Estaba cantado. La llegada de Proyecto Rampage a los cines españoles (hay un sitio reservado en el infierno para el que "adaptó" el título original) hacía más que evidente nuestro homenaje Retro de la semana. Para ser sinceros, pocos apostábamos por ver algún día una adaptación cinematográfica de la estupenda recreativa de Midway. Que además esté protagonizada por Dwayne "The Rock" Johnson es un acto de justicia divina. El pobre se quedó sin su película de SpyHunter (otro clásico inmortal de Bally Midway) a mediados de la pasada década, y tuvo que conformarse con ceder su imagen al juego (SpyHunter: Nowhere to Run) producido por Terminal Reality para PlayStation 2, Xbox y PC. Al menos ahora ha podido desquitarse.
Rampage debutó en los salones recreativos en 1986 de la mano de Bally Midway. La propuesta era francamente irresistible: hasta tres jugadores podían encarnar, de manera simultánea, a tres descomunales mutantes inspirados en populares mitos del cine fantástico, con el objetivo de echar abajo 85 ciudades de Estados Unidos. Y lo mejor es que cualquier jugador podía unirse en mitad de la partida. Si le hacías la puñeta a un colega no pasaba nada, pero cuando se ponía a jugar contigo el "quinqui" del barrio, más valía mantener el fair play o podíamos llegar a casa con su autógrafo en la cara.
El primer jugador encarnaba a George, un gorila gigante inspirado claramente en King Kong. Según rezaba una de las "attract screen" de la recreativa, el bueno de George se transformó en el colosal primate tras ingerir unas vitaminas experimentales.
Un inoportuno baño en un lago con residuos radiactivos convirtió a Lizzie en un saurio XXXL, al más puro estilo Godzilla, controlado por el segundo jugador. El tercer bicharraco en liza respondía al nombre de Ralph, al que un misterioso aditivo en su almuerzo le hizo mutar hasta erigirse en el Hombre Lobo más colosal de todos los tiempos.
El origen humano del trío no solo quedaba reflejado en la pantalla antes mencionada: cuando el jugador agotaba la barra de vida podía presenciar como la mutación desaparecía para mostrar a su personaje en cueros, y hasta podíamos verle protegiendo su desnudez mientras caminaba hacia los límites de la pantalla.
Cada uno de los mutantes tenía además habilidades que les desmarcaban de sus compañeros de demolición. George era el mejor a la hora de trepar por los edificios (lógico, teniendo en cuenta su simiesca apariencia). Lizzie era el personaje más rápido y Ralph era el más fuerte. Curiosamente, y es un dato que servidor descubrió hace apenas unos días (y eso que le eché mil horas a la versión Amstrad CPC), se podían lograr puntos extras sosteniendo a un humano determinado, concretamente a aquellos que pedían auxilio desde las ventanas. George podía sostener a las señoras vestidas de rojo (de nuevo, la huella de King Kong), Lizzie a los abueletes en calzoncillos y Ralph a los oficinistas. Eso sí, tras unos segundos los rehenes se liberaban tras ejecutar un combo hacia nuestra mandíbula.
Rampage era una auténtica huida hacia adelante a lo largo de 128 días. Cada pantalla se correspondía a una ciudad y un día, y las urbes posteriormente se repetían en bucle hasta alcanzar la friolera de 768 jornadas. Nuestro único objetivo era destruir todos los edificios de cada pantalla y así saltar al siguiente nivel. En esta estupenda guía de Gamefaqs aparecen detalladas todas las localizaciones del juego, que recorren variopintos lugares de Estados Unidos y Canadá en un tour de demolición que arranca y termina en Peoria (Illinois).
Entre medias destrozaremos Chicago, Detroit, Pittsbugh, Baltimore, Filadelfia, Nueva York, Boston, Quebec, Montreal, Bismark (la capital de Dakota del Norte), Tulsa, Denver, Los Ángeles, Miami e incluso Honolulu o Maui (en el juego no aclaran cómo narices viajaron hasta allí nuestros mutantes).
La manera de demoler los edificios no podía ser más simple y contundente: a base de puñetazos. Solo había que trepar por las fachadas e ir sacando el puño a pasear (la recreativa tenía dos botones, uno para atacar y otro para saltar). Cuando el edificio en cuestión sufría el daño suficiente comenzaba a colapsar, y en ese momento era preciso saltar a la acera, o al edificio más cercano, o corríamos el riesgo de desplomarnos contra el suelo, perdiendo un generoso pellizco de nuestra barra de vida. A medida que los jugadores avanzaban de nivel las pantallas presentaban un mayor número de edificios.
Por supuesto, las fuerzas del orden no permanecían impasibles ante nuestra pasión por remodelar el skyline. La Guardia Nacional nos cosía a tiros, por no hablar de los tanques y los helicópteros que irrumpían por los márgenes de la pantalla. Afortunadamente era posible recuperar algo de vida devorando gente (tanto civiles como uniformados) y diferentes ítems que encontrábamos en los edificios tras un somero "masaje de puños" sobre las fachadas. Estos eran bastante reconocibles: fruta, hamburguesas, leche o pollos asados.
Pero cuidado, entre los pisos también aparecían ítems que podían dañar a nuestros personajes, por lo que había que procurar no tener la mano "demasiado larga". Los cactus, las bombillas, la dinamita o el veneno hacían aun más daño en nuestra barra de vida que los disparos de los soldados.
Rampage elevó el concepto de "fuego amigo" a cotas deliciosamente perversas, lo que motivó no pocos piques y peleas entre amigos. No sólo podías dar puñetazos a los otros personajes (empujar a un colega desde una azotea era un placer): los jugadores más maquiavélicos disfrutaron a tope con la posibilidad de derrumbar un edificio mientras sus compañeros estaban en lo más alto. La placa de Midway rompió más amistades que el duelo final de Double Dragon.
Este festín de destrucción y mutaciones sin freno fue obra de dos genios llamados Brian Colin y Jeff Nauman. Ambos compartieron las tareas de diseño, mientras que Nauman se encargó de la programación y Colin de los gráficos. Ambos volverían a trabajar juntos en otra joyaza de Midway: Arch Rivals. Aquella marrullera recreativa de baloncesto acabaría inspirando muchos años más tarde el fenómeno NBA Jam.
La combinación de canibalismo y demolición cooperativa convirtió a Rampage en un fenómeno en los salones recreativos, lo que se tradujo, como no, en un interminable desfile de adaptaciones domésticas para todos los sistemas de la época. Sega se hizo con los derechos para producir un port para su Master System, mientras Activision hizo lo propio con las divertidísimas entregas para ordenadores de 8 y 16 bits (hasta tuvieron el valor de adaptarla a Atari 2600).
Data East firmó la adaptación a NES, aunque se dejaron al pobre Ralph por el camino. No regresó hasta el pasado año, cuando apareció una minirecreativa basada en la entrega NES pero con el Hombre Lobo ya integrado. Por desgracia es una exclusiva de Wallmart, al igual que el resto de la colección Arcade Classics, así que podéis olvidaros de ella a menos de que tengáis un primo en Arkansas.
Atari Lynx también recibió su propia ración de Rampage, y encima en una versión supervitaminada para cuatro jugadores simultáneos (vía cable Link) que incorporaba un nuevo mutante: una rata gigante llamada Larry.
En años posteriores Rampage regresó para formar parte de diversos recopilatorios, como Arcade Party Pak, Midway Arcade Treasures y Midway Arcade Origins. Tras la quiebra de Midway en 2010, Warner se hizo con buena parte de su legado, y no dudó en explotar nuestra nostalgia incorporando Rampage a Lego Dimensions. Hasta se podía jugar a la recreativa original si adquirías el Level Pack de Midway.
En 1997 Brian Collin y Jeff Nauman resucitarían a George, Lizzie y Ralph para dar vida a una secuela igual de deliciosa: Rampage World Tour, en el que la destrucción se ampliaba a urbes de todo el planeta. Tras su paso por los salones recreativos, la placa sería adaptada a diversos formatos domésticos, con idéntico éxito: PlayStation, Saturn, Nintendo 64 y Game Boy Color. En 2006 ambas recreativas se incluyeron en forma de bonus dentro del Rampage: Total Destruction para PlayStation 2 y GameCube.
La fórmula Rampage también fue explotada en otras entregas exclusivas para consola, como Rampage 2: Universal Tour (1999, PlayStation, Nintendo 64) y Rampage Though Time (2000, PlayStation). Si queréis conocer el paradero actual de sus creadores, echad un vistazo a este estupendo artículo del Chicago Tribune, que incluye algunas declaraciones de otra leyenda de la edad de oro de los recreativos, Eugene Jarvis. Por cierto, el padre de Defender y Smash TV sigue al pie del cañón, y al parecer entre los planes de su compañía, Raw Thrills, podría estar una nueva entrega de Rampage. Ojalá se haga realidad.
Si nunca habéis probado Rampage podéis hacerlo en la página web de la película, donde han habilitado una nueva versión para navegadores, que incluso cuenta con multijugador local.
¿Cuál de los tres mutantes de Rampage era vuestro favorito? ¿Llegasteis a jugar con ella en los recreativos o lo descubristeis gracias a las versiones domésticas? ¿Estará la peli a la altura del material original? Tanto The Rock como el director de la cinta son fans confesos de la recreativa, así que confiamos en que la habrán tratado con cariño. Hoy se estrena en toda España, así que no tardaremos en comprobarlo. Y como siempre, esperamos vuestros comentarios y anécdotas.