Mientras las cifras de ventas de Tesla se tambalean en casi toda Europa, hay una excepción que llama poderosamente la atención: Reino Unido. En medio de una debacle bursátil y de imagen que ha puesto a Elon Musk contra las cuerdas, las ventas de coches eléctricos de la compañía crecieron un 6% en suelo británico durante el último año.
Alemania, Francia y el norte europeo dan la espalda a Tesla
Un contraste radical frente a caídas de hasta el 60% en países como Alemania, y que tiene tanto que ver con preferencias del consumidor como con factores geopolíticos. Los datos son contundentes. En Alemania, Tesla pasó de vender más de 13.000 vehículos en el primer trimestre de 2024 a menos de 5.000 en el mismo periodo de 2025. En Francia, la caída ha sido del 41%, y en mercados como España o Portugal, la contracción ronda el 25%.
Incluso en el tradicionalmente entusiasta norte de Europa, las ventas han bajado cerca de un 50%. Un desplome generalizado que deja en evidencia una desafección cada vez más marcada hacia la marca californiana en el continente. Varios analistas señalan a Elon Musk como uno de los factores determinantes en esta erosión de la confianza.
Su cada vez más activa participación en política, vinculado al gobierno de Donald Trump, ha generado un rechazo notable entre los consumidores europeos, más proclives a políticas verdes progresistas. Sus declaraciones incendiarias y su reciente implicación en decisiones de gobierno han terminado de alejar a un sector del mercado que antes lo consideraba un símbolo de innovación.
Reino Unido: el oasis inesperado de Tesla
En este contexto, Reino Unido destaca como una anomalía. La explicación podría estar en una combinación de menor sensibilidad política, incentivos fiscales y mejor infraestructura de carga que en otros países europeos. Además, Tesla mantiene una presencia comercial activa y campañas específicas para el mercado británico, lo que le ha permitido capear el temporal mejor que en el resto del continente.

Aun así, el futuro de Tesla en Europa sigue siendo incierto. La caída de sus acciones —de 480 a 280 dólares en apenas tres meses— ha puesto en duda la estabilidad de la compañía y ha provocado críticas por parte de algunos de sus socios inversores, que cuestionan la capacidad de Musk para dirigir múltiples compañías mientras mantiene una carrera política. Si bien el Reino Unido se ha mostrado resiliente, el caso europeo evidencia que el liderazgo carismático, cuando se vuelve polarizante, puede volverse un lastre incluso para las marcas más disruptivas del siglo XXI.