Análisis de 1080 Avalanche (GameCube)
El snowboarding es una disciplina deportiva que últimamente se ha puesto muy de moda en las consolas, desde que el predecesor de este 1080º Avanlanche viese la luz, de modo que nos encontramos con un panorama que nos ofrece varias posibilidades, sobre todo si tenemos varios sistemas de última generación. SSX3 es la apuesta multiplataforma de EA Big, y los usuarios de Xbox pueden optar por el exclusivo para su consola Amped 2, la continuación de uno de los títulos de lanzamiento. Así pues, si observamos todo el panorama de consolas de sobremesa actual, nos encontramos con un trío de títulos llenos de calidad y virtudes que luchan por hacerse un hueco en el mercado, por lo que una de las cuestiones más importantes es ¿qué nos ofrece 1080º Avalanche frente a sus competidores?
La palabra es velocidad
Una de las cosas más importantes que debemos tener en cuenta es que éste es un juego de velocidad, no de hacer piruetas. Esto, que puede parecer baladí, es algo muy importante, pues es una de las características más diferenciadoras entre este videojuego y el de EA, mucho más centrado en la realización de acrobacias aéreas que desafían a las leyes de la física a lo largo de saltos imposibles.
<1080º Avalanche no es eso; es un juego de carreras, es un juego de velocidad en lo que lo importante no es dar el giro más espectacular sin que nuestro personaje se rompa todos los huesos, sino que nuestro objetivo será ser el primero, el más rápido.
De este modo, todo el esquema de juego está orientado en este sentido, y los recursos técnicos más espectaculares de los que hace gala se centran básicamente en reforzar la logradísima sensación de velocidad que produce lanzarse montaña abajo en unos circuitos atestados de gente, vegetación y todo lo que nos podamos imaginar. Y es que uno de los aspectos más agradecidos del título es el diseño de los escenarios, llenos de componentes y bastante variados para lo que es un juego "de nieve". NST ha combinado pistas muy heterogéneas en la montaña con escenarios urbanos de todo tipo, e incluso carreteras, dando al juego una variedad digna de mención que se va haciendo cada vez más notable según avanzamos en las pistas que nos van ofreciendo los diferentes modos de dificultad. Como es de esperar, estos escenarios están llenos de todo lo imaginable: esquiadores novatos, otros temerarios, patrullas en moto de nieve, aves migratorias en pleno vuelo, tráfico real y coches accidentados, renos, lobos, ardillas, helicópteros y el clásico guiño nintendero, esto es, una estatua gigante esculpida en hielo de Mario, son sólo algunas de las cosas que llenarán las pistas y que en más de una vez tendremos que esquivar como podamos.
Al principio puede parecer que el juego es bastante limitado, y con pocas pistas, pero según avancemos descubriremos que en realidad cuando pasamos un nivel de dificultad (es decir, un circuito con un número determinado de pistas) se nos abrirá el siguiente. La curva de aprendizaje es francamente corta, y pasar los primeros retos del juego será sencillo, pero según nuestro progreso nos lleve a los niveles más duros, descubriremos que tendremos que convertirnos en unos auténticos maestros del snowboard. Los diferentes circuitos son algo cortos, pudiendo en varios de ellos, lograr marcas por debajo del minuto, aunque esta brevedad se traduce, gracias al muy acertado diseño de estos, y lo bien nivelado de nuestros rivales, en unas carreras de gran intensidad en los que cualquier fallo puede resultarnos muy caro. Como vemos, la intención es radicalmente diferente a la de SSX3, donde se nos ofrece la posibilidad de deslizarnos montaña abajo a través de las diferentes pistas como si se tratase de una sola, dando lugar a partidas de una decena de minutos. Ambos conceptos se adaptan muy bien a sus respectivos títulos y, aunque un sistema similar al del título de EA Big hubiese podido resultar curioso en 1080º Avalanche, está tan orientado hacia un ritmo tan frenético como sea posible, que, seguramente, un trazado tan largo hubiese diluido en buena parte esa esencia que lo hace distinto.
También hay lugar para la filigrana
Las pistas a las que nos enfrentamos en el modo Carrera (es decir, el modo principal de juego) están llenas, pese a todo, de elementos que nos facilitarán la realización de acrobacias para nuestro lucimiento personal, ya sea aprovechando los desniveles naturales, las barandillas, o las rampas, por citar algunos ejemplos clásicos. De esta manera, podremos, ayudándonos de nuestra velocidad, dar saltos realmente largos y, mientras estamos en el aire, realizar figuras y combinaciones de estas, así como dar giros de 180º, 360º o muchos más grados, o grindar como locos durante metros y metros sobre una vía de tren, una barandilla o el borde de un rampa mientras intentamos mantener el equilibrio. El sistema de acrobacias no es tan profundo como en otros juegos, donde desempeña un papel esencial, pero sí lo suficientemente bien creado como para que cualquier novato pueda hacer unos movimientos básicos casi desde su primera partida, pero sólo el jugador experto podrá enlazar diferentes movimientos y crear nuevas figuras logrando que su medidor de potencia aumente exageradamente sin acabar la partida antes de lo deseado. La cuestión es que, después de todo, el esquema de control se corresponde totalmente con lo que es nos encontramos: un juego de carreras con acrobacias, y no un juego de acrobacias con carreras. No es mejor ni peor, sino simplemente diferente y adaptado a lo que nos va a exigir.
Lo que no nos vamos a encontrar en 1080 Avalanche son saltos de más de cuatrocientos metros de longitud mientras enlazamos una serie inverosímil de movimientos que romperían las articulaciones del más pintado. Y no, no es que éste sea un juego orientado hacia la simulación, pues es un arcade puro y duro, pero, pese a buscar lo espectacular en el desarrollo de la partida, y ser naturalmente premiados por ser los más habilidosos en el aire, el juego guarda cierta verosimilitud con la realidad e incluso cierto apego a la ley de la gravedad, de manera que nuestros saltos no crearán estelas en el aire ni nos romperemos la mandíbula con un AirBus. Es decir: si la inercia nos puede jugar una mala pasada mientras nos deslizamos sobre una placa de hielo a lo largo de un risco si perdemos demasiada tracción, el resto de elementos que componen el motor del juego y que hacen que nos deslicemos colina abajo van a ser también un límite en nuestros saltos... además de la pericia natural del personaje que seleccionemos. Y es que conseguir un buen equilibrio entre las características de nuestro snowboarder y la tabla será algo bastante influyente en la carrera y que puede darnos o quitarnos la victoria.
No debemos pensar, sin embargo, que toda la parte de las acrobacias ha sido relegada a un segundo plano sin más para dar mucha mayor importancia a nuestra velocidad y capacidad de lograr un trazado perfecto en el circuito, pues NST ha incorporado tres pistas exclusivas para el modo de juego "Estilo libre": en Half-pipe tendremos una U en la que podremos lucirnos sin límites; un trampolín en la pista Air-make para dar saltos larguísimos mientras componemos figuras en el aire; y, finalmente, Terrain Park, basada en las pistas reales NINTENDO GAMECUBE Parks and Pipes que están en las estaciones de Whistler y Blackcomb, en EE.UU, y que es un circuito de una extensión considerable con todo lo necesario para realizar todo lo aprendido durante el juego y alcanzar puntuaciones altísimas.
Pasando por las puertas más rápido que el reloj
Hay, además, otros dos modos de juego (sin contar las opciones multiplayer, con hasta cuatro jugadores, ya sea con split-screen o por LAN, y sin ninguna ralentización o perjuicio gráfico), el Eslalon y el Contrarreloj. El último no puede ser más evidente: se centra en batir los récords de cada circuito, pero con una peculiaridad más que reseñable, y es que deberemos localizar las cinco partes de una moneda mientras ejecutamos el descenso. Sólo así lograremos sumar los puntos necesarios para ir desbloqueando nuevas tablas de snow para nuestros corredores.
El Eslalon consiste, obviamente, en pasar por las puertas localizadas a lo largo de todo el circuito, incluidos los Checkpoints con los que lograremos aumentar en algunos segundos el tiempo disponible para acabar el circuito. Será importante hacerlo no sólo con un buen tiempo, sino, también, pasar por todas las puertas que nos sea posible para lograr una buena puntuación y si, además, logramos cruzarlas todas, se nos otorgará un trofeo. Según vayamos acumulando trofeos podremos, al igual que con las monedas, desbloquear tablas de snow, sólo que, esta vez, serán bastante especiales. Así es como podremos deslizarnos, por ejemplo, sobre un pingüino a toda velocidad.
Este sistema de recompensas está muy bien implementado en el juego (también tendremos algunas sorpresas en el nivel Difícil del modo Carrera), al dar un reto más a estos niveles que muchos jugadores, de otro modo, tal vez pasarían por alto y ni siquiera probarían. Es ésta una buena manera de llevar su atención hacia los modos de juego alternativos, que alargan sobremanera la vida del videojuego y que muchas veces no nos paramos a disfrutar en todo su esplendor.
¿Y la avalancha?
Dado el título del juego, parece que las avalanchas van a ser un pilar esencial del juego, pero por desgracia no ha sido así. No, al menos, del modo esperado. Las fases de las avalanchas son en cierto modo anecdóticas, accediendo a ellas una vez hemos superado las pistas normales de los respectivos niveles de dificultad. Además, cuando completamos el circuito de la avalancha, en vez de desbloquearse y poder acceder a ella en cualquier momento, se nos dará un código –bastante sencillo– que deberemos introducir en la pantalla de opciones. La ventaja de esto es que el proceso no pasa de ser un poco molesto, y podremos adentrarnos en las avalanchas en cualquier momento, tengamos o no nuestra tarjeta de memoria con nosotros.
Las fases de avalancha están muy bien realizadas y presentadas. Nos llevarán a la montaña en un helicóptero, desde el que nos lanzaremos, y esta vez correremos solos con el simple objetivo de sobrevivir. Sin embargo, para disfrutar de la auténtica experiencia de una avalancha en toda regla, una catástrofe que arrasará con bosques, casas, y nos envolverá en nieve y rocas mientras el mando no para de vibrar en perfecta sintonía con lo que vemos en el televisor, deberemos avanzar bastante en el juego. La aventura, sin embargo, valdrá la pena, pues reúne lo mejor del juego en un único circuito: velocidad extrema, grandes desniveles, la necesidad de realizar saltos y mantener el equilibrio en situaciones imposibles y, sobre todo, una realización técnica impresionante. De hecho, la cuidada producción de la gran avalancha del juego, y las sensaciones que experimentaremos al jugarla, nos harán desear que NST hubiese introducido más pistas de este tipo.
La ventisca no me deja ver
El juego tiene una realización técnica a la altura de las circunstancias. El motor gráfico proporciona no sólo una recreación bastante verosímil de la realidad, con diferentes texturas que nos ayudarán a distinguir todos los tipos de nieve o hielo que nos encontraremos y que, por supuesto, influirán en las reacciones que sufrirá nuestro personaje. Las condiciones climáticas, además, están también muy bien representadas en el juego: desde una ligera lluvia, hasta la más dura ventisca aparecerán en el juego, ya sea de día o de noche, e incluso deberemos lograr aterrizajes satisfactorios cuando un helicóptero volando bajo ha levantado toda la nieve y apenas podemos ver. Las animaciones de nuestros personajes están muy bien realizadas, pero sin llegar a ser espectaculares, aunque en ningún momento son toscas o con ausencia de cuadros de animación. Sin embargo, lo que destaca en este sentido, es el movimiento de la ropa y las cuidadas texturas (especialmente algunas pieles), el pelo, y el modo en que nuestro personaje se impregna de nieve (en función del tipo de ropa, por donde pase y si se cae o no)... en definitiva, un cúmulo de detalles que conforman un aspecto gráfico muy cuidado.
1080º Avalanche presenta la opción de 60Hz, y se juega a unos 60fps muy consistentes, aunque nos encontraremos con pequeños bajones en algunos momentos muy concretos, como cuando estemos en un salto espectacular a gran altura, y nos encontremos con un horizonte lejanísimo y un bosque bien poblado bajo nuestra tabla. La bajada de frames, sin embargo, está perfectamente controlada, no afecta a la jugabilidad ni al dinamismo del juego, y el jugador difícilmente se percatará de tal incidente. Hay otros momentos en los que el framerate también parece bajar un poco, pero es justo antes de que el juego deforme la imagen en momentos concretos, como al dar saltos de gran altura o alcanzar velocidades muy altas, para dar paso a un efecto blur y gran angular que agudiza no sólo la sensación de rapidez junto con las sutiles líneas cinéticas que trazan los copos de nieve, y la estela que dibuja nuestro snowboard sobre la nieve mientras levanta pequeñas partículas de ésta; o bien cuando perdemos el equilibro, momento en el que el juego pasa a un slow-mo (léase, cámara lenta) acompañado de demás virguerías visuales que pondrán frenético al más pintado hasta que logramos recuperar totalmente la vertical. Salvo en estos momentos, justo antes de entrar en escenas con efectos gráficos especiales, o en algunos pasajes muy concretos, el framerate es total y absolutamente estable, y el juego se disfruta con una gran sensación de velocidad tanto a 50 como a 60Hz.
Los efectos de sonido están también a la altura de las circunstancias, haciendo un uso excelente del sistema Dolby Pro-Logic II, que se apreciará muy especialmente en la gran avalancha del juego. 1080º Avalanche incluye toda una serie de efectos para el deslizamiento de la tabla en función del tipo de nieve o superficie sobre la que nos deslicemos, así como para cuando nuestros huesos den con el suelo o nos golpeemos con las ramas de los abetos, además de unos efectos de sonido para el viento y la lluvia o nieve muy completos, y que varían según nos adentremos en una cueva de hielo, estemos esquivando árboles en un espeso bosque, o estemos en pleno salto. La naturaleza, por supuesto, se ha hecho un hueco importante, y podremos oír tanto a los patos según vuelan sobre nosotros, como a los lobos aullando en la lejanía e incluso, si nos fijamos lo suficiente, a el corretear de las ardillas entre la hierba mientras trinan los pajarillos. Nuestro personaje reaccionará también al golpearse contra un enemigo, adelantarlo a toda velocidad o tirar a otro esquiador no sólo con unas buenas animaciones, sino también con expresiones que reflejarán sus emociones.
En lo tocante a la música, NST ha incluido música licenciada de grupos musicales de diferentes estilos musicales, pero que se adapta con gran maestría al ritmo del juego. Con más de cuarenta temas, es seguro que el jugador encontrará alguna canción que le guste. Se nos ofrece, por supuesto, la opción de escucharlas antes de empezar la carrera y escoger la que queramos, dejarlo al azar, o, simplemente, quitar la música y dejar sólo los sonidos ambientales. Entre toda la selección musical (que incluye canciones de los álbumes más recientes de Boysetsfire o Seether, por ejemplo), destacan los temas incluidos del grupo Cauterize, con especial atención a su canción Choke, presente en la intro del juego, en el spot televisivo que se ha emitido en EE.UU, y del que se nos ofrece, además, un videoclip de un concierto con calidad DVD. La banda sonora del juego, así pues, está llena de temas de gran calidad musical, y que será un placer escuchar, situándose muy por encima de la media en lo que a otros juegos similares se refiere.
En líneas generales, el juego ha sido producido con mucho mimo, con un aspecto técnico de gran calidad, con momentos de una lucidez considerable. Muestra del cuidado puesto en todo lo que rodea el juego es, por ejemplo, que el propio manual cuenta como fondo para sus páginas con fotografías de algunos fotógrafos profesionales muy conocidos en el mundo de los deportes de invierno, entre los que destaca Crispin Cannon, especializado en el mundo del snowboard, y que, sin duda, los aficionados a este deporte conocerán por haber publicado no pocas fotografías en diferentes revistas.
Conclusiones
NST ha creado un juego muy divertido tanto para uno como para varios jugadores y que debemos considerar como heredero directo de su predecesor en N64. Esto implica que las novedades no son en realidad muchas, pero si el original 1080º Snowboarding era un juego excelente que todavía hoy puede sorprendernos por su jugabilidad y realización, 1080º Avalanche no lo es menos. Es muy cierto que el factor sorpresa que tuvo ya no está, salvo en las avalanchas, que podrían ser más numerosas, y que los juegos de este tipo han proliferado mucho desde entonces (basta contar las sucesivas entregas de SSX que regularmente ofrece EA, algo muy de su estilo), incluso algunos opinarán que el sistema de juego se ha quedado atrás con respecto al citado juego de EA, pero no es así, ni mucho menos. El sistema de control no funcionaría aquí, pues SSX desprende un aroma a Tony Hawk demasiado intensa, y NST ha hecho un juego de carreras, donde la velocidad es lo importante, como mandan los cánones. Esto mismo es lo que debe tener más en cuenta el comprador final, pues el carácter y forma de ofrecer diversión de ambos juegos es muy diferente, así que será necesario reflexionar sobre qué preferimos, pero teniendo siempre muy claro que ambos juegos son totalmente compatibles, y que comprar uno no debería significar la exclusión automática del otro. Son dos juegos de snowboard, sí, pero con un fondo muy diferente, y sería una pena quedarnos sólo en lo más externo.
1080º Avalanche es, en definitiva, velocidad y espectáculo en estado puro sobre una tabla de snow, aderezado todo ello con un apartado técnico que nos dejará boquiabiertos y una jugabilidad digna de mención que nos hará jugar una y otra vez. Es, en definitiva, una actualización dignísima de uno de los pioneros del género que conseguirá atraparnos cuanto más juguemos.