Análisis de Does not Commute (Android, iPhone)
Al comienzo de las plataformas táctiles encontrábamos algunas propuestas medianamente arriesgadas en el terreno de los videojuegos, que buscaban sacarle el partida a la nueva interfaz de teléfonos y tablets. Esto originó la apertura a un buen número de géneros y a la inclusión de gestos en las mecánicas que a día de hoy, se han acabado convirtiendo en todo un estándar. Si recordáis o hacéis acto de memoria, os vendrán a la cabeza juegos como ¿Dónde está mi agua? o títulos de conducción como Smash Cops -éste último, más reciente-. Pues bien, si nos preguntáis qué nos ha parecido Does Not Commute, os diremos que es la combinación perfecta de las mecánicas de ambos juegos, unidas a las de otros títulos de puzles en los que los reflejos y la memoria a corto plazo son esenciales. Y sí, es una fórmula arrebatadora.
Tráfico, retenciones y maniobras imposibles
Does Not Commute viene de la mano de los creadores de Smash Hit , uno de los títulos de puzles más laureados y reconocidos de los últimos tiempos en la Google Play Store y la App Store de Apple.
Lleva un tiempo con nosotros en las tiendas digitales de ambas empresas, pero creemos correspondiente dároslo a conocer, porque estamos, casi sin ninguna duda, ante una de las revelaciones jugables del año.
El objetivo principal en Does Not Commute, es guiar a todos los vecinos, vehículo mediante, a su destino final. Su simpleza puede chocar al principio, ya que aunque el concepto de juego es bastante básico, únicamente tendremos dos controles y botones en la interfaz -power-ups a un lado-, que marcarán las direcciones de izquierda y derecha. La velocidad y la rapidez del coche o vehículo en cuestión -lo mismo conduciremos camiones que motos, pasando por descapotables-, con lo que en función del vecino que nos toque asistir, tendremos un reto u otro. Hasta aquí, parece fácil. Pero la gracia es que el componente de rompecabezas y reflejos de Does Not Commute hace acto de aparición a las primeras de cambio.
Porque la gracia de Does Not Commute es que debemos esquivar el tráfico, claro está, pero es que ese mismo tráfico lo hemos ido generando previamente nosotros con nuestras acciones y decisiones al guiar a los vecinos con anterioridad. Sí, como estáis leyendo. Si para llegar al dentista con el Dr. Charles Schneider hemos cruzado la avenida o el vecindario de forma agresiva, cuando juguemos con otro coetáneo del pueblo, veremos nuestras acciones reflejadas con anterioridad, con la repetición exacta de nuestras maniobras en pantalla, con lo que tendremos que evitar o tenernos muy en cuenta a la hora de conducir, entretejiendo un particular cuadro en de decisiones sobre la carretera. A eso, hay que sumarle que tenemos un tiempo límite global para realizar cada acción y ruta, con lo que la cosa se va complicando varios enteros al llegar al cuarto o quinto vehículo. Cada segundo cuenta, y cada camino, dirección o decisión, puede darnos unos segundos de más ideales para el siguiente reto.
Does Not Commute se presenta a nosotros como juego, una vez pasamos del primer vecindario y nos adentramos en la ciudad. Allí encontramos avenidas, callejones, túneles, puentes y rotondas que, unidos a la veintena de coche que se pueden acumular por sus calles, nos supondrán un verdadero reto. Es por eso que debemos -además de cotillear en la vida de los vecinos, que se presentan a nosotros con un pequeño y divertido texto que nos alerta de sus actividades y relaciones-, componer un mapa enorme de las maniobras automovilísticas orquestadas previamente. Es curioso ver cómo, en los primeros compases, nos daremos de bruces con todos los vehículos habidos y por haber, creando choques en cadena y accidentes bastante dramáticos.
Pero no hay que preocuparse. Aunque Does Not Commute es un juego que puede volverse difícil de buenas a primeras -el cronómetro juega en nuestra contra, y cuando existen tantos coches en pantalla es normal sentirse abrumado-, ofrece ciertas ayudas, en forma de segundos extras dispersos por el mapa y bonificaciones de turbos o direcciones asistidas que, unidas a la aparición del botón de rebobinado, permiten hacer pruebas y ensayos hasta dar con la ruta o la táctica perfecta -aunque ojo con esta última opción, resta un segundo del cómputo global-.
Nuestro consejo es muy básico: intenta no abusar de los rodeos o las rutas secundarias, porque perder segundos al comienzo, cuando el mapa está más vacío, puede llegar a penalizarnos en los últimos compases de cada escenario, cuando esté todo repleto de vehículos y coches danzando por ahí. Como os podéis esperar, sobre todo en un juego que exige tanto por parte del usuario, el control debe ser perfecto. Does Not Commute no tiene lag o mal timing de ningún tipo, y no perjudica en ningún momento al jugador, ofreciéndonos una experiencia interactiva redonda.
Gráficamente, y a nivel de audio, Does Not Commute apuesta el estilo minimalista. No hay artificios ni excesos, y todo cuaja de forma madura dentro del planteamiento de puzles del juego. Ofrece una ciudad básica pero reconocible-casi parece una maqueta-, que es bañada por puestas de sol muy oníricas, tempestuosas tormentas o agradables y calurosas noches de verano. La iluminación de los entornos funciona a la perfección, y lo cierto, es que ambientan y añaden una textura particular al apartado gráfico del juego.
Does Not Commute también añade un catálogo de vehículos muy variado, diferente, que nos ayuda visualmente a comprender y reconocer qué coches y de qué manera andan y pululan por ahí. En iOS -hemos analizado el juego en un iPhone 5S y un iPhone 5C-, es compatible con Game Center y la pantalla del iPad. Está traducida al castellano, aunque de manera parcial, algo que no terminamos de comprender y que esperemos se solucione con algún parche. Como nota, cabe destacar que no ofrece compras in-app más allá de la posibilidad de insertar puntos de control y guardado, siendo uno de esos pocos juegos actuales que vienen completos mediante descarga gratuita tanto iOS como en Android.
Conclusiones finales
Does Not Commute es un juego asombroso, que revitaliza y añade detalles a un género un tanto explotado de malas maneras en las pantallas táctiles de iOS y Android. En Does Not Commute se conjugan los aspectos más reconocibles de los juegos de habilidad y puzles, tiznado de elementos propios de la conducción táctil, y todo bajo una presentación y un control perfectos. Sí, es un juego desafiante, quizás exasperante llegados a un nivel concreto -hay que manejar muy bien la tensión-, pero que gratifica al jugador por los éxitos. Una de esas apps indispensables tanto en iOS como en Android.