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Judas no fue un traidor, el creador de 'The Chosen' defiende a uno de los mayores villanos de la Biblia: 'No hay monstruos'

En tiempos donde la narrativa de los grises gana terreno a la del blanco y negro, esta versión de Judas puede conectar con quienes buscan en la fe —o en la ficción— algo más complejo que un simple juicio moral.
Judas no fue un traidor, el creador de 'The Chosen' defiende a uno de los mayores villanos de la Biblia: 'No hay monstruos'
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Actualizado: 8:00 2/8/2025
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En la ficción audiovisual, Judas Iscariote ha sido muchas cosas: traidor, fanático, revolucionario frustrado, mártir involuntario. En The Chosen, la serie cristiana que acumula millones de visualizaciones en todo el mundo, es algo más sencillo y, a la vez, más incómodo: un hombre que se equivoca.

Ni un demonio disfrazado ni un ideólogo maquiavélico, sino un discípulo que toma una decisión terrible convencido de que hace lo correcto.

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Una visión menos romantizada y más realista

Dallas Jenkins, creador de la serie, y el actor que interpreta a Judas, Luke Dimyan, han insistido en esta visión menos maniquea del personaje en la recién estrenada quinta temporada. Para ambos, Judas no es el villano de una fábula moral, sino una figura trágica que encarna la angustia humana ante la incertidumbre, la duda y el miedo al fracaso. Jenkins lo resume así: “No es un ‘villano de bigote retorcido’. Es un hombre que apuesta… y pierde”.

Una traición sin malicia

La temporada 5 culmina con el momento más infame del personaje: la entrega de Jesús a las autoridades. Pero lejos de presentar la escena como un acto frío o sádico, The Chosen la plantea como el desenlace de un conflicto interior que arrastra desde hace tiempo. “Nuestro Judas no sabe que está traicionando al Mesías”, afirma Jenkins. “Cree que está forzando un momento decisivo: si Jesús es realmente quien dice ser, saldrá victorioso. Si no lo es, mejor que lo sepamos cuanto antes”.

El planteamiento no es nuevo en la historia del cine religioso: películas como La última tentación de Cristo (Martin Scorsese, 1988) ya exploraron una línea similar, atribuyendo a Judas una especie de sacrificio necesario. Pero Jenkins se distancia también de esa lectura. Su Judas no actúa como ejecutor de un plan divino, sino como alguien desesperado por dar sentido a lo que no entiende.

El precio del remordimiento

La serie no rehuye el desenlace de Judas: su intento de devolver el dinero y su suicidio posterior. Para Jenkins, ese desenlace habla más del tormento personal que de una condena moral. “Era alguien sobrepasado por los acontecimientos. En vez de un hombre sin conciencia, era un hombre que no pudo vivir con la carga de su error”.

Este enfoque conecta con una tendencia contemporánea a humanizar figuras históricas o bíblicas, dotándolas de matices psicológicos antes impensables. En vez de usar a Judas como mero contraste para la figura redentora de Cristo, The Chosen lo presenta como parte de una comunidad rota, en la que cada apóstol —incluido él— lucha con sus propias heridas.

Aunque The Chosen no reescribe los hechos, sí los matiza desde la empatía. En lugar de condenar, propone comprender. ¿Es suficiente para cambiar la imagen del traidor por excelencia? Probablemente no.

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