Análisis de Nanostray (NDS)
El género de los matamarcianos se deja ver cada vez menos en las consolas, contando en los últimos años en nuestro continente con escasos pero excelentes representantes. Los alemanes Shin’en aportaron su granito de arena al género en las portátiles con Iridion (dos entregas, bien diferentes entre sí) para Game Boy Advance, y ahora dan el paso a Nintendo DS, la portátil de doble pantalla de la compañía nipona.
Estamos ante un arcade de disparos puro y duro en el que no hay ni tan sólo referencias a una contextualización del juego, es decir, no tiene ni una línea de guión, tan sólo acción desde el primer momento hasta el último. Pilotaremos una nave solitaria bien equipada con su arsenal de destrucción enfrentada a las innumerables hordas enemigas a través de las múltiples fases que componen el juego, todas ellas de desarrollo vertical.
La acción del juego tiene lugar íntegramente en la pantalla superior de la consola, dejando la pantalla inferior para seleccionar entre los diferentes tipos de armas que tendremos mediante la funcionalidad táctil, así como un pequeño radar que usaremos poco pues habrá que estar muy atentos a lo que sucede más arriba.
Lo cierto es que el juego presenta uno de los acabados gráficos más sorprendentes de la portátil hasta el momento, con cuidados fondos tridimensionales y unos excelentes diseños de naves, que van desde lo enorme y descomunal hasta la saturación de la pantalla por la cantidad de enemigos y disparos, manteniéndose siempre a una constante tasa de 60 imágenes por segundo, con algunas muy concretas excepciones derivadas por el uso de bombas que destruyen a todos los enemigos de la pantalla cuando ésta se encuentra especialmente repleta de naves.
Nanostray presenta ocho fases ambientadas en otros tantos planetas con entornos diferenciados, algunos de ellos bastante clásicos, pero bien caracterizados y diseñados en su composición. Por desgracia, las fases son bastante cortas, por lo que el juego no es extenso en su duración. Eso sí, como todo buen juego de tipo arcade invita a rejugarlo para batir nuestra propia puntuación, así que si bien es cierto que completarlo no será una tarea demasiado ardua, si el género nos gusta disfrutaremos mucho destrozando las tablas de puntuaciones.
Y es que, pese a que parece claro que el acabado técnico ha sido una prioridad esencial para los desarrolladores, no han descuidado el lado jugable. Es un juego de la vieja guardia, con un diseño de niveles sencillo, sin sorpresas en su desarrollo, que en algunos momentos integra con majestuosidad escenario y enemigos, obligándonos a realizar maniobras precisas entre volcanes o columnas mecánicas mientras destruimos a todo lo que se mueve. En algunas ocasiones puede no estar del todo claro lo que es un simple fondo o un obstáculo en el camino, pero esas situaciones son las menos y se dan como resultado de una integración demasiado sutil en ocasiones de los elementos de juego con los puramente decorativos.
El juego tiene un ritmo de la acción muy intenso, y eso en parte perjudica su uso de la pantalla táctil. El radar, desde luego, pasará desapercibido por completo para el jugador, pues si éste se molesta en mirar qué se acerca, lo que hay en pantalla lo habrá matado cuando se dé cuenta. Del mismo modo, puede costar un poco hacerse con el sistema para cambiar de arma. Lo cierto es que usar la pantalla táctil para cambiar el tipo de láser es fácil, pero los botones pueden resultar un poco pequeños para acertar sobre ellos sin mirar la pantalla táctil, y mirarla en plena acción representará perder una vida. Lo cierto es que dados los pocos botones que usa el juego, quizás hubiese sido recomendable optar por un sistema de control que permitiese al jugador escoger entre usar un sistema de control clásico (cambiar de arma con un botón) o el sistema escogido, a través de la pantalla táctil. No es que el sistema sea malo, pero desde luego en un momento de tensión puede darnos problemas.
El armamento con el que contamos es bastante diferenciado, de manera que cada una de las cuatro armas que tendremos a nuestra disposición adaptándose a diferentes situaciones, como disparos laterales. El arsenal se complementa con bombas y un ataque energético especial, ambas de gran destrucción y, por tanto, limitadas. Pero su potencia es tal que en el nivel de dificultad estándar pueden simplificar la acción en exceso, pues cada vez que nos matan, el depósito de bombas estará repleto de nuevo. En los niveles más avanzados de dificultad esto, por suerte, no sucede.
Por desgracia, ésa será la única diferencia reseñable a la hora de escoger nivel de dificultad, junto con el número de continuaciones disponibles y vida por cada continuación. En el modo normal tendremos continuaciones infinitas con cinco vidas cada una, resistencia para seis impactos y tres bombas; el modo avanzado nos da tres continuaciones con cuatro vidas por cada una, aguante para tres impactos y la misma cantidad de bombas, aunque recuperando sólo una al morir; finalmente, el último nivel, el experto, nos limita a tres continuaciones con tres vidas por continuación, y no recuperamos bombas al morir.
El modo aventura nos invita a ir jugando por grupos los diferentes niveles, con dos grupos de tres fases, pudiendo escogerlas libremente, dejando los dos últimos niveles para ser jugados en orden secuencial. Contaremos con la opción de salvar la partida, así que puesto que nuestro avance se va guardando, la tarea será sencilla. Una vez hayamos superado todos los niveles del modo aventura, podremos acceder a ellos en el modo arcade, jugándolos de manera independiente con el objetivo de mejorar nuestras puntuaciones. Los modos de juego para un jugador se complementan con la opción Challenge, donde se nos presentan más de veinte retos diferentes que se van desbloqueando paralelamente a nuestro avance en el modo aventura. Su dificultad es, en líneas generales, superior a la tónica del juego, dándonos objetivos concretos que habrá que alcanzar para superarlos con éxito.
Por otro lado, Nanostray cuenta también con opciones multijugador para dos personas con sólo una tarjeta de juego. Son diversos modos competitivos, limitados por tiempo (gana el que mayor puntuación consiga en dos minutos, por ejemplo) o por puntuación (gana el primero en alcanzar la puntuación establecida). Es una opción muy interesante para potenciar la rejugabilidad del juego, algo que se ve favorecido por la inclusión de una galería, en la que podremos encontrar tanto diseños del juegos como músicas, que habrá que desbloquear en otros modos de juego.