Análisis de Cross of the Dutchman (PC)
Muchas veces, los desarrolladores no consiguen crear un héroe con personalidad que cuaje para la aventura en la que están trabajando. Pero, ¿por qué crear uno cuando la historia ya te ofrece héroes reales? Esto debería ser lo que pensaron los chicos de Triangle Studios, que se basan en Pier Gerlofs Donia, un guerrero frisón que se convirtió en leyenda por su supuesto tamaño y fuerza. Basado en esta premisa, nos llega Cross of the Dutchman, un juego de acción para PC que peca de simplista.
La batalla contra los sajones
Cross of the Dutchman es un juego de acción con toques de rol, una especie de hack & slash y "simulador de recadero" muy simplificado. Básicamente, recorreremos una serie de escenarios ligeramente abiertos yendo del punto A al punto B, mientras luchamos por el camino. De hecho, el juego no tiene problemas en romper la cuarta pared y hacer referencias al minimapa o, como decíamos anteriormente, o ver cómo el protagonista bromea diciendo que se siente como un recadero.
Y es que Cross of the Dutchman tira del humor para contarnos una leyenda basada en una historia real, la del guerrero Pier Gerlofs Donia, y cómo defendió su pueblo de la invasión sajona junto a sus leales compañeros, conocidos como la "Brigada Negra de Arum". La verdad es que nos ha gustado mucho que el estudio haya apostado por una figura tan desconocida, porque nos ha permitido descubrir una parte de la historia que no es demasiado popular en nuestra cultura. Además, lo enfoca desde un prisma para todos los públicos, por lo que, a pesar de no ser un juego para niños, también puede ser educativo para jugadores jóvenes.
Centrándonos en la jugabilidad en sí, nos encontramos con un título demasiado simple, y a pesar de que al principio esto nos chocaba un poco, al final se ha acabado convirtiendo en un punto relativamente a su favor. Quizás es porque nos ha servido de romper con juegos más profundos, complejos y exigentes –si sirve de algo, el que firma estas líneas anda con Metal Gear Solid V: The Phantom Pain–, y le hemos cogido el gustillo a progresar sin quebraderos de cabeza.
En el minimapa se nos muestra nuestro próximo destino, y el mayor problema para llegar a él puede ser encontrar el camino exacto para llegar. Con la cámara isométrica y las indicaciones no tendremos demasiados problemas, aunque ya os advertimos que el juego abre y cierra caminos a su gusto para irnos guiando hacia donde quiere. Los problemas llegan por otro lado: su sistema de combate.
Cuando un título se basa en luchar, lo ideal es que su sistema de combate tenga cierta profundidad. No es el caso en el título que nos ocupa. Es terriblemente sencillo, con apenas un par de mejoras que conseguir y movimientos que aprender, demasiado tosco y lento, y que además se apoya demasiado en la mecánica de "huir y volver a pegar". Nuestro personaje tiene la típica barra de energía que se gasta según pegamos, y la única manera que tenemos de resolver los combates más desequilibrados es pegar hasta gastar la barra –normalmente con el ataque especial–, huir para esperar a que se recargue, y volver a atizar.
El sistema de combate va progresando según jugamos, pero justo cuando consigue ponerse más o menos interesante –a las dos horas y media de juego–, va Cross of the Dutchman y se acaba. Lo que nos lleva a otro problema: su brevedad. Además, no ofrece mucho aliciente para la rejugabilidad, así que nos deja con muchas ganas de más. Nos deja, en cierta manera, como si acabásemos de terminar el tutorial, pensando que ahora viene lo bueno.
Apartados audiovisuales
Cross of the Dutchman tiene una cosa que muchos van a agradecer: textos en castellano. Tiene algún fallito por aquí y alguno que otro por allá, pero en general la traducción está hecha con soltura, muy correcta y perfectamente integrada para relatarnos la acción. En lo sonoro, es la banda sonora lo que más destaca. A pesar de lo discreto del título, la música se las apaña para sonar "grande", y la echamos de menos cuando no suena.
En lo visual, es un juego poco más que correcto. No necesita más para cumplir con su cometido, pero se echa en falta que se hayan cuidado más las animaciones, uno de los aspectos donde más flojea el juego. La cámara isométrica le perdona muchos de sus errores, y no sabemos si quizás por tener este factor a su favor se han dormido un poco en los laureles, pero como podéis ver los modelados de los personajes y escenarios son muy, muy justitos.
Un juego que se acaba cuando empieza
Cross of the Dutchman no es un mal juego, pero sí que parece que se queda en una especie de tutorial muy largo. Apenas dos horas y media de juego –que quizás se estiren algo más si vamos a por el cien por cien–, un sistema de combate tosco y simple –que empieza a mejorar cuando se acaba el juego– y una historia curiosa hacen que sea un juego difícil de recomendar a cualquier usuario.
Siendo honestos, nos lo hemos pasado bien jugando. Su simpleza nos ha servido para romper con otras experiencias complejas, y la aventura está bien llevada y resulta divertida siempre y cuando no busques ningún desafío. Os animamos a probarlo antes de comprarlo, pero si algún día vemos una secuela, es posible que se convierta en un título mucho más fácil de recomendar.