Análisis de El Rey Arturo (PC)

Ser una leyenda es apasionante, aunque difícil y a veces frustrante, pero aquellos que sepan ser pacientes, meticulosos y tengan la cabeza fría verán sus esfuerzos recompensados. Puede que Rey Arturo te lleve a andar a veces con paso vacilante o te castigue con gran dureza, pero todo habrá valido la pena cuando logres hacerte con un bastión tras una dura lucha calle a calle, conquistes una provincia clave o conjures una de las múltiples amenazas a tu reino.

Ante ti tienes la atractiva tarea de unificar Gran Bretaña siendo el Rey Arturo. Consciente de la dureza del proyecto Neocore te muestra poco a poco los elementos que tendrás que gestionar.

Según avance el juego irás encontrando los caballeros que integrarán la mesa redonda. Ellos serán tu brazo ejecutor y tú el señor todopoderoso que decide sobre su vida.

El camino hacia la leyenda empieza decidiendo qué rey quieres ser

Rey Arturo premia a los jugadores consecuentes. Todos los elementos del juego están bien engranados de forma que tanto si decides ser un paladín del cristianismo como un defensor de las creencias paganas te interese seguir ese lado de la historia tanto en la elección de los caballeros que formarán parte de la mesa como de los feudos que gobernará cada uno. La elección entre ser un honorable defensor de la antigua fe o un autoritario rey cristiano te permitirá vivir unas aventuras u otras, de forma que la experiencia de juego es diferente. Las decisiones que tomes en las distintas aventuras y el bando que elijas en cada encrucijada irá definiendo cómo te recordará la historia.

Neocore ha combinado los elementos de rol y de estrategia mediante la adición con un resultado excelente. Los héroes suben de nivel y puedes ir mejorando ciertos aspectos de su gestión y eligiendo para ellos magias que utilizarás en las batallas. Los caballeros de tu mesa gestionarán los feudos mejor o peor en función de sus características y las de su provincia; de sus creencias y hasta de la mujer con la que los cases dependerá su lealtad hacia ti, y pueden llegar a abandonarte si son derrotados. Según avance la partida, te sentirás más afín a unos y hasta distinguirás sus personalidades.

Para avanzar en la historia, vas participando en aventuras, algunas serán de lucha, otras diplomáticas y algunas de rol. Estas últimas se resuelven mediante texto, y son menos sosas de lo que parecía a priori, ya que recuperan con solvencia el encanto de las aventuras de hace décadas enriqueciendo el juego sin romper el ritmo. Con tus respuestas puedes encontrarte con alguna sorpresa agradable cono la incorporación a tu ejército de algunas potentes unidades.

Los pasos iniciales en el juego están bien guiados, pero más adelante la propuesta es tan abierta que te puedes sentir algo perdido e incluso puedes avanzar por el mapa sin seguir la historia principal ni tener ninguna misión, con el consiguiente desbarajuste en la historia. Es recomendable continuar con las crónicas para profundizar en la historia artúrica. Da la sensación de que tanta libertad en algún momento se le ha ido de las manos a los desarrolladores. Algo parecido sucede con la crónica de la historia, a veces incomprensible para los más legos en el mito de Arturo.

Unas batallas llenas de estrategia militar, moral y magia

En las batallas el enemigo inicial será la cámara, que te impedirá muchas veces seleccionar bien a todas tus unidades cuando estén en los bordes del mapa, lo que obliga a mover el ángulo antes de empezar a mover a tu ejército. Como tiene en cuenta las irregularidades del terreno, deberás alejarla al máximo para moverte sin problemas por el campo de batalla, aunque tendrás problemas sobre todo en los bastiones, con grandes cuestas e irregularidades.

El apartado de estrategia en los combates llega a ser abrumador al principio. En cualquier juego de estas características debes elegir con cuidado el terreno para luchar, las características de los héroes, la ubicación de tus tropas y el momento en que cada una entra en el combate. En Rey Arturo debes intentar controlar además los puntos estratégicos (PE) que hay diseminados por el campo. Influyen directamente sobre la barra moral de las tropas. Aquel ejército que se desmoralice pierde.

Una vez más, el juego muestra su dureza para contigo, y el ejército enemigo siempre empezará controlando más PE, de forma que tu barra empieza a descender. Puedes optar por lanzar un ataque rápido para acabar con el enemigo antes de que te quedes sin moral o por dividir tus tropas e ir recuperando algunos PE mientras presentas batalla con el resto del ejército. En contrapartida, si logras mantener un ejército veterano comprobarás la eficacia de las mejoras en los atributos con las subidas de nivel.

Las primeras batallas serán especialmente frustrantes, excepto en los niveles más bajos de dificultad del juego. Consciente de su dificultad y la profundidad que ofrece, Rey Arturo tiene un excelente ritmo de avance en la gestión: empiezas con un caballero y paulatinamente vas entendiendo el completo mecanismo.

Además de las magias que hayan conseguido, la armadura que lleven tus héroes otorgará ciertas ventajas al ejército. Las tropas también suben de nivel con cada lucha y puedes potenciar el ataque, la defensa, su ataque a distancia, la energía o reducir el coste de su mantenimiento. Los hechizos, ya sean defensivos u ofensivos, pueden ayudarte a dar un vuelco a la batalla, resolviendo situaciones complicadas.

No podrás evitar una maligna satisfacción al causar una explosión alrededor de tu héroe que acabe con la mayoría de las unidades enemigas que le rodean, sobre todo cuando tú mismo le has metido en mitad de la lucha a lo kamikaze. La magia ha resultado ser un elemento muy interesante en un juego de estrategia. La ambientación artúrica permite también que utilices unidades míticas como gigantes o wargos además de las humanas habituales, y que te enfrentes a ejércitos feéricos llenos de seres poderosos y extraños.

Uno de los inconvenientes de Rey Arturo es el desequilibrio en algunas tropas. Los arqueros parece tener un alcance infinito y causan un daño brutal, de forma que si vas equipado con unas cuantas unidades y tu héroe puede potenciar la lluvia de flechas, a veces el enemigo llega hasta ti tan diezmado que será un paseo y, por el contrario, en un abrir y cerrar de ojos, un grupo de arqueros situados sobre una loma acabarán con tu ejército mientras intentas penosamente llegar hasta ellos.

Tu primer bastión y el paso a convertirte en todo un rey

Tras unas cuantas escaramuzas en el campo, cuando empieces a sentir que Rey Arturo tiene poco nuevo que aportar llegará uno de los momentos decisivos, la conquista de tu primer bastión, Londres (Ligres) si eres cristiano y Viroconium si optas por las antiguas creencias. Es una lucha inusual que se dirime en las calles de la ciudad. Aquí sí hay un factor estratégico importante, y puedes decidir si plantear batalla directa o recurrir a escaramuzas por las calles intentando controlas los PE del escenario. Son de las batallas más emocionantes que vivirás en la isla.

Si hasta este momento te has limitado a gestionar las tropas y reclutar nuevos ejércitos, con el primer bastión, que se convertirá tras tu victoria en Camelot, se abre todo un mundo nuevo de posibilidades. En cada ciudad puedes construir varios barrios que te dan ciertas ventajas, aunque también tendrán un coste. Esto te ayuda a definir más el carácter de tu reinado y añade un fuerte componente estratégico, ya que tendrás que decidir impuestos, si mejorar la salud de tus provincias. En la cancillería dictarás leyes y decretos para gestionar los recursos y podrás iniciar la investigación en mejoras.

Es posible que sea del rol de donde Rey Arturo ha heredado la dureza en los primeros momentos de juego. Con la fundación de Camelot el juego es más fluido y tus héroes empiezan a mostrar en el campo de batalla y en la gestión de sus provincias su verdadera valía. La magia entra en lo que ya es tu reino y Rey Arturo muestra sus rasgos más definitorios.

Igualmente, es cuando cobra un significado real la división de los turnos en estaciones, estableciendo un ritmo que hace que la jugabilidad sea variada y amena: en primavera los ejércitos avanzan; verano es la mejor época para plantear la batalla y en otoño llega el momento de retirarse a las ciudades para cuando llegue el invierno, época en que tus ejércitos se acuartelan y el único momento del año en que puedes activar los bastiones, tanto la construcción de barrios como las mejoras en la investigación o la gestión en la cancillería. Esta cadencia permite que tengas más sentido de que evoluciona la historia y otorga al juego más consistencia.

Uno de los aspectos más pulidos del juego es su interfaz, y no ha debido ser sencillo mostrar todos los componentes de la gestión con claridad meridiana. Todo es tan intuitivo como sería deseable: pulsando sobre un ejército tienes todos sus datos, pinchando en el líder accedes a sus características, con el botón secundario del ratón surge un menú circular básico en las provincias, ejércitos y enclaves… Y sólo con situar el cursor sobre un elemento de la pantalla aparece un texto explicativo.

La labor de FX en este sentido ha sido excelente, algo que no se puede decir de los textos. Aunque la editora suele realizar un trabajo impecable en las traducciones, hay algunas misiones, no demasiadas, en las que cuesta entender qué debes hacer, dificultando aún más moverse por la historia. Por el contrario, el manual de instrucciones es un destacable trabajo que permite entender toda la complejidad del juego. Sigue siendo una sorpresa agradable que se pueda ofrecer a un precio tan bajo juegos buenos con unas presentaciones tan cuidadas como las de FX.

Si la música inicialmente es agradable, con el paso de la campaña puede llegar a ser algo cansina. Visualmente el juego tiene buena calidad, aunque exige un ordenador bastante potente si quieres calidad gráfica sin que se ralentice la acción y en las batallas más multitudinarias puede tener molestas caídas de frame rate.

Neocore ha construido una premisa de juego original y consistente, atractiva y que combina con acierto una estrategia militar con un desarrollo rolero que permite vivir experiencias de juego diferentes según desees jugar cada partida. En este concierto para banda sinfónica hay algunas notas discordantes, pero el recuerdo que queda en el jugador es el de la armonía de fondo.