Análisis de Sid Meier's Civilization Revolution (NDS)

La misma experiencia que disfrutamos en el mes de mayo se traslada, con toda su capacidad de adicción, a la portátil de Nintendo.
Sid Meier's Civilization Revolution
·
Actualizado: 21:31 17/8/2020
GRÁFICOS
6
SONIDO
7
NOTA
8.3
DIVERSIÓN
9
JUGABILIDAD
8
Análisis de versión NDS.
Otros análisis: PS3 y Xbox 360

Civilization Revolution salió el pasado mes de mayo para cubrir un hueco eternamente huérfano en las consolas, el de la estrategia, más concretamente por turnos, que rara vez se ha prodigado por los pads más allá de los juegos por rol por turnos tan prolíficos en el mercado japonés. La adaptación a consola de una de las grandes sagas de estrategia para PC resultó muy buena, simplificando la fórmula del juego original pero sin quitarle demasiada complejidad y, sobre todo, manteniendo esa capacidad de adicción que tantas vidas sociales ha hecho peligrar desde que a Sid Meier se le ocurrió la brillante idea de trasladar el juego de tablero original al PC.

Una adaptación consistente



Esta versión Nintendo DS consigue perfectamente el que podría llamarse su objetivo: mantiene esa capacidad de enganchar, sutil al principio e inevitable minutos después, que plasmaron las versiones originales, manteniendo todos y cada uno de su elementos: las maravillas, las diferentes civilizaciones y todos sus sistemas de juego. Evidentemente, el apartado gráfico no es comparable, y los gráficos 3D del original, con sus vistosos efectos de niebla y animaciones cinemáticas de combate, se han convertido en más tradicionales animaciones 2D y mapeados planos, más esquemáticos que vistosos. Sin embargo, el juego está ahí, tan adictivo como siempre, y ahora aparte de causarnos llegar tarde a sesiones de cine puede hacer que nos saltemos paradas de metro.



Para los no iniciados, Civilization Revolution es un juego de estrategia por turnos en el que asumimos el control de una civilización en sus comienzos, en el año 4.000 antes de Cristo, con el objetivo de obtener la victoria por una de cuatro vías: la dominación militar, económica, cultural o tecnológica. La primera vía consiste en conquistar las cuatro capitales enemigas usando la fuerza militar. Ganaremos si estamos en posesión durante al menos un turno de las cuatro capitales enemigas, sin ser necesario que sus imperios hayan caído por completo (en caso de que ya no les quede ninguna ciudad). Éste es el método más "clásico" y directo, por así decirlo, pero no el único. En Civilization REvolution es posible ganar sin haber combatido nunca contra nuestros enemigos, si bien estos no son mancos y podrán declararnos la guerra para impedirlo.

Los otros tres tipos de victorias tienen algo más de "chicha" pero son igualmente complicadas de conseguir. La victoria económica llegará cuando tengamos al menos 20.000 de oro y construyamos la maravilla del banco mundial. 20.000 de oro es una enorme cantidad y para conseguirla necesitaremos tener ciudades potentes económicamente, generando mucho comercio, y con edificios como mercados y bancos para multiplicar su nivel de ingresos. A medida que vayamos logrando hitos económicos, el juego nos irá recompensando con bonificaciones, como un colono, el conocimiento de la banca o la aparición de graneros o acueductos en todas las ciudades. Hay ocho hitos económicos, y una vez lograda la cantidad de 20.000 de oro, tendremos que construir el Banco Mundial.



La victoria tecnológica consiste en una de las tradiciones de la saga Civilization: alcanzar el suficiente grado de desarrollo para lograr iniciar una carrera espacial, y construir una nave que llegue a colonizar el sistema solar más cercano al nuestro, Alpha Centauri. Para lograrlo habrá que desarrollar todo el árbol tecnológico del juego y luego construir en una ciudad las diferentes partes de una nave espacial; una vez completadas, la lanzaremos al espacio, y dependiendo de las partes que lleve tardará más o menos en llegar. Cuando lo haga, la victoria será nuestra.



Finalmente, la victoria cultural consiste en lograr la aparición de veinte grandes personajes y así poder construir la maravilla de Las Naciones Unidas. La aparición de grandes personajes se mide por la generación de cultura de nuestro imperio, llenándose poco a poco un medidor, y produciéndose estos "hitos". Estos personajes notables, basados en homónimos históricos, conferirán mejoras a nuestra civilización. Podremos utilizarlos de una vez o instalarlos en una ciudad para que su efecto sea permanente. Por ejemplo, un gran constructor puede completar instantáneamente una obra, o hacer que las edificaciones en esa ciudad lleven la mitad de tiempo desde ese momento en adelante. Un gran humanista puede incrementar un punto de población en todas nuestras ciudades, o hacer que la ciudad en la que los instalemos crezca un 50% más rápido.



La generación de cultura también tiene un efecto secundario, y es el área de influencia cultural de nuestra civilización. Ésta determinará sus fronteras de cara a la extracción de recursos y al movimiento pacífico de las unidades de las otras civilizaciones y, además, puede causar que expandamos nuestro imperio por asimilación cultural. No hay nada más satisfactorio, ni más frustrante si somos nosotros la víctima, que una ciudad vecina se una por propia iniciativa a nuestra civilización.

Victorias relacionadas



Aunque existen estos cuatro tipos de victoria, todas ellas están muy relacionadas entre sí. Será muy difícil lograr una victoria militar si nuestra tecnología no evoluciona al menos a la par que la de las otras potencias, pues unos legionarios al estilo romano lo tienen muy difícil frente a unos fusileros. Del mismo modo, a medida que crezca nuestro imperio generaremos dinero, y de hecho lo necesitaremos para completar instantáneamente la construcción de edificios o unidades cuando sea imprescindible (en caso de guerra, por ejemplo). De este modo, cuando estemos cerca de una victoria tecnológica probablemente sea posible una militar, y la económica se convierte en una posibilidad a medida que nuestra civilización crezca. La cultural en cambio es diferente, ya que aunque los grandes personajes sean beneficiosos, y nuestras ciudades fronterizas puedan correr el riesgo de resultar "aculturizadas" (siempre y cuando no las amurallemos, este riesgo puede paliarse con una intensa actividad militar, y lo necesario para aumentar la cultura de la civilización (templos y catedrales) puede restar recursos a la fabricación de unidades militares o a la potenciación de tecnología (bibliotecas y universidades). En definitiva, los cuatro tipos de victoria están muy relacionados entre sí, y si somos lo suficientemente buenos y nuestra civilización está lo suficientemente desarrollada, la forma de ganar se convierte en una elección una vez avanzada la partida.



De entre las numerosas civilizaciones del juego, incluyendo potencias clásicas europeas como Alemania, Inglaterra, Francia, España o Rusia, clásicos de oriente como Japón, India, Arabia o China, y extras más o menos históricos como los zulúes o los aztecas, aparte de los Estados Unidos y poderes de la antigüedad como Egipto, Roma o Grecia, podremos elegir la que más se adapte a nuestra manera de jugar, pues aunque la forma es prácticamente siempre la misma, cada civilización parte con ventajas más o menos equilibradas entre sí que tienen que ver con su tradición o incluso con tópicos. De este modo, España empieza con el conocimiento de la navegación, tiene como unidad especial los conquistadores, y en la edad moderna tiene mayor producción en las colinas, por poner algunos ejemplos. Alemania en cambio tiene ciertas unidades modernas específicas (el tanque Panzer) y ventajas como la veteranía instantánea de sus unidades antiguas, haciendo honor a su tradición guerrera. Este tipo de ventajas resultan muy útiles especialmente al comienzo de la partida. El conocimiento de la monarquía por parte de los ingleses hace que su capital genere mucha cultura al comienzo del juego, mientras que el movimiento extra de los guerreros zulúes nos permite hacer guerras relámpago cuando las otras civilizaciones están todavía en pañales.



Esta variedad de civilizaciones viene acompañada de una inteligencia artificial bastante buena, que no tienen que envidiar a la de las versiones originales. Dependiendo del nivel de dificultad la máquina tiene un grado de ambición y de velocidad de desarrollo (sobre todo a la hora de fundar nuevas colonias) mayor o menor, pero sus comportamientos siempre son bastante inteligentes, aprovechándose de la coyuntura casi siempre, como declararnos la guerra cuando nos vea en problemas por otra guerra, u ofrecernos la paz a la mínima si somos una democracia (al tener opinión pública, tenemos que aceptarla).



No tan táctil como se esperaba



El sistema de control del juego es un tanto extraño, al estar diseñado prácticamente para jugarse con cruceta y botones, pero contar también con cierto uso de la pantalla táctil, el "natural" que se espera del juego, que sin embargo no ha sido completamente implementado. La pantalla no responde demasiado bien al stylus y rápidamente optaremos por el control tradicional con cruceta y botones, que están asignados del mismo modo que las versiones domésticas. Una lástima que el interfaz no se haya adaptado mejor a la pantalla táctil.

El apartado gráfico del juego, como comentábamos al comienzo del artículo, no es comparable al de las versiones domésticas, y los gráficos se han adaptado a las dos dimensiones de forma funcional, pero no muy vistosa. Los enfrentamientos entre unidades siguen mostrándose como animaciones, pero se pierde mucho en la conversión, como es de esperar; sin embargo, están lejos de los vistos en otros juegos similares para la portátil, como la saga Advance Wars. El estilo visual adolece de cierta falta de brillo, con colores un tanto apagados, y se pierde también parte del humor de las animaciones de dirigentes y consejeros. Competente y funcional, pero lejos de lo que se puede hacer en la consola. El apartado sonoro cuenta con una selección de melodías adaptadas de la versión original pero menos variadas y llamativas, y los mismas "pseudovoces", imitando de algún modo el acento y la forma de hablar de cada una de las culturas, a medio camino entre la parodia y el tópico. Cumplen con su función, pero el repertorio de sonidos se nos antoja un tanto limitado.



En conclusión, Civilization Revolution para Nintendo DS es un grandísimo juego de estrategia. Su apartado gráfico es simplemente decente y su control táctil no está bien implementado del todo, pero lo importante, el diseño del juego de estrategia y su capacidad de enganchar y de ofrecer partidas trepidantes y variadas, sigue intacto, y ése es un gran mérito del que muy pocas conversiones a portátil pueden presumir. Si te gusta la estrategia es una compra prácticamente obligada, y quienes busquen en portátil la misma diversión adictiva de las versiones para consolas grandes la encontrarán sin apenas cambios.

Pablo Grandío
Director y fundador

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Género/s: Estrategia
PEGI +3
Plataformas:
NDS PS3 Xbox 360 Wii

Ficha técnica de la versión NDS

ANÁLISIS
8.3
COMUNIDAD
7.16

Sid Meier's Civilization Revolution para Nintendo DS

6 votos
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Ficha técnica de la versión PS3

ANÁLISIS
8.5
COMUNIDAD
7.36

Sid Meier's Civilization Revolution para PlayStation 3

21 votos

Ficha técnica de la versión Xbox 360

ANÁLISIS
8.5
Estadísticas XBOX LIVE
COMUNIDAD
7.46

Sid Meier's Civilization Revolution para Xbox 360

19 votos

Ficha técnica de la versión Wii

COMUNIDAD
7

Sid Meier's Civilization Revolution para Wii

1 votos
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