El Reino Unido ha encendido las alarmas tras confirmarse el primer caso de virus del Nilo Occidental en España durante este verano, localizado en un caballo de Maó, en la isla de Menorca. El diagnóstico fue confirmado por el Laboratorio Veterinario Central de Madrid después de que el animal presentara síntomas neurológicos compatibles con la enfermedad.
Aunque por ahora no se han detectado infecciones en humanos en las Islas Baleares, el hallazgo ha activado todos los protocolos de vigilancia, especialmente en un lugar tan turístico en la recta final de la temporada estival.
El virus del Nilo Occidental es transmitido principalmente por la picadura de mosquitos que previamente se han alimentado de aves infectadas, consideradas uno de los principales reservorios de la enfermedad. Por esa razón, las autoridades españolas mantienen un programa de control sobre caballos y aves silvestres, especies que funcionan como “centinelas” y que pueden mostrar signos antes de que el virus dé el salto a la población humana. La detección temprana en animales resulta crucial para contener posibles brotes, como ya ocurrió en 2020, cuando España registró 77 casos en humanos, principalmente en Andalucía y Extremadura, con varios fallecimientos.
El repunte de 2024 y la alerta sanitaria
En 2024 la situación fue todavía más preocupante: se confirmaron 138 casos de infección y 15 muertes en todo el país, lo que convirtió al virus del Nilo Occidental en una de las principales amenazas vectoriales de salud pública. Por eso, aunque el caso de Menorca se limite a un caballo, las autoridades sanitarias insisten en la importancia de extremar las precauciones en las próximas semanas, justo cuando el final del verano coincide con un repunte de la actividad de los mosquitos. El recuerdo de brotes recientes mantiene en alerta a la comunidad científica y a los servicios de salud autonómicos.
La Organización Mundial de la Salud recuerda que cerca del 80 % de los infectados por este virus no desarrolla síntomas, lo que dificulta la detección de posibles contagios. En el resto, los síntomas más habituales son fiebre, dolor de cabeza, cansancio, sarpullido o molestias musculares. Sin embargo, en un reducido porcentaje de casos (aproximadamente uno de cada 150), el virus puede provocar complicaciones graves como meningitis o encefalitis, sobre todo en personas mayores de 50 años o con el sistema inmunitario debilitado. A día de hoy, no existe una vacuna ni un tratamiento específico, lo que convierte la prevención en la única barrera eficaz.
Medidas de prevención en zonas turísticas
Las recomendaciones oficiales pasan por medidas sencillas pero cruciales: usar repelentes de insectos, vestir ropa que cubra brazos y piernas, y evitar las actividades al aire libre durante el amanecer y el anochecer, que son los momentos de mayor actividad de los mosquitos. Estas medidas no solo protegen a los residentes de Menorca o Huelva —donde también se ha detectado el virus en mosquitos capturados en trampas—, sino también a los miles de turistas que aún visitan estas zonas en septiembre. La combinación de clima cálido, humedad y movimiento de personas incrementa el riesgo de propagación.
Alerta en Andalucía y riesgo global
La Junta de Andalucía ya ha declarado la alerta en Huelva, donde el Programa de Vigilancia y Control Integral de la Fiebre del Nilo Occidental estará activo al menos hasta el 2 de octubre, salvo que se registren nuevos casos. Tanto en Andalucía como en Baleares, las medidas buscan no solo contener el virus, sino también reforzar la confianza en los destinos turísticos.















