Análisis Bleep Bloop, puzles sencillos e ingeniosos (PC, PS4, Switch)
Juegos de puzles hay muchos, pero que se disfruten en cooperativo en partidas rápidas no hay tantos, y aquí es donde Bleep Bloop resulta más divertido y encuentra su lugar. De primeras su aspecto resulta llamativo por lo sencillo: una pantalla en la que apenas hay algunos cuadrados fijos y dos cubos, uno amarillo y otro rojo, cada uno de los cuales se controla con un stick al usar un mando y que se mueven en la dirección en que se le envíe hasta que encuentran un obstáculo.
El nivel de accesibilidad es tal en los primeros niveles que en menos de cinco segundos se entiende cómo se juega aunque no hayamos tocado nunca un mando.
No es una mecánica nueva y se ha visto ya en otros juegos; sin ir más lejos, en
Puede jugarse en solitario también, controlando a los dos cubos, porque además no hay que moverlos nunca de forma coordinada (si chocan estallan los dos y aparece la pantalla como estaba antes del último movimiento) ni importa, en el juego principal, el tiempo que se tarde en resolver cada nivel, pero como más se disfruta, con diferencia, es en cooperativo local, es mucho más divertido y se conecta mejor con él al hablar con el otro jugador y discutir el movimiento que nos llevará a superar el nivel.
Mecánicas exclusivas de cada mundo
En cada uno de los cinco mundos hay mecánicas diferentes que se utilizan solo en los niveles que los componen; en el primero se trata simplemente de mover los cubos hasta llegar a las casillas que brillan, en el segundo hay unos chicles que frenan el avance de Bleep y Bloop en la casilla en la que están y las cuatro adyacentes que están en vertical y horizontal, en el tercero unos interruptores hacen aparecer algunos bloques sólidos al pasar sobre ellos… esto lleva a cambiar la estrategia en cada mundo, olvidando lo aprendido antes y volver a empezar. Es oxigenante y sirve para estimular el cerebro y, en ocasiones hacerle pensar de forma lateral.
La cooperación es necesaria y está diseñada con ingenio; muchas veces es necesario retroceder para ayudar al compañero y resulta gratificante para ambos jugadores superar situaciones complicadas con la emoción de que hemos logrado un éxito conjunto, No es fácil transmitir con medios tan espartanos esa sensación.
La sencillez en la interfaz está llevada al extremo; no hay ninguna explicación de lo que hay que hacer, por qué están ahí esos cubos ni cómo se mueven y, aunque no habría venido mal, tampoco es imprescindible en la resolución de cada nivel, pero sí dicha austeridad causa problemas en las salas de distribución a la que se vuelve tras cada nivel.
En esas salas hay varios pares de casillas con dibujo especial: los niveles que están aún bloqueados, los que ya se han superado y los que están desbloqueados. Unos brillan y otros no, y otros tienen un brillo diferente. Al principio cuesta entender este código y después hay que recordar dónde se ha estado y donde no para no volver a un nivel que ya se haya hecho, algo que nos ha sucedido en varias ocasiones porque hemos jugador en varias sesiones y, al volver horas después, no recordábamos dónde habíamos estado ya e íbamos a un nivel ya terminado. Por suerte, se puede volver al distribuidor pulsando un botón antes de moverse.
Unos personajes sencillos pero con encanto
Aparte de este detalle nos ha gustado mucho la extrema sencillez visual de Bleep Bloop, no hay nada que distraiga la visión y siempre se ve dónde hay que llegar. Las animaciones de los dos cubos tienen encanto, soltando gotas cuando se desplazan, los ojos de uno buscan al otro, se duermen si no los movemos en un rato y, cuando van a chocar, ponen una desesperada mirada de susto, logran transmitir esa sensación encantadora con muy pocos recursos. La música, aunque no parece encajar con el juego, cumple su función de ir acompañando una experiencia que es en sí tranquila (que no relajada).
Los niveles tienen dificultad creciente en cada mundo para ir acostumbrándose a las mecánicas, de forma que se combinan los que se superan sin problema y los que nos harán estar un rato pensando cómo llegar a la casilla final. Es un diseño de niveles inteligente y bien medido, de forma que a partir de la tercera pantalla nunca llega a ser ridículamente fácil ni frustrante, y es igual de divertido jugarlo con un adulto que con un niño, algo muy poco habitual en los juegos de cualquier tipo.
El creador del juego, Luis Ludipe Díaz Peralta, es bien conocido en el desarrollo independiente y se ha curtido en el diseño de niveles en numerosas game jams y con su trabajo en Alpixel, en Bleep Bloop ha aplicado esos conocimientos y su ingenio para crear un juego muy entretenido que desarrolló como proyecto personal y que ahora ha rehecho para convertirlo en un juego comercial con la ayuda de Roger Valldeperas y Lucas González (ambos de Parallel Circles y creadores de Flat Heroes) para las animaciones, de Alberto Rico del estudio Rodaja para el diseño artístico y de Hernan Ojuel (Candle) en la música y el sonido..
Aunque la idea inicial no sea original, el juego logra que los jugadores disfruten al superar los retos y sí son propias las vueltas que encuentra a las mecánicas en cada nivel y en un minijuego sorpresa que supone un cambio de ritmo. El conjunto garantiza una tarde divertida, sobre todo en compañía, por un precio muy asequible.
Este análisis se ha escrito tras jugar con un código para Switch proporcionado por Elzerounogames.