La cara más inesperada del tabaco electrónico ha dejado de ser un debate de salud pública para convertirse en una amenaza ambiental y de seguridad. Un reciente informe de la compañía Fire Rover, especializada en detección y supresión de incendios en plantas de residuos, ha revelado un dato alarmante: los incendios causados por baterías de iones de litio aumentaron un 60% entre 2023 y 2024.
Los vapers: una chispa invisible
Lo cierto es que el principal responsable no es un electrodoméstico ni un teléfono móvil, sino los vapers desechables. Según el informe, en 2022 se contabilizaron 1.409 incendios en instalaciones de tratamiento de residuos de Estados Unidos y Canadá. En 2023, la cifra subió a 1.809, pero fue en 2024 cuando se disparó hasta los 2.910 casos. Más de la mitad de estos fuegos están vinculados directamente a dispositivos electrónicos con baterías de litio.
La problemática no solo radica en su número, sino en el hecho de que sus baterías son altamente inflamables bajo presión o calor. En una planta de residuos, estos aparatos son aplastados, perforados o expuestos a temperaturas extremas. El resultado: un incendio que puede arrasar con toneladas de desechos y poner en riesgo instalaciones completas. La diferencia con otros productos electrónicos es que los vapers se desechan sin ningún criterio.
Desechos que incendian el sistema
Fire Rover no ha dudado en señalar con claridad a la industria del vapeo, acusándola de "hacer lo mínimo para afrontar los más de 1.200 millones de vapers que entran cada año en el sistema de residuos". Sin planes de reciclaje, sin campañas de concienciación y sin responsabilidad por parte de los fabricantes, el problema parece destinado a empeorar. La falta de una infraestructura adecuada para tratar estos dispositivos ha dejado a las plantas de reciclaje como el último muro de contención ante el fuego.

La solución, advierten desde Fire Rover, no pasa solo por mejorar los sistemas de extinción. Es urgente impulsar políticas públicas que regulen el diseño, reciclaje y eliminación de los vapers, además de una campaña educativa para que los consumidores comprendan que tirar un cigarrillo electrónico en cualquier cubo puede ser tan peligroso como dejar una bengala encendida en un contenedor. El fuego, esta vez, viene en formato de bolsillo.