Análisis de One Piece: Romance Dawn (Nintendo 3DS, PSP)
Lo primero que a uno se le viene a la cabeza al ver la introducción de One Piece: Romance Dawn es la siguiente pregunta: "¿Cómo lo han hecho para meter 491 capítulos de anime?" La perspectiva de poder revivir la historia de la serie desde sus inicios hasta la batalla de Marineford en un juego de rol resulta, cuanto menos, tremendamente atractiva para cualquier fan de la banda de Luffy. Es fácil dejarse llevar e imaginar un título con una duración enorme, con combates memorables contra los grandes villanos del manga, que nos deje explorar con total libertad el Grand Line, que recree con fidelidad los mejores momentos de la serie, etcétera. Pero luego es cuando llega la cruel realidad para devolvernos a tierra con un fuerte mazazo y dejarnos claro que este no es ese juego.
Buscando el One Piece entre pasillos
El primer golpe en la frente que nos regala Romance Dawn llega en el mismo momento en el que veamos cómo está contada la historia. Si esperabais ver alguna clase de vídeo generado por el propio motor gráfico del juego o algo mínimamente vistoso, iros olvidando, porque aquí la historia se cuenta con fondos estáticos y recuadros con las caras de los personajes.
De vez en cuando la cosa se anima con alguna secuencia sacada directamente del anime o con una captura del mismo a pantalla completa, pero poco más.
En líneas generales se nota muy poco trabajo en este sentido. Por ejemplo, solo los protagonistas cambian las expresiones de sus caras en los recuadros, por lo que siempre veréis a los secundarios y enemigos con la misma expresión, estén contentos, enfadados o tristes, lo que en algunas ocasiones transmite sensaciones bastante extrañas. Además, ni siquiera se han tomado la molestia de incluirles un doblaje que les dé algo más de fuerza.
Pero los problemas no acaban aquí, ya que os recordamos que el juego recorre casi 500 capítulos del anime, por lo que la narrativa va a toda máquina. Se saltan muchas cosas, otras las dan por sobrentendidas, las presentaciones de los personajes se realizan en dos líneas donde nos dicen quién es y lo que ha hecho, etcétera. Al ser un título pensado para los fans, no creemos que nadie que haya seguido la serie vaya a tener problemas para saber lo que está ocurriendo en cada momento, aunque eso no es excusa para el poco trabajo y cuidado que ha recibido este apartado.
Entrando ya en lo que es su jugabilidad, estamos ante un título de rol, en el que iremos explorando diversas islas y combatiendo por turnos con los carismáticos protagonistas de esta serie. Para movernos de una zona a otra lo haremos por un mapa principal con caminos fijos, muy similar a lo visto en juegos como Super Mario World, por lo que no podremos explorar el Grand Line libremente.
Tampoco hay ciudades en las que perdernos hablando con sus ciudadanos, visitando tiendas o explorando sus zonas más famosas, por lo que todo lo jugable queda relegado a los momentos de acción. Estos se desarrollan en unas mazmorras donde tendremos que encontrar la salida mientras luchamos con enemigos clónicos y abrimos cofres para conseguir objetos consumibles, materiales y equipo.
El problema es que el diseño de estas mazmorras se basa siempre en lo mismo: pasillos de copia y pega repetidos hasta el infinito. No hay salas más o menos abiertas, no hay puzles, no hay variedad de situaciones, no hay minijuegos, no hay nada. Solo un laberinto de pasillos que no parece tener fin con enemigos que se repiten hasta la saciedad desde el principio hasta el final del juego. Por suerte, de vez en cuando se intenta hacer algo diferente con unas secuencias en las que nuestro personaje corre a toda velocidad mientras superamos una serie de QTEs para esquivar enemigos. No son nada del otro mundo, pero el cambio de ritmo se agradece muchísimo.
En cuanto a su sistema de combate, este tiene buenas ideas, pero acaba resultando muy limitado e igual de repetitivo que el resto del juego. Cuando nos toque actuar nos darán libertad para movernos por el escenario y ejecutar nuestra siguiente acción. Una buena colocación suele ser importante y el escenario puede ser usado como arma, de forma que si realizamos un ataque que mande volando a un enemigo y lo estampamos contra una pared (aunque esta sea invisible), este recibirá daño adicional.
Eso sí, sobre el suelo aparecerán unas marcas circulares que nos indicarán lo que nos podemos mover sin recibir penalizadores para el siguiente turno, por lo que nos tocará decidir si nos merece la pena salirnos de sus marcas para llegar a ese enemigo que tan lejos está o ir avanzando poco a poco usando el comando de guardia.
A la hora de atacar, tendremos diferentes combos y técnicas para usar. Para golpear necesitaremos puntos de acción, los cuales recuperaremos después de cada turno, aunque los movimientos especiales nos requerirán además otro tipo de puntos que obtendremos realizando impactos sobre el enemigo, por lo que resulta muy fácil obtenerlos. Generalmente, lo más útil suele ser realizar un combo de golpes normales y rematar con una técnica especial para maximizar nuestro daño (algunas de ellas nos pedirán que mantengamos el botón y que lo soltemos en el momento justo para aumentar su potencia).
El problema radica en que una vez que demos con el combo más efectivo lo repetiremos una y otra vez, ya que el título no da muchas más opciones. Además, con la poca variedad de enemigos que hay no nos quedará otra que usar constantemente las mismas estrategias y patrones de ataque para despacharlos rápidamente, lo que no hace más que incrementar la sensación de monotonía que inunda todo el juego, a pesar de las buenas sensaciones que transmiten las batallas en sus primeros compases.
Tampoco se trata de un juego demasiado difícil, ya que los enemigos básicos mueren con una facilidad pasmosa y no hacen mucho daño, por lo que el único escollo que podemos encontrar lo tenemos en los jefes finales, especialmente en las batallas de 1 vs 1, que si no los derrotamos será por falta de nivel o equipo, no por malas estrategias.
En cuanto al progreso de nuestros personajes, a medida que derrotemos enemigos ganaremos unos puntos que podremos invertir en mejorar sus técnicas y combos a nuestro gusto, lo que ampliará un poco más nuestras opciones. Lo que sí que nos ha gustado es que cada uno de los piratas de la banda de Luffy están muy bien retratados y diferenciados en cuanto a técnicas, estadísticas y habilidades, siendo muy fieles en este sentido a lo visto en el material original.
También se ha incluido un sistema gracias al cual podremos crear nuevos objetos combinando otros dos, pero este es extremadamente sencillo y simple y no llega a dar demasiada libertad para experimentar, aunque ciertamente resulta bastante útil para ahorrarnos algo de dinero. Comentar que cada personaje tiene cuatro ranuras de equipo, siendo especialmente importante la de la cabeza, ya que esta nos otorgará diversas destrezas (unas habilidades de apoyo) que nos ayudarán en la batalla.
En total, completar la aventura principal nos llevará unas 20 horas, aunque ya os avisamos que en nuestro caso antes de llegar al Grand Line el juego ya nos tenía tremendamente aburridos y con la esperanza de que sagas como CP9 o Marineford (las dos mejores de la serie en opinión del que suscribe estas líneas) pusieran el listón más alto, algo que por desgracia no se cumplió cuando llegamos a ellas. Si por algún casual nos quedamos con ganas de más o nos queremos entretener fuera de la trama, también podremos subir de nivel y conseguir objetos explorando unas mazmorras aleatorias opcionales que iremos descubriendo.
Gráficamente también estamos ante un título muy pobre, con unos modelados simplemente correctos, lo suficiente como para que reconozcamos a cada uno de los protagonistas y villanos sin problemas, aunque esto mismo no se puede decir de los enemigos genéricos. En cuanto a los escenarios, lucen con unas texturas muy pobres, la falta de polígonos es alarmante, repiten elementos constantemente (hay mazmorras que se desarrollan en ciudades y se repiten las dos mismas casas hasta el infinito) y para colmo de males existe popping.
Al menos las animaciones son medianamente decentes, especialmente cuando entran en juego las técnicas especiales de cada uno. Eso sí, algo que nos ha parecido muy curioso es el hecho de que no exista efecto 3D, ya que ni siquiera se han dignado en incluirlo. Vale que One Piece: Romance Dawn no era un juego especialmente vistoso en PSP (su plataforma original), pero sus carencias quedan mucho más expuestas en esta versión.
La banda sonora tampoco consigue destacar para bien, más bien al contrario, ya que es uno de esos juegos que nos animarán a quitarle el sonido a la consola. Apenas tiene variedad, no está muy inspirada y se reutilizan los mismos temas una y otra vez. Encima los loops no son demasiado largos, lo que hace que se repitan mucho más. Al menos el doblaje es el japonés original, aunque solo lo escucharemos para alguna que otra frase en combate y los gritos habituales, así como en los vídeos anime, ya que el resto de escenas no cuentan con voces.
Conclusiones
One Piece: Romance Dawn es una oportunidad perdida de haber hecho un buen juego de rol basado en este genial manga. Disfrutar de esta aventura portátil de Luffy, Nami, Zoro, Sanji y compañía se convierte en algo bastante complicado, ya que consigue llevar la palabra "tedio" a su máxima expresión. Quizás los más fans consigan hacer de tripas corazón y encontrar algo de diversión en este cartucho, aunque sea solo por el mero hecho de poder controlar a sus personajes favoritos mientras reviven algunas de las sagas más inolvidables de la serie (y aun así les costará), pero el resto, viendo el fantástico catálogo que tiene actualmente Nintendo 3DS, tienen cosas mucho más interesantes en las que gastar su tiempo y dinero.