Hace justo un año rendimos honores a los Castlevania de NES, y ahora llega el momento de recordar la única entrega de la saga que llegó a ver la luz en Mega Drive. Castlevania: The New Generation aterrizó en las tiendas europeas en la primavera de 1994 con una misión nada sencilla: mantener el enorme nivel de calidad qua habían alcanzado las anteriores entrega de la franquicia.
Super Castlevania IV (Super Nintendo; 1991) y Rondo of Blood (PC Engine Super CD-ROM, 1993) habían dejado el pabellón altísimo, por no hablar del no menos soberbio Akumajo Dracula/Castlevania para X68000 de 1993 (aunque pocos occidentales pudieron catarlo hasta que llegó el port a PlayStation en 2001). El desarrollo no fue nada sencillo, y más teniendo en cuenta que al mismo tiempo en Konami se estaba cocinando el explosivo Contra Hard Corps/Probotector para Mega Drive, que llegaría a las tiendas unos meses más tarde (otoño de 1994 en Europa).
Puede que sus gráficos no fueran tan espectaculares como los del Contra de Nobuya Nakazato (quien venía de firmar el encantador Rocket Knight Adventure), pero Castlevania: The Generation deslumbró con unas cuantas virguerías gráficas (de las que hablaremos un poco más abajo) y se guardaba unos cuantos ases en la manga para sorprender a los jugadores.
El cartucho nos permitía elegir, al principio de la partida, entre dos personajes. John Morris era un lejano descendiente de los Belmont (de ahí que porte el legendario látigo de la familia, Vampire Killer), pero además ¡era el hijo de Quincy Morris!, uno de los personajes de la novela de Bram Stoker. En el manual PAL lo rebautizaron como Kincy Morris, posiblemente para evitarse líos legales.
El otro personaje seleccionable era aun más exótico. Eric Lecarde era un lancero ¡segoviano!, que en lugar del látigo de los Belmont utilizaba como arma una alabarda, bautizada como Alcarde Spear dentro del juego, aunque en el manual se la describe como "lanza de brujas".
La elección de personaje tenía su importancia más allá del plano estético o nuestro patriotismo (¡Viva Segovia!). Tanto John como Eric tenían ataques y habilidades exclusivas que determinaban, en momentos puntuales del juego, la ruta a seguir.
El látigo de John podía engancharse en los techos para alcanzar zonas a primera vista inaccesibles (balanceando al personaje a lo Indiana Jones), mientras que Eric utilizaba la lanza a modo de pértiga para llegar a zonas elevadas del escenario. Esto aportó a The New Generation una notable rejugabilidad, a la altura del Castlevania III de NES.
La trama era deliciosamente chiflada, y nos llevaba nada menos que a los albores de la Primera Guerra Mundial, un conflicto provocado por la vampira Elizabeth Bartley, un personaje inspirado (sin mucho disimulo) en Erzsébet Báthory, la "condensa sangrienta". Hasta llegar a ella el jugador debía superar seis niveles repartidos por el viejo continente: Rumanía (ruinas del castillo de Drácula), Grecia (el templo atlante), Italia (la Torre de Pisa), Alemania (factoría de municiones), Francia (el Palacio de Versalles) y por último Inglaterra, con el Castillo Proserpina como escenario del duelo final contra Bartley y, claro está, el mismísimo Conde Drácula (el bueno de Vlad no iba a perderse la fiesta).
La época en la que transcurre el juego da cancha a algunas "modernidades", sobre todo en el nivel ubicado en Alemania, que incluye esqueletos armados con cascos prusianos, un tour dentro de los pistones de un gigantesco motor o un jefazo construido a base de engranajes que perfectamente podría haber formado parte del repertorio de enemigos de Gunstar Heroes.
Zombis, cuervos, momias, tritones, murciélagos gigantes, las siempre cansinas cabezas de Medusa, esqueletos…el bestiario de The New Generation recuperaba enemigos clásicos de la saga, incluyendo jefazos emblemáticos como el Monstruo de Frankenstein, Medusa, el Gólem o la mismísima Parca, la cual nos retaba a decidir nuestro destino a través de las cartas del Tarot.
Aunque los sprites de los protagonistas eran bastante pequeños (en comparación a lo que se había visto en Super Nintendo o PC Engine) y el colorido era un poco chirriante, Konami dotó al juego de algunos efectos gráficos realmente meritorios, desde rotaciones (la cabeza gigante de la estatua, la Torre de Pisa) hasta el hermoso reflejo del agua en el escenario de Grecia.
Algunos de estos efectos incluso afectaban a la propia mecánica. En un momento del juego la pantalla llega a fragmentarse, obligándonos a calcular el salto de nuestro personaje, en una sucesión de auténticos saltos de fe no aptos para jugadores impacientes.
La música siempre ha cumplido un papel crucial en los Castlevania, y la entrega Mega Drive no fue una excepción. De hecho la banda sonora del juego vino firmada nada por la genial Michiru Yamane, quien años más tarde firmaría la música de Symphony of the Night. El cartucho desplegaba algunos temas magistrales que han acabado formando parte de los recopilatorios musicales de la saga, pero curiosamente el popular "Theme of Simon" no suena en el juego hasta que derrotamos a Bartley y nos dirigidos al duelo final contra Drácula.
En su momento la ausencia de más melodías clásicas nos desconcertó a muchos usuarios. De manera inexplicable, tres de ellas se ocultan dentro del código del cartucho. Para poder deleitarnos con "Vampire Killer", "Bloody Tears" y "Beginning" es necesario recurrir a un truco. En la pantalla de opciones hay que seleccionar la BGM 05 y el SE 073. A a hora de jugar, cada vez que logremos potenciar el arma de nuestro personaje al máximo podremos escuchar (de manera aleatoria) uno de estos tres clásicos musicales de Castlevania, aunque dejarán sonar en cuanto recibamos un impacto de los enemigos. ¿Por qué Konami no activó esto desde el principio?
Tampoco podemos obviar la aparición de la censura, que afectó incluso al título del cartucho. De sobra es conocido el peso que tenía la central europea de Konami, situada en Alemania. Mientras que en Japón el juego fue bautizado como Vampire Killer, en EE.UU. se llamó Castlevania: Bloodlines. Las referencias a la sangre dentro del título no gustaron a los alemanes, por lo que la entrega PAL fue finalmente distribuida bajo el título que todos conocemos: Castlevania: The New Generation.
Ojalá la censura se hubiera acabado ahí. La pantalla inicial cambió el rojo sangre por un azul pocho, se alteró el color de los zombis y, como colofón, eliminaron en Europa la secuencia en la que la lanza se clava en el cadáver de Eric cada vez que el segoviano pierde toda la barra de vida. Tampoco nos rasguemos las vestiduras: Nintendo América también metió mucha mano a los Castlevania de NES y SNES, y no por ello dejamos de adorarlos.
Con censura o sin ella, conseguir una copia física del Castlevania de Mega Drive no es sencillo, a menos de que estés dispuesto a pagar una buena cantidad dentro del mercado coleccionista. Aunque no es nada comparado a lo que se pide por el cartucho con la beta del juego. Al parecer está en manos de algunos coleccionistas, e incluye elementos que se desecharon en el juego final, como un dirigible teutón o una fase plataformesca con un suelo de lava.
Drácula se despidió de Mega Drive con una única entrega, aunque la historia podría haber sido muy distinta si no se hubiera cancelado el desarrollo del Castlevania para 32X liderado por Koji Igarashi. Este proyecto, conocido entre los fans de la saga como Castlevania Bloodletting, acabaría siendo el germen del magistral Symphony of the Night.
¿Cuál de los dos personajes de The New Generation era vuestro favorito? ¿Llegasteis a descubrir en su día el truco para escuchar los tres temas clásicos de la saga) ¿A qué esperan en Segovia para erigirle una estatua a Eric Lecarde? Como siempre esperamos vuestros comentarios y anécdotas. Y si sois fans de la familia Belmont, servidor os recomienda el magistral libro que Hardcore Gaming 101 dedicó a la saga Castlevania, editado en castellano por Game Press. Y no lo digo porque el prólogo sea mío. De hecho os lo podéis saltar, porque es una castaña comparado con el resto del libro.