Análisis de Dungeon of the Endless (PC, Xbox One, Switch, PS4, iPhone)

Los mapas están generados aleatoriamente, por tanto cada partida que inicias será algo imprevisible. Para este tipo de juegos hay muchísimas más ventajas que inconvenientes, sobre todo a la hora de la rejugabilidad: no importa que sea tu millonésima repetición, nunca sabes qué te espera detrás de cada puerta –frase promocional del juego-. La única pega que encontramos es que la dificultad depende un poco de la disposición de las salas; en una de nuestras partidas el ascensor estaba en la otra esquina del recorrido, repitiendo ese mismo piso nos apareció a cuatro salas del inicio; en esos casos puedes tener la tentación de correr con el cristal en plan desesperado, aunque tampoco no sea lo más adecuado –de hecho sufrirías daños e incluso alguna baja-.
Dungeon of the Endless tiene diversas ayudas para el jugador, entre ellas la opción de cambiar la dificultad o de pausar la acción para hacer uso del menú durante los tiroteos. Con todo, no es un juego fácil, así que recomendamos paciencia. Engancha y mucho si disfrutas con el género, además, aunque no tiene nada realmente innovador, el conjunto sí funciona muy bien y todos esos elementos dan un resultado que parece fresco, razón por la que ha sido muy bien recibido por la comunidad que ha jugado a las versiones no definitivas.
Si dominas el modo solitario y has desbloqueado al resto de la tripulación, todavía hay unas cuantas opciones para alargar su vida. Cumpliendo una serie de requisitos –al estilo de logros internos- obtenemos otras naves para estrellar en este planeta, y no es un simple cambio estético: modifica las reglas de juego alterando los puntos de salud, o comenzamos con cuatro héroes desde un inicio, aparecen menos recursos, tenemos menos poder de ataque, etc. En definitiva, hay naves que hacen el juego más fácil o endiabladamente difícil. El otro de los modos nos permite jugar a Dungeon of the Endless en cooperativo, de dos a cuatro usuarios, lo que requiere una buena coordinación entre los jugadores y da una perspectiva diferente a la estrategia, pues ya no tienes total control de tu grupo, sólo de tu unidad.

La estética a nosotros nos ha gustado, pero entendemos que los pixels como puños crean opiniones muy polarizadas. Algo más de detalle para dar personalidad o diferenciación a las salas, sin salir de la idea del pixel-art, le habría sentado bastante bien, pero también es cierto que el entorno se convierte en algo muy secundario, pues no se explora manualmente, y por la naturaleza aleatoria no existe una mano detrás que decore especialmente cada sala. Hay un par de detalles, como el humo o la proyección de sombras, que le da un toque más trabajado de lo que aparenta en simples capturas.
Con la música habrá menos debate: es genial, más durante la partida como temas ambientales que escuchada aisladamente. Da un tono de ciencia ficción que le va como anillo al dedo; en cuanto a efectos de sonido nada nuevo y no hay voces, pero no importa, sólo por los temas musicales ya cumple sobradamente en este apartado. Puedes escuchar y descargar la música en BadCamp de manera oficial.
Conclusiones

Dungeon of the Endless es un sólido juego de estrategia, y uno de los mejores roguelike que hemos jugado últimamente. Nos habría gustado una curva de aprendizaje más cómoda o información más exhaustiva de cada función. Pequeñas críticas en todo caso que se palían jugando una y otra vez: la práctica hace al maestro.
El mérito de Amplitude Studios es que ha sabido dar con una fórmula de éxito dosificando lo mejor de cada género, lo que hace que evite caer en la excesiva pasividad que se atraganta a ciertos jugadores en la defensa de torres, aderezado con un poco de humor y un acertado estilo retro. Muy recomendable.
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