Análisis Astalon: Tears of the Earth, un encantador metroidvania con aroma 8 bits (PC, PS4, Xbox One, Switch)
Cada vez son más las producciones de procedencia independiente las que apuestan por el género (o subgénero, según se mire) de las aventuras de estilo metroidvania. Y la más reciente en aterrizar es esta producción del desconocido equipo de LABSWorks, estudio que ha efectuado un trabajo muy loable a nuestro entender con dicha obra. Astalon: Tears of the Earth es el nombre de su creación, un título que bebe claramente de los grandes representantes de este tipo de juegos y, también, posee algún que otro guiño a la saga Dark Souls así como a Shovel Knight y alguno que otro clásico más.
Una producción que además posee un trasfondo narrativo bastante interesante, si bien cae en algún cliché. La aventura nos traslada a un mundo de fantasía de ambientación apocalíptica y oscura, el cual ha sido devastado como consecuencia de las continuas guerras de poder entre los distintos reinos y territorios. Un lugar en el que únicamente quedan un puñado de supervivientes… pero que, décadas más tarde, comienza a resurgir. El problema es que las aguas parecen estar contaminadas o, peor, envenenadas, por lo que tres personajes salen a buscar respuestas.
Y esto les conduce hasta una torre muy extraña, colosal y laberíntica, La Torre de las Serpientes, lugar donde habitan toda clase de monstruos. Un argumento bastante cuidado como podéis apreciar y al que se le une un matiz más: el pacto secreto que realiza uno de los tres protagonistas (Algus) con Epimetheus, el Titán de la Muerte… ¿pero con qué propósito y alcance? Eso es algo que iremos descubriendo a medida que avanzamos, progresamos… y perdemos la vida en el interior de la torre.
Acción, plataformas y exploración 2D
Como os hemos comentado, estamos ante un metroidvania de libro. Un concepto de juego que como bien sabéis agrupa diversos elementos, como bien puede ser la exploración. El interior de la torre es un lugar repleto de zonas diferentes que debemos ir explorando y descubriendo. Un mapeado bastante extenso que podemos ir consultando cuando así lo deseemos para orientarnos y que está conformado por decenas y decenas de pantallas estáticas unidas entre sí. Para ir accediendo a todos sus rincones es necesaria la colaboración de los tres personajes que se dan cita en el título: el mago Algus, la pícara Kyuli y el guerrero Arias. Tres tipos que poseen ciertas características únicas (salto potenciado, la posibilidad de disparar a través de las paredes, etc.) que tenemos que usar en secciones y momentos concretos para poder avanzar.
Así, es fundamental ir alternando el control de unos y otros, algo que podemos realizar en las hogueras que andan repartidas por los decorados… así como efectuar otras acciones como descansar o guardar nuestro avance. Unos protagonistas que, a medida que progresan, van ganando experiencia reuniendo orbes mágicos que es posible canjear…visitando a Epimetheus. Una pincelada RPG que le sienta de maravilla a este título. Evidentemente, las batallas también están muy presentes en el transcurso de la aventura, siendo necesario ir haciendo frente a numerosos enemigos, muy variados, así como acabar con algunos jefes finales que custodian determinadas áreas.
El plataformeo goza de un protagonismo destacado, puesto que en los escenarios están diseminadas diversas trampas que tenemos que ir esquivando por medio de saltos, algunos de ellos relativamente ajustados. Y para que no falte de nada, también es necesario ir recopilando llaves para habilitar nuevas zonas de juego, descubrir secretos, activar interruptores, emplear ascensores… Y, por supuesto, en muchas ocasiones nos toca volver sobre nuestros pasos para alcanzar un área previamente bloqueada, backtrackeo muy habitual en este tipo de obras y que caracteriza al género como tal. Una fórmula de juego que nos ha parecido muy atractiva y que se disfruta bastante, si bien no ofrece nada verdaderamente nuevo al género. Y, por criticar otro aspecto del mismo, nos ha dado la sensación de que la aventura carece de cierta personalidad. Unos defectos que claramente pierden la batalla contra la pila de virtudes que alberga esta obra.
La estética que ha sido recreada para dar forma a esta jugabilidad tan interesante es en plan retro. Y, más concretamente, su estilo recuerda bastante a la que fue integrada en las producciones de 8 bits. Del diseño de personajes se ha encargado el artista Ryosuke Mita, el mismo que dio vida al manganime Dragon Half. Un trabajo bastante bueno en nuestra opinión al que también se suma la disposición de los rivales, muy llamativa en global. Una labor que contrasta un tanto con la llevada a cabo en los escenarios, los cuales y sin ser desechables nos da la sensación de que son demasiado genéricos en general, aunque es verdad que algunos de ellos sí que son muy agradecidos. La banda sonora también destaca, con 30 temas que llevan la firma del prestigioso compositor Matt Kap.
Un metroidvania atractivo y cautivador
Los amantes de este tipo de propuestas van a encontrarse con un juego bastante ejemplificante del género que posee todos y cada uno de sus ingredientes básicos: exploración, plataformeo, backtrackeo, enfrentamiento contra final bosses… Una propuesta muy disfrutable en general y que, a pesar de caer en algún que otro cliché y de arrastrar una falta de personalidad evidente, su fórmula de juego resulta lo suficientemente sólida y atractiva como para satisfacer a la mayoría de los seguidores del género. Una producción que además ha sido dotada de una estética retro bien planteada en general y melodías de estilo chiptune muy pegadizas.
Hemos realizado este análisis en su versión de Switch con un código proporcionado por Dangen Entertainment.