El reciente anuncio del Centro de Investigación Científica Naval de China (CSSRC) ha encendido las alarmas en Washington y otras capitales occidentales. La presentación de una herramienta apodada “mandíbula de acero”, diseñada para operar en zonas abisales y con capacidad de cortar cables de fibra óptica blindada, ha reavivado el debate sobre la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas que sostienen la conectividad global.
Los ingenieros chinos aseguran que el dispositivo tiene fines civiles, como la minería de fondos marinos, el salvamento en aguas profundas y el mantenimiento de estructuras subacuáticas. Sin embargo, su capacidad de alcanzar profundidades de hasta 4,9 kilómetros y manipular con precisión cables que transportan el 95 % del tráfico mundial de internet y comunicaciones estratégicas plantea dudas inevitables. Los analistas recuerdan que, en un escenario de confrontación geopolítica, esta tecnología podría emplearse para interrumpir las comunicaciones de regiones enteras.
Capacidades y riesgo estratégico
La mandíbula de acero combina brazos robóticos reforzados, sensores acústicos y visuales, y una muela de diamante capaz de girar a 1.600 revoluciones por minuto, suficiente para triturar acero de gran grosor. El módulo está protegido por una carcasa de aleación de titanio que le permite soportar la enorme presión de las profundidades oceánicas. Este nivel de sofisticación técnica refuerza la idea de que China no solo busca avanzar en investigación oceánica, sino también mostrar músculo tecnológico frente a sus rivales estratégicos.
Desde hace años, la red de cables submarinos se considera uno de los puntos más críticos y menos protegidos de la seguridad internacional. Según un informe del Atlantic Council (2021), estos cables transportan datos equivalentes a más de 10 billones de dólares en transacciones financieras diarias, además de comunicaciones diplomáticas y militares. La posibilidad de que un Estado tenga capacidad para cortarlos o manipularlos constituye un riesgo de enorme magnitud, especialmente en un contexto de tensiones crecientes entre Pekín y Washington.
Infraestructura vulnerable y precedentes
Los expertos recuerdan que no es la primera vez que surge esta preocupación. Durante la Guerra Fría, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética desarrollaron operaciones submarinas para interceptar cables de comunicaciones. Hoy, con la expansión del internet y la economía digital, la amenaza se multiplica. “El control de los fondos marinos es el nuevo frente de la geopolítica”, señala Paul Triolo, especialista en tecnología y seguridad en Eurasia Group, quien advierte que cualquier sabotaje podría paralizar economías y aislar regiones enteras en cuestión de horas.















