La inteligencia artificial avanza a pasos agigantados. Hasta hace bien poco, interactuar con la inteligencia artificial era como charlar con un asistente extremadamente listo pero algo limitado. Nosotros preguntábamos y respondía. Pero si queríamos reservar un vuelo, comparar precios o comprar un libro, la tarea seguía recayendo en nosotros. Ahora, eso ha cambiado.
Con el nuevo ChatGPT Agent, OpenAI introduce un sistema que no solo entiende, sino que actúa. Navega por webs, realiza compras, gestiona calendarios y hasta manda correos, todo desde una especie de ordenador virtual incrustado en tu sesión de ChatGPT -con todo lo bueno y malo que tiene eso-. El usuario otorga permisos y el agente hace el resto, como si de un asistente real se tratase. Y es el propio Sam Altman, uno de los líderes del sector, el que afirma que estmaos más cerca que nunca de la AGI o Inteligencia Artificial General en español.
Sam Altman de OpenAI rompe el silencio: “He experimentado un momento que parecía AGI”
La idea no es nueva, pero su ejecución marca un antes y un después. Estos agentes funcionan de forma autónoma, aprenden en tiempo real y no necesitan que los entrenes ni los supervises como si fueran empleados novatos. Es la promesa del futuro productivo con IA, y Sam Altman lo sabe.
watching chatgpt agent use a computer to do complex tasks has been a real "feel the agi" moment for me; something about seeing the computer think, plan, and execute hits different.
— Sam Altman (@sama) July 17, 2025
El CEO de OpenAI no ha tardado en calificar esta evolución como "un momento real de AGI", esa inteligencia artificial general que lleva años persiguiendo y que, según él, empieza a materializarse. Jensen Huang, de Nvidia, también lo tiene claro: la adopción de este tipo de IA se está extendiendo por las empresas a gran velocidad.
Por ahora, el acceso está limitado a los usuarios Pro, Plus y Team, pero el despliegue ya está en marcha. Y no solo para grandes compañías. Cualquier usuario podrá probar pronto cómo esta IA deja de ser solo un modelo conversacional para convertirse en un ejecutor, un gestor y, en cierto modo, un nuevo tipo de trabajador digital.
Eso sí, no todo es tan sencillo como decir “hemos llegado a la AGI”. Altman insiste en que aún no estamos ante GPT-5, y aunque el salto cualitativo es innegable, hablar de AGI tiene implicaciones legales y comerciales. De hecho, existe una cláusula en el contrato entre OpenAI y Microsoft que permitiría romper el acuerdo si se certifica que ya se ha alcanzado ese umbral. Y para eso, hace falta mucho más que entusiasmo. Sea por estrategia, por presión o por fe ciega, Altman ha convertido la AGI en su mantra. Y con cada avance, la frontera entre el marketing y la ciencia parece un poco más difusa.















