Análisis Empire of Sin, gestión y estrategia en el mundo de las mafias (PC, Xbox One, Switch, PS4)
El nombre de John Romero siempre quedará ligado a Doom y el de Brenda Romero a la saga Wizardry –en especial Wizardry 8-, pero ambos continúan en la industria, y desde 2015 con su estudio Romero Games. Empire of Sin es el proyecto más ambicioso de este equipo tras Gunman Taco Truck y SIGIL –unos episodios descargables para Doom-, y si bien nunca alcanzará el éxito arrollador del influyente shooter, sí se trata de un excelente juego de estrategia que toma como marco histórico una época bien cubierta por el cine pero no tanto por los videojuegos: los Estados Unidos en la década de los años 20 del siglo pasado. Tenemos la saga Mafia –y más en concreto el original, que ha recibido un remake hace no mucho-, pero pocos juegos han aprovechado estos salvajes años con mafias, tráfico ilegal, guerras entre clanes y, en definitiva, unos "imperios del pecado" al margen de la ley, una idea que por lo visto llevaba rondando a Brenda Romero desde hace décadas.
"Por el alcohol, causa y a la vez solución de todos los problemas de la vida"
La prohibición del alcohol a principios del siglo XX sirvió para reducir muchos de los problemas asociados al alcoholismo, pero también para que las bandas criminales se convirtiesen en las distribuidoras ilegales de los licores y la cerveza, disparando las guerras entre mafias, que en muchos casos se convirtieron en auténticos imperios. Y eso es precisamente lo que nos propone Empire of Sin: empezar a escalar en las calles de Chicago para asaltar y dominar negocios rivales, gestionar la economía y, claro, ganar amigos y enemigos a partes iguales.
Empire of Sin combina elementos de gestión y simulación con estrategia por turnos. Lo primero es lo primero: elegir a nuestro protagonista de entre varios a elegir, cada uno con habilidades especiales que afectan a la manera de jugar –además de misiones de historia diseñadas especialmente para la ocasión-, desde Al Capone a otros ficticios o curiosos, como Elvira Duarte, la auténtica bisabuela de John Romero que dirigió tres burdeles.
Después, tenemos toda una ciudad para explorar y conquistar, con un tamaño que dependerá de nuestros ajustes –cada partida rondará unas 10 horas-.
Se trata de un juego bastante libre en cuanto a la manera de progresar, pero el resumen es que debemos entrar en un ciclo de conseguir nuevos aliados, desde criminales de poca monta a asesinos experimentados, para fortalecer la seguridad de nuestros negocios y asaltar las destilerías o negocios rivales. A medida que progresamos la reputación mejorará y podremos contar con mejores miembros, desarrollar ventajas permanentes, y las reacciones del grupo variarán según nuestras decisiones tomadas en momentos clave. Existen multitud de sistemas para mejorar los bares y el ambiente, potenciar su seguridad, subir la calidad del alcohol… Claro, cuanto más crezca nuestro imperio, también los gastos serán mayores. Un simulador como los que ya conocerás, pero adaptado a la idiosincrasia de los gánsteres.
El segundo apartado de la jugabilidad son los propios tiroteos. No todo se va a resolver con buenas palabras, y los desarrolladores nos recuerdan que podemos tener alianzas temporales, traiciones y un poco de ambas estrategias, pero al final sólo puede quedar un rey o reina de Chicago. A veces no queda más remedio que entrar por la fuerza en un local, acabar con todos los enemigos y enfrentarse a las consecuencias –como los jefes de otras bandas-, y aquí tenemos una jugabilidad de estrategia similar a XCOM, bastante competente y divertida, aunque tampoco excesivamente original: los mapas están divididos en casillas y las unidades se desplazan en un área concreta, se colocan detrás de protecciones –seguras o parcialmente seguras- y disparan, recargan, utilizan botiquines y demás acciones disponibles. Busca esquinas, rodea a tus enemigos para que no encuentren una posición ventajosa y haz buen uso de tus recursos con estados negativos –veneno, hemorragias…-; lo hemos visto en multitud de títulos y siempre es divertido, pero no encontrarás nada realmente novedoso que lo haga destacar sobre la media.
Lo bueno es que hay mucha variedad de miembros para formar nuestro equipo, ya sean de apoyo – por ejemplo un doctor- o de fuerza bruta, con granadas, escopetas y armas potentes. Existe un mercado negro para adquirir el equipamiento que más nos interese, e incluso dispone de unos movimientos de ejecución que quizás asusten a nuestros enemigos. Eso sí, algunos de estos sicarios tendrán amistades y enemistades, lo que nos hará pensar un poco a la hora de optimizar el grupo y añade una dinámica de imprevisibilidad, cada criminal tiene un pasado y los errores influyen en el respeto. El miedo es ese arma invisible que de vez en cuando conviene agitar: ¿premias a un miembro que utiliza tortura en los interrogatorios o lo dejas pasar a riesgo de causar traumas y rasgos que provoquen su marcha de tu grupo? Pero cuidado, la muerte es permanente para estos subordinados.
Nuestra única pega -o mejor dicho, menos entusiasmo con el juego- son esas secciones de estrategia, más por típicas que por fallidas; a veces veremos algún comportamiento raro, como esos puñetazos o disparos a bocajarro entre dos personajes en casillas contiguas que se resuelven sin causar daño; sí, el ataque depende de variables sobre puntería, tipo de arma o defensa del enemigo, pero como mínimo queda extraño. No obstante, el equipo desarrollador ya está preparando actualizaciones para eliminar algunos errores y pulir aspectos de inteligencia artificial, equilibrios jugables, mejor sincronización labial, etc., así que todo es susceptible de mejorar.
El personaje principal que elegimos no sólo influye en el combate, también tiene rasgos que hacen más baratas las mejoras de casinos, ventajas en la diplomacia o en las relaciones con la policía, más ingresos con determinados negocios… Empire of Sin es una buena combinación de la gestión y la estrategia, apartados que por separado quizás no parezcan tener mucha profundidad –que la tienen-, pero juntos hacen del juego mucho más redondo. No puedes separar un elemento de otro: si eres bueno en combate, conquistarás más fácilmente los edificios que deseas, y si los ingresos fluyen, podrás pagar a más personal. Ahora bien, ¿en qué conviertes un local abandonado? El casino normalmente proporciona más dinero y el mantenimiento es sencillo –poco alcohol-, pero puedes toparte con un jugador en racha que te desplume. El burdel es menos rentable pero no necesita el "combustible" del alcohol, aunque uno de tus gánsteres puede acabar con una ETS. ¿Y un bar clandestino? Es la base del imperio por sus altos ingresos, pero depende de las destilerías y alcohol que podamos suministrar, por no hablar del peligro del alcoholismo. Ampliar las destilerías es esencial, pero son costosas a más calidad, y llaman mucho la atención de la policía. ¿Y un piso franco o un hotel? Casi infinitas posibilidades para personalizar la ciudad.
Y además es rejugable: esa cantidad de jefes para controlar y las casi infinitas direcciones que toma la partida nos hará volver una y otra vez para intentar llegar más lejos con nuestro poder en la ciudad, cambiar planteamientos, inclinarnos por una expansión agresiva o más lenta y segura. La visión que se tiene de la mafia es mucho más completa que en otros juegos: no son asesinos descerebrados, hay ciertos códigos y en el fondo es un negocio que hay que cuidar. A veces interesará buscar una alianza temporal con otro capo para expulsar a un enemigo de la zona -con regateo de exigencias-, para más tarde empezar a asentarte en el barrio –con el consiguiente enfado de tu antiguo socio-. Empire of Sin tiene un detalle enfermizo a todos esos detalles que transcurren cuando no estamos descargando nuestra munición.
Recreando los Estados Unidos de hace un siglo
Desde la interfaz a la ambientación de las calles e interiores, Empire of Sin muestra su clara inspiración en la época elegida, o al menos, la imagen que todos tenemos en mente de los años 20. Es verdad que durante las fases de estrategia tampoco se puede apreciar mucho la calidad gráfica y todo parece simplemente correcto –modelados, animaciones, efectos…- pero la estética de los vehículos, oficinas o locales de ocio le dan un toque personal frente a otros títulos de gestión, y la banda sonora acompaña con el característico jazz para momentos relajados o temas un poco más intensos durante el combate. El mapa de la ciudad se adapta según la distancia de la cámara: con una vista realista cuando caminamos por sus calles, o simplificada y tipo "juego de mesa" cuando toca ver la ciudad al completo y decidir nuestro próximo objetivo.
Por último, los diálogos con otros mafiosos se hacen con mucho más detalle, primeros planos de la negociación con las bravuconadas de cada jefe. Obviamente Empire of Sin no tiene valores de una superproducción, pero tampoco necesita mucho más para sorprender. Está traducido al español y las voces son en inglés, aunque de vez en cuando oiremos palabras sueltas en nuestro idioma de personajes hispanos.
Conclusiones
Empire of Sin no será el mejor juego de estrategia de los últimos años, pero es fácilmente el simulador de mafioso más trabajado que se recuerda. Se nota la pasión de Brenda Romero –que lleva persiguiendo este proyecto durante mucho tiempo- por hacer un título que equilibra bien la parte de gestión tycoon -el habitual ciclo de crecimiento y obtención de recursos- con la crudeza de los enfrentamientos entre bandas mediante estrategia por turnos, las constantes puñaladas traperas y las frágiles alianzas según cambian los intereses: ¿fiel a tus pactos o te vendes al mejor postor? Este imperio del pecado tiene todo lo que un aficionado al género puede pedir, y si te apasiona la temática del cine negro, no deberías dejarlo escapar. Nunca ser malo fue tan bueno.
Hemos realizado este análisis en PC con un código que nos ha proporcionado Koch Media.