Mientras el mundo sigue apostando por la electrificación del transporte, los fabricantes de automóviles empiezan a asumir una realidad menos idealizada: la transición al coche 100% eléctrico no será inmediata, ni homogénea. Además, eventos como el del apagón acontecido el 28 de abril no da mucha confianza en cuanto a lo puramente eléctrico. Es en este contexto donde surge la estrategia de Renault y Geely, que junto a Aramco han formado Horse Powertrain, una empresa conjunta que busca tender un puente entre combustión y electrificación.
¿Su apuesta? Un motor térmico que no mueve el coche, pero que lo convierte en un eléctrico de rango extendido (E-REV), una solución pensada para quienes aún dudan del coche eléctrico puro.
Un híbrido que no es híbrido
El sistema E-REV, ya explorado por marcas como BMW o Mazda, combina lo mejor de ambos mundos. El vehículo se comporta como un eléctrico convencional: tiene motor eléctrico, batería y se enchufa para cargarse. Sin embargo, incorpora un pequeño motor de combustión interna que actúa exclusivamente como generador. Este motor no impulsa directamente las ruedas, sino que recarga la batería cuando se agota, lo que permite extender significativamente la autonomía sin depender de cargadores rápidos ni infraestructuras complejas.
Horse Powertrain ya trabaja en dos motores diseñados específicamente para este propósito. El primero, llamado Gemini, es un bicilíndrico de un litro que genera 31 kW y puede funcionar con mezclas de metanol y gasolina, destacando por su tamaño compacto. El segundo, también de un litro pero con tres cilindros, alcanza los 86 kW y es compatible con combustibles flexibles. Ambos están pensados para integrarse directamente en plataformas de vehículos eléctricos existentes, minimizando los costes de desarrollo para los fabricantes.

Según Matias Giannini, director general de Horse, la clave de estos motores es su modularidad: no requieren rediseñar la arquitectura del coche, algo que frena a muchos fabricantes a la hora de diversificar sus gamas. Estas unidades pueden producirse y adaptarse sin transformar radicalmente las líneas de montaje. De hecho, ya se ensamblan en plantas de Brasil y en Valladolid, lo que subraya el carácter global —y económicamente estratégico— de esta solución.
Con la producción estimada para 2028, este tipo de tecnología plantea una alternativa realista para un mercado todavía fragmentado entre la electrificación urbana y las necesidades de larga distancia.