremos que sumergirnos en una especie de fábrica subterránea para robar este cristal y así poder recuperar al perro. Todo se desarrolla en un tono de humor muy agradable, tanto por los excéntricos habitantes que pueblan el mundo como por la personalidad de Gomo, con unas simpáticas animaciones y un comportamiento a veces bastante gamberro.
Vamos superando sucesivas escenas en las que tenemos que coger algún objeto y usarlo en el escenario, como el clásico combinado una puerta y su llave correspondiente, activar algún mecanismo en forma de puzle, y raro es el caso en el que podemos visitar dos localizaciones a la vez, casi siempre tenemos que resolver el acertijo de un escenario para pasar al siguiente, en un desarrollo extremadamente simple y sencillo. En las opciones podemos desactivar el llamado modo fácil, que simplemente es que cuando cogemos un objeto del escenario y lo movemos sobre un elemento del entorno con el que podemos interactuar, este se ilumina, pero ni jugando con esta opción desactivada la cosa se complica.
No nos hemos quedado atascados en un acertijo ni 5 minutos, y lo peor de todo es que el juego dura un suspiro, nos lo hemos pasado en 1 hora y 10 minutos, una duración excesivamente corta, casi más propia de una demo. Es una pena, porque la hora que dura se pasa volando, la aventura es muy simpática, tiene momentos bastante graciosos y guiños frikis, y se juega con agrado, pero en ningún momento plantea un reto a un jugador aficionado al género. Solo vemos que podría funcionar como una manera de iniciar a alguien en el género, que seguro en alguna situación concreta se quedaría atascado, y podría llegar a crearle curiosidad por el género.
Pero para alguien habituado a este tipo de juegos pagar 8 euros por dar un paseo de una hora nos parece excesivo. Si no han podido hacer algo más largo, al menos lo podrían haber disimulado con unos retos complicados, y además, ni su desarrollo, ni aspecto gráfico ni historia son demasiado originales. Conscientes de que han desarrollado un juego demasiado corto, han incluido algún aliciente, que se queda en anécdota. Realizando ciertas acciones concretas que no son necesarias para avanzar en la historia podemos desbloquear tres minijuegos, pero estos tampoco tienen ninguna gracia y están mal diseñados, son el clásico juego de golpear a los topos con un martillo, y no aguantaremos jugando más de un par de minutos a cada uno de ellos.
El diseño artístico está muy cuidado, y aunque cuenta con algunos altibajos y no está ni mucho menos a la altura del juego en el que tanto se inspira, Machinarium, que era simplemente precioso, cuenta con ideas visuales muy buenas, y personajes realmente simpáticos, con animaciones muy graciosas. Las acciones del protagonista son un poco lentas, pero los escenarios son tan pequeños y la exploración es tan reducida que esto nunca llega a resultar un gran problema. El sonido también cumple, con efectos y melodías acordes con el jovial tono de la aventura.
Una demo un poco cara
Es complicado recomendar una aventura gráfica que dura solo una hora, que es demasiado fácil, poco original y que no sorprende en ninguno de sus apartados, ni por historia, puzles o estilo visual. Para nada es un desastre, nos ha divertido mucho e incluso nos ha llegado a sacar alguna sonrisa, pero pagar 8 euros por una "simpática" hora de juego nos parece excesivo. Como iniciación al género para un novato puede ser una buena idea, pero para un jugador aficionado a las aventuras gráficas, Gomo le sabrá a poco más que un aperitivo.