El inminente fichaje de Abigail como nuevo luchador de Street Fighter V nos ha puesto en bandeja la oportunidad de recordar uno de los brawlers más populares de la historia: Final Fight. La relación entre ambas franquicias viene de largo, concretamente desde la misma gestación de las aventuras del alcalde Haggar y sus dos camaradas, Guy y Cody.
¿Recordáis el post que le dedicamos al primer Street Fighter? En él os contamos cómo la fuga de Takashi Nishiyama e Hiroshi Matsumoto a SNK dejó a Capcom tocada, pero lejos de estar hundida. El productor Yoshiki Okamoto recurrió a dos de sus mejores hombres, Akira Nishitani (alias Nin-Nin) y Akira Yasuda (alias Akiman) para poner en marcha un nuevo proyecto basado en el universo Street Fighter, aunque este se alejaría de los combates One vs One para abrazar la lucha callejera, cuya popularidad se había disparado tras el éxito de los Double Dragon de Technos.
De hecho, Final Fight se iba a llamar originalmente Street Fighter’89, y con ese título fue anunciado en la prensa japonesa en marzo de 1989. Okamoto, Nishitani y Yasuda examinaron con precisión quirúrgica la fórmula Double Dragon, con la intención de crear el brawler más espectacular que su hubiera visto jamás en un salón recreativo hasta la fecha.
Final Fight nos daba la oportunidad de encarnar, en solitario o junto a un amigo, a tres personajes. El más carismático era sin duda Mike Haggar, antiguo campeón de Street Fighter y recién elegido alcalde de Metro City. Un político honrado y con el pecho del tamaño de un Volvo que, tras negarse a recibir sobornos de los Mad Gear, descubre cómo la banda criminal ha secuestrado a su hija. Con ayuda del novio de Jessica, Cody, y un amigo de este, Guy, Haggar (tras arrancarse arrancase la camisa) se lanza a las callas de Metro City para limpiarla…a guantazo limpio.
En la creación de Final Fight no solo se aprecia la influencia de Double Dragon, sino también de la lucha libre, el rock e incluso la película Calles de Fuego, una de las obras maestras de Walter Hill. Cody se llama igual que el personaje (Tom Cody) que interpretaba Michael Paré en el film (quien también debía recuperar a su chica de las garras de una malvada banda liderada por William Dafoe). Haggar estaba inspirado en Jesse Ventura (el cual no acabó siendo alcalde en la vida real, sino gobernador de Minnesota) y Guy debe su nombre (y algunos dicen que su aspecto) a Guy Piccioto, vocalista y guitarra de la banda de hardcore Fugazi.
Más conocida, y evidente, fue la decisión de bautizar a dos de los sicarios de Mad Gear como Axl y Slash (en Capcom debían gustarles mucho Guns N’ Roses). Poison debe su nombre a la célebre banda de hair metal, y Roxy al grupo liderado por Brian Ferry, Roxy Music. Abigail luce en el rostro un maquillaje facial inspirado en King Diamond, el líder de Mercyful Fate y claro, no podemos olvidar el homenaje más evidente de todos: el coloso Andore (y sus respectivas variantes dentro del juego), claramente inspirado, tanto en el nombre como en su físico, por el inolvidable y llorado André el Gigante.
Todo este chiflado cóctel de referencias se puso al servicio de un brawler tan accesible (solo tenía dos botones) como deslumbrante. A lo largo de seis niveles, Haggar y sus jóvenes amigos se partían la cara con los miembros de Mad Gear (por cierto, el nombre es un guiño a una recreativa anterior de Capcom), utilizando sus propias manos o las armas que iban encontrando (espadas, puñales y cañerías). Slum, Subway, West Side, Industrial Area, Bay Area y por fin Up Town, escenario del duelo final contra Belger, el líder de los Mad Gear. Un tipo sentado en una silla de ruedas y armado… con un arpón submarino. ¿Por qué ya no tenemos villanos así?
A pesar de contar solo con dos botones (ataque y salto), Capcom dotó a los personajes de una notable variedad de animaciones e incluso, en el caso de Haggar, un movimiento especial, heredado de su pasado como luchador profesional. Solo necesitábamos agarrar a un fulano, saltar con él y dar al botón de ataque para ejecutar un demoledor Pile Driver, una técnica del wrestling que llegaríamos a sufrir en nuestras propias carnes, por cortesía de Andore.
La placa CPS-1 no solo era capaz de mostrar sprites gigantescos, sino de llenar la pantalla de enemigos, en un festín de mamporros, únicamente interrumpido en dos rondas de bonus. La primera, consistente en destrozar un coche aparcado en una gasolinera, gustó tanto entre los jugadores que Okamoto y sus compañeros de Capcom decidieron recuperarla un par de años más tarde, cuando lanzaron Street Fighter II.
Final Fight era duro (cada crédito apenas nos daba un par de vidas que volaban a la velocidad de vértigo en las últimas fases), pero irresistiblemente divertido. Sí, era menos técnico que los Double Dragon de Technos, pero Capcom acertó de pleno al dotar a los sicarios de Belger no solo de una fisonomía muy variada, sino de diferentes maneras de actuar frente a nuestros personajes.
Poison y Roxy eran ágiles y letales (¿Quién necesita armas cuando le puedes clavar los tacones de aguja al enemigo?). Los punks Two P y J mantenían siempre la distancia…hasta que llegaba el momento de lanzarnos una sartenada de puñetazos. Holly Wood y El Gado eran tan altos como letales con los cuchillos. Axl y Slash se cubrían de nuestros ataques y el trío de obesos calvo formado por Bill Bull, Graham Oliver y Wong Who eran imparables cuando embestían con la cabeza.
Toda esta gentuza era tan dura como eficiente a la hora de acabar con nuestro personaje, pero afortunadamente Capcom nos ofreció la oportunidad de escapar cuando nos viéramos rodeados, pulsando a la vez salto y ataque. Esto desencadenaba un movimiento especial capaz de tumbar a todos los que nos rodeaban… aunque con ello sacrificáramos parte de nuestra barra de vida.
La guinda del pastel la puso la colosal música compuesta por un ejército de compositores comandados por Yoshihiro Sakaguchi (Commando, Street Fighter, Mega Man), la mayoría no acreditados en su momento: Manami Matsumae (Mega Man, U.N. Squadron), Yasuaki Fujita (Mega Man 3), Hiromitsu Takaoka (Chiki Chiki Boys, Super Pang), Junko Tamiya (Tiger Road, Bionic Commando) o Yoko Shimomura (quien nos daría, años más tarde, la maravillosa música de Street Fighter II).
Capcom no logró con el primer Street Fighter el éxito deseado, pero se desquitaron, y de qué manera, con Final Fight. La máquina arrasó en los salones recreativos, donde debutó en diciembre de 1989, lo que se tradujo, por supuesto, en su inmediata adaptación a los diferentes sistemas domésticos de la época. US Gold se hizo por los derechos para lanzar los ports a ordenadores de 8 y 16 bits, mientras que Capcom se encargó de adaptar su recreativa, apenas un año después (en diciembre de 1990) a la flamante Super Nintendo.
La adaptación a SNES es posiblemente la más famosa de todas, debido al impacto que provocaron sus impresionantes gráficos, en un momento en el que la consola de 16 bits de Nintendo apenas había comenzado su carrera comercial. En su día nos emocionamos con este port, a pesar de sus notables carencias. La más llamativa de todas fue la ausencia del modo para dos jugadores. También desapareció Guy de la selección de personajes, y todo el nivel de Industrial Area (duelo final con Rolento y fase de bonus incluidas). Unas carencias que posiblemente han sido determinantes en la decisión de Nintendo y Capcom de no incluir el juego entre el catálogo de SNES Mini.
Pero lo peor estaba aún por llegar. Capcom ya había tenido problemas al lanzar la recreativa en Occidente debido a la aparición de Poison y Roxy (lo de liarse a mamporros con señoras no estaba bien visto - y la cosa no mejoró cuando Capcom dijo que Poison era en realidad un transexual). Así que cuando llegó el momento de lanzar en Occidente la adaptación SNES, no se les ocurrió otra cosa que eliminar a las dos y sustituirlas por unos anodinos punks llamados Sid y Billy.
El tema de la censura en Final Fight daría para otro post, entre cambios de nombre (Sodom y Damnd fueron rebautizados como Katana y Thrasher), tijeretazos en la intro de la recreativa y sus adaptaciones domésticas e incluso se censuró la frase que decía el dueño del destrozado coche de la gasolinera. El "Oh my God!" original dio paso a "Oh my Car!". De traca.
También se suavizó el tono de piel de algunos sicarios para evitar suspicacias raciales. Servidor recuerda la carta de un lector de Gamepro (célebre revista yanqui de la época que podía comprarse, de importación, en ciertos kioskos del centro de Madrid y Barcelona), en la que decía que en lugar de fijarse en esas tonterías, más les valdría a Capcom y Nintendo meter más héroes afroamericanos en sus juegos, como había hecho Sega en Streets of Rage. Y tenía más razón que un santo.
Capcom intentó paliar la ausencia del compañero de Haggar y Cody con el lanzamiento, en marzo de 1992, de Final Fight Guy. Tampoco es que sirviera de mucho, porque el nivel de Industrial Area seguía ausente y quitaron a Cody para hacerle hueco al ninja. Esta versión incluso llegó a ser distribuida en Estados Unidos, en 1994, solo para alquiler, en exclusiva para la cadena Blockbuster.
Los usuarios del ordenador japonés X68000 pudieron disfrutar, en 1992, de una conversión casi "pixel perfect" de la recreativa, pero los occidentales nos pudimos desquitar en 1993 con el lanzamiento del sensacional Final Fight CD para Mega CD. Al contrario que el port SNES, esta conversión realizada por Sega incluía todos los niveles de la recreativa, los tres personajes seleccionables y, lo más importante, el modo para dos jugadores, además de un Time Attack en exclusiva.
Los gráficos no lucían tan bien como en la máquina de Nintendo (debido a la inferior paleta de colores de MD), pero es sin duda uno de los tres mejores lanzamientos para el catálogo de Mega CD. Si hubieran seguido por este camino en lugar de bombardearnos con tanta morralla FMV…
Sega no eliminó a Poison y Roxy, pero sí "suavizó" la versión occidental de Final Fight CD, vistiendo a la secuestrada Jessica durante la intro… y poniéndole unos maillots de ciclista a las dos sicarias de Belger. Bueno, aquello al menos era mejor que lo que pasó, en 2001 con el lanzamiento de Final Fight One en 2001.
Esta adaptación de Final Fight para la flamante Game Boy Advance le dio mil vueltas al port de SNES. Tenía modo para dos jugadores (vía cable Link), todas la fases y los tres personajes (más dos skins desbloqueables para Guy y Cody con el look que habían mostrado en los Street Fighter Alpha). Los sprites eran gigantescos y el control era sencillamente impecable. ¿El único problema? Que de nuevo Poison y Roxy dejaron paso a Sid y Billy.
Capcom no puso en marcha ninguna secuela recreativa de Final Fight (el equipo original estaba demasiado ocupado con Street Fighter II), pero la saga continuaría en SNES con dos entregas más, muy superiores al cartucho original, y los diferentes personajes de la placa (tanto héroes como villanos) aparecían en diversas producciones de la casa. Haggar volvería al cuadrilátero en Saturday Night Slam Masters, y tanto Guy como Cody desembarcarían en la saga Street Fighter Alpha, al igual que Sodom y Rolento. Andore regresaría en Street Fighter III 2nd Impact (bajo el nombre de Hugo, para evitar problemas legales) y Super Street Fighter IV recibiría con los brazos abiertos a Guy y Cody. Ultra SF IV, por su parte, fichó a Rolento, Hugo y Poison.
Antes de acabar, unos cuantos apuntes. Hemos dicho que Final Fight no tuvo secuela en los recreativos, y eso no es verdad, aunque la memoria y el buen gusto nos hace olvidarlo. En 1999 Capcom lanzó en los salones Final Fight Revenge, un mediocre juego de lucha One vs One poligonal, que llegó a ser adaptado a Saturn (solo en Japón). Tampoco tuvieron mucho éxito en 2006 con Final Fight: Streetwise para PS2 y Xbox, una suerte de spin-off desarrollado en EE.UU y protagonizado por el hermano de Cody, Kyle. El que no os deberíais perder es Mighty Final Fight, una versión "Super Deformed" de las aventuras del trío. Su tardío lanzamiento, en 1993, hizo que pasara inadvertido bajo el radar de muchos jugadores, pero es una pequeña maravilla que nunca dejaremos de reivindicar (aunque hoy en día cuesta un pequeño ojo de la cara en el mercado coleccionista).
Este es posiblemente el post más extenso que hemos dedicado a un único juego (y nos podríamos haber enrrollado mucho más), pero Final Fight lo merecía. Si queréis volver a las calles de Metro City, podéis acudir al MAME, a las adaptaciones domésticas antes mencionadas, o las estupendas emulaciones de la placa original incluidas en Capcom Classics Collection (PS2, Xbox), Capcom Classics Collection Remixed (PSP) y Final Fight: Double Impact de PS3 y Xbox 360, donde compartía cartel con otra joyita de Capcom: Magic Sword.
¿Recordáis vuestra primera partida a Final Fight en los recreativos? ¿Y en SNES? ¿Descubristeis el delirante easter egg del Final Fight de Amiga? ¿Realmente funcionaba el truco de subirse a un barril? Por favor, compartir con nosotros vuestros comentarios y anécdotas…