Análisis de Europa Universalis III: Napoleon (PC)

Los tiempos modernos se amplían hasta 1820 en esta expansión de Europa Universalis 3 que consolida y perfecciona el juego original.
Europa Universalis III: Napoleon
·
Actualizado: 21:31 17/8/2020
GRÁFICOS
7.5
SONIDO
8
NOTA
8
DIVERSIÓN
8.5
JUGABILIDAD
8.5
Análisis de versión PC.
Estrategia e historia
Todo aficionado a la historia , y más aún, todo aficionado a la estrategia, conoce el juego Europa Universalis. Lanzado, en principio, de manera tapada por Ubi Soft, con el tiempo ha servido para consolidar a su creador, Paradox Interactive, como una de las grandes compañías en el género de estrategia más seria y un referente inexcusable para cualquier aficionado. Muchos elementos, pioneros en Europa Universalis, han acabado en otros juegos como Civilization IV. En fin, la historia de un notable éxito con escasos medios, pero con una comunidad fiel que sin duda hizo lo posible porque Paradox sobreviviera en sus inicios.

De todas sus franquicias, Europa Universalis es la más renombrada, quizá debido a su carácter pionero y las diferentes opciones que proporcionaba a la hora de jugar. En este sentido, esta tercera entrega ha sabido introducir cambios importantes en el desarrollo y ofrecer nuevas posibilidades de juego. De estos cambios, probablemente la ahistoricidad del desarrollo en comparación con Europa Universalis 2 ha sido lo más criticado. Esto último convertía la experiencia de juego en algo más abierto, establecida en premisas jugables más que en eventos históricos. Se eliminaban los elementos condicionales para hacer más libre y abierta la experiencia de juego.

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Los eventos históricos son el principal reclamo de esta expansión, que lleva la línea temporal hasta 1820 e incorpora otras mejoras en el comercio, la gestión de las tropas e incluso las opciones diplomáticas.

Trataremos ahora de estos y cómo han cambiado la experiencia de juego.

Más automático
Los pequeños retoques en la jugabilidad recogen cambios necesarios, opciones en cierto sentido limitadas, pero que en ocasiones automatizan y mejoran de manera notable la experiencia de juego. Ahora podremos reclutar de manera clara tanto soldados como mercenarios, o trasladar la capital de un lugar a otro (como hizo Felipe II en 1560). Por otra parte, los consejeros y su temática son ahora más sencillos de encuadrar en distintas categorías, y deberán ser elegidos de acuerdo a la política que siga el gobernante con el estado.

Pero la principal innovación en términos jugables es la mejora y desarrollo del sistema comercial -un tanto defectuoso en el juego original por su carácter manual- y el sistema de prioridades comerciales. Esto es, ahora volverá la posibilidad de auto enviar mercaderes, lo que irá unido a la ocasión de establecer prioridades de un centro de comercio a otro. Así, seleccionando el centro de comercio podrás elegir entre tres tipos de prioridades, lo que primará un centro de comercio a otro. En este sentido, los distintos productos y su intercambio deberán ser esenciales para establecer un centro de comercio u otro. Ejemplo histórico clásico: los paños castellanos en Flandes.

La guerra incorpora ahora una pestaña que sigue los distintos conflictos y su evolución. Es una especie de reporte de cada uno de los conflictos, lo que nos sirve para ver cómo van nuestras armadas y saber cuánto se puede presionar a otro país. Al conflicto se ha añadido la posibilidad de destruir centros de comercio y una limitación en las anexiones.

El espionaje es más sibilino, e influye especialmente en las nuevas opciones para provocar descontento en los estados enemigos. Los demás cambios jugables automatizan ciertas opciones como la colonización, la creación de ejércitos, etc. Son cosméticos en su mayoría, pero es cierto que hacen más ágil la experiencia de juego, reduciendo el número de clic a realizar.

La Revolución
La ampliación de la línea temporal hasta 1821, en plena fervor de la revolución gaditana española, establece nuevas premisas jugables implementadas de manera eficiente, aunque no perfecta. Primero, se incorporan ideas nacionales liberales que trastocan por completo cualquier nación en lo relativo a los parámetros de administración. Ahora bien, el cambio de una Monarquía Absoluta a un régimen representativo o una república emancipadora (girondina) tiene como consecuencia una gran inestabilidad y enemistad de toda Europa. Es un cambio que debe ser estudiado y defendido por los enormes batallones de ciudadanos que se pueden reclutas con estas ideas nacionales. Por supuesto, a esto se unen otros cambios jugables como la posibilidad de destruir el Sacro Imperio en caso de dominio total del territorio del Emperador y los electores o nuevos edificios y consejeros.

Cuando hemos hablado de que estas incorporaciones son eficientes pero no perfectas, nos referimos casi exclusivamente a la difícil implementación del modelo militar revolucionario, la nación en armas, en un sistema basado en el reclutamiento de la edad moderna. Esto es, el diferencial de número de tropas en el caso de la Revolución debería ser todavía más amplio para estar acorde a una realidad histórica. La guerra entre estados, del XV al XVIII, tenía todavía notables reminiscencias medievales tanto en el reclutamiento como en los cargos que dirigían la lid. El cambio posterior a 1792, Valmy, no está muy bien implementado en Europa Universalis 3, y es el número de tropas lo que debía establecer el verdadero diferencial entre una nación de ciudadanos y otra de súbditos.

Historicismo
La principal innovación para el jugador clásico de Europa Universalis no es otra que la posibilidad de utilizar reyes, consejeros y eventos acordes a la línea temporal. Se acabaron los reyes aleatorios, y los consejeros extranjeros: ahora el jugador puede seguir el flujo de la historia e intentar cambiarla. ¿El problema? Se pierde, como ya dijimos en el análisis del Europa Universalis original, libertad de juego a favor de unos datos inexpugnables y cíclicos. Esta vez las cualidades no dependerán del azar, sino del rey planificado. Lo mismo con los líderes militares. Esto está realmente bien para los nostálgicos de Europa Universalis 2, pero lo cierto es la propia naturaleza abierta de la tercera entrega impide un historicismo pronunciado en lo jugable. Los eventos, caballo de batalla de la simulación histórica, siguen apareciendo condicionados fuertemente por la acción del jugador, algo muy diferente a la anterior entrega donde salían casi siempre. En fin, se agradece esta opción histórica pero lo cierto es que el propio diseño del juego la hace muy complicada.

Apartado audiovisual
No hay apenas mejoras en los gráficos del juego, aunque con los últimos parches se ha reducido el molesto parpadeo y los tirones que daba la interfaz al mover el mapa. Prosiguen las trabajadas ilustraciones, la vexilología notable y los distintos escudos que representan a cada uno de los estados.

Se echa de menos, por otra parte, que los consejeros y militares tuvieran una representación realista de sus características físicas, como Paradox hizo en el todavía insuperable Victoria. Volviendo al apartado técnico, es una pena que la misma no haya realizado transparencias en los menús, como los autores del Mod Magna Mundi han hecho con bastante facilidad, aportando un toque con clase a la interfaz. La banda sonora ve la incorporación de nuevos efectos de sonido, especialmente en los inicios del siglo XIX, lo que unido a la rimbombante banda sonora ofrece un marco auditivo fidedigno.

Optimización y mejoras
Más que una expansión de opciones, Napoleon refina todos los aspectos del juego original y ofrece una jugabilidad más trabajada, y con menos bug que el juego original. Europa Universalis 3 ya no es el juego que muchos consideraron fallido; es más bien la versión que debía haber salido originalmente, sin romper tantos puentes con la segunda entrega y ofreciendo una mayor experiencia jugable.

Ahora bien ¿Hay margen de mejora? Creemos evidente que sí, ya que hay algunos elementos del juego que siguen sin funcionar del todo bien. Si bien la economía, la política interior e incluso la diplomacia son conceptos casi perfectos, lo cierto es que tanto la guerra como el propio concepto de prestigio son notablemente mejorables. Hay, todavía, un trabajo muy simple en el número de reclutamientos, los cuales se reducen al número de hombres con los que cuenta un estado. Y si el estado es grande, puede llegar a poder reclutar quince mil hombres en el siglo XV. Esto es un dislate histórico, y por eso es difícil la diferenciación temporal con la etapa de la Convención. A ello se une que el asalto a fortalezas ha sido extrañamente facilitado, lo que conociendo la política de bastiones en todo el XVI –de la que tan bien hablan los libros del historiador Geoffrey Parker- resulta un poco absurdo.

Fuera de la crítica sobre el realismo del título, el concepto de Bad Boy –porcentaje por declarar guerras o anexiones- sigue siendo excesivo para el flujo de las batallas y necesitaría una revisión en los próximos parches. A lo largo del XV al XVII casi todas las guerras se realizaron sin apenas Casus Belli, y tener que optar a éste para quedar honorablemente con los vecinos es desconocer las leyes de fuerza por las que se regía la política internacional en la edad moderna. El mismo concepto de Casus Belli es ridículo aplicado a las guerras revolucionarias, aunque esto está notablemente mejor implementado que su uso en tiempos anteriores.

Conclusión
Europa Universalis 3 Napoleón es una notable expansión que más que ampliar en apenas 40 años el desarrollo del juego, lo que hace es completar su jugabilidad y aportar más opciones históricas al jugador avezado. Esta expansión se hace casi irresistible para los que tengan el juego original, ya que gracias a su distribución únicamente a través de Internet el precio es bastante reducido. Por otra parte, el lanzamiento del juego y la expansión en un solo título por parte de Friendware se nos antoja irresistible para cualquier aficionado tanto a la estrategia como a la historia.

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PEGI +12
Plataformas:
PC

Ficha técnica de la versión PC

ANÁLISIS
8
COMUNIDAD
8.04

Europa Universalis III: Napoleon para Ordenador

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