Análisis de Shinobi (Nintendo 3DS)

Una de las sagas que resultaron ser más emblemáticas en la era de Megadrive fue Shinobi, los juegos de acción absolutamente espectaculares protagonizados por Joe Musashi y, sin duda, una saga que muchos aficionados con consolas Nintendo podían envidiar con buenas razones.

Ahora la saga llega a Nintendo 3DS con un trabajo que corre a cargo del estudio Griptonite Games buscando la esencia de lo que hizo grande a la serie. Para ello, nos pone en el papel de Jiro Musashi, predecesor de Joe, protagonista original, y nos lleva a un Japón todavía feudal, donde tiene lugar la primera parte del juego para dar pronto un salto al futuro para enfrentarnos a una amenaza todavía mayor que la que ha asolado su aldea natal.

Por supuesto, el juego combina mucho combate con un desarrollo bidimensional, estando el principal eje del combate en los ataques de corta y media distancia sin olvidarse de la posibilidad de lanzar los clásicos kunáis, armas arrojadizas con las que podemos atacar a los enemigos desde la distancia.

En el cuerpo a cuerpo la katana es nuestra aliada más fiel, pudiendo utilizarla en toda una gama de movimientos, incluyendo el tornado ninja, que se realiza en un doble salto para girar a toda velocidad y caer en picado sobre los enemigos. Con los kunáis podemos lanzar también un ataque especial en doble salto, de manera que lanzamos nueve de estos cuchillos ninja formando un arco que cubre una gran superficie de la pantalla.

El otro pilar del juego en cuanto a su combate es el uso de la magia ninja. Está diseñada para usarse, de manera normal, una vez por nivel, aunque si conseguimos encontrar un ítem especial (un manuscrito), se recargará. Hay cuatro tipos de magia ninja, con diferentes resultados. Con el ataque mágico de tierra, por ejemplo, nos hacemos más rápidos, fuertes e invencibles durante un breve periodo de tiempo, pero con una contrapartida: al terminar su efecto solos nos quedará un punto de vida y un kunái. Otro buen ataque es el trueno, que nos hace invencible a os impactos, aunque solo hasta una determinada cantidad.

El problema del juego es que pierde ritmo una vez damos el salto temporal y, con ese ritmo, se va también buena parte de la gracia de su diseño estético, que empieza muy bien. Se diluye entre los enemigos, demasiado repetitivos, y uno entornos no siempre afortunados, cuando los primeros compases brillan con mucha intensidad.

Esto hace que durante el primer tercio, aproximadamente, el juego ofrezca unos contenidos intensos y bien presentados, pero esto último pierde fuerza gradualmente. Lo que se ambienta en el Japón del pasado es muy atractivo en pantalla y nos ofrece un componente visual rico y atractivo, pero cuanto más nos adentramos en el mundo del mañana más personalidad pierde.

Esto no repercute negativamente en los elementos jugables, claro, pero sí es cierto que el hecho de que no sea muy variado en enemigos ni entornos le hace perder algo de interés. En muchas ocasiones podemos ver cómo los juegos repuntan para el tramo final, pero no podemos afirmar que esto suceda en Shinobi. En el lado positivo, los jefes finales son interesantes, divertidos y variados: se convierten en la parte más atractiva del juego y resulta muy gratificante enfrentarse a ellos y alzarse con la victoria. Si añadimos el nivel de dificultad más elevando y el sistema de retos, obtenemos además una buena duración para un juego de tipo arcade.

Estos retos se ofrecen mediante StreetPass, de manera que podemos recibir nuevos mapas, lo que asegura una buena duración del juego, aunque eso dependerá del tiempo durante el cual se prolongue el soporte. Hay que tener en cuenta que la descarga de los mapas adicionales es aleatoria, por lo que hay un factor adicional de suerte que hará que la probabilidad de disfrutar de mapas inéditos para nosotros sean bastante altas.

De esta manera, queda claro que la inspiración que ha faltado a la hora de componer entornos y enemigos comunes se ha concentrado en los jefes finales. El ritmo del juego, en todo caso, es bastante alto, con una orientación que se mantiene fiel al espíritu arcade. Incluye elementos adicionales para reforzar este origen de las recreativas, como el hecho de que al usar las magias -por otro lado, muy poderosas y eficientes- se nos penalice en la puntuación, lo que será incentivo más que suficiente para que muchos jugadores se resistan lo máximo posible a emplearlas.

En cuanto a la música, lo cierto es que las composiciones y los efectos sonoros son buenos, aunque quizás quedan algo lejos de las pegadizas melodías del original. Es fácil hoy en día superar la calidad pura de los chips de sonido de hace alguna que otra década, pero la calidad de las composiciones es un trabajo artístico que, en este caso, no ha sido superado con respecto al original.

Conclusiones

Mucha acción ninja de mano de Sega: los jugadores veteranos no necesitarán más razones para disfrutar de este Shinobi, y tampoco los fieles seguidores del clásico estilo arcade. El juego flojea en el trabajo artístico una vez hemos superado los primeros compases… una pena, porque empieza muy fuerte y bien llevado. Desde luego, se compensa con unos buenos combates e inspirados enemigos finales que sacan sus mejores galas en el arte de la lucha cuando nos metemos en el nivel de dificultad más elevado. Es ahí donde el juego saca sus mejores virtudes y nos lleva más tiempo.