Como si quisiera emular el momento en que Steve Jobs mostró al mundo el iPhone en 2007, Sam Altman subió al escenario para presentar a su nueva joya: GPT-5. La última iteración de ChatGPT promete más inteligencia, mayor velocidad y un razonamiento más fino que cualquier modelo previo de la compañía. Y sin embargo, ahí se detiene la revolución. No es la inteligencia artificial general que Altman lleva años persiguiendo, ni mucho menos un sistema capaz de superar al mejor programador humano.
Sam Altman tropieza con ChatGPT 5: expertos cuestionan que la supuesta ‘IA sobrehumana’ sea tan avanzada como promete
La expectación había sido alimentada por el propio CEO de OpenAI, que durante días dejó caer guiños crípticos —incluida una imagen de la Estrella de la Muerte— insinuando que GPT-5 arrasaría con sus rivales. El resultado, aunque sólido, ha dejado a más de un experto con una sensación de déjà vu, recordando las promesas incumplidas de Apple Intelligence tras la WWDC 2024.
Matt Shumer, fundador de OthersideAI y uno de los pocos con acceso anticipado, reconoce que es el modelo más completo hasta la fecha, pero con una curva de aprovechamiento demasiado exigente para el usuario medio, que apenas notará grandes diferencias frente a GPT-4.5. Aun así, en entornos como la programación brilla: su precisión en contextos largos y su capacidad para depurar código lo convierten, según Shumer, en un asistente casi perfecto para desarrolladores.
En las pruebas internas, GPT-5 ha marcado un 74,9 % de aciertos en el benchmark SWE-bench Verified, superando a Claude Opus 4.1 y Gemini 2.5 Pro. Es capaz de levantar sitios web desde cero, diseñar apps y juegos, y explicar cada paso de su trabajo. A nivel estético, incorpora un rediseño influido por la colaboración con Jony Ive, con nuevas “personalidades” y opciones de personalización visual reservadas a usuarios de pago.
Sin embargo, no todo son luces. GPT-o3 sigue liderando en investigación científica, y GPT-4.5 mantiene su ventaja en escritura. El salto respecto a GPT-4 no alcanza la magnitud de la transición de GPT-3 a GPT-4, y sigue fallando en tareas básicas que minan la experiencia del usuario común.
El desarrollo, además, fue tortuoso: OpenAI se topó con la escasez de datos limpios para entrenar el modelo y con fallos técnicos en las complejas ejecuciones de entrenamiento. Altman admite que el lanzamiento se retrasó meses para garantizar estabilidad y capacidad ante una demanda sin precedentes. GPT-5 es, sin duda, un paso adelante; pero está lejos de ser el salto cuántico que muchos esperaban.















