Lo que durante décadas fue un sueño de ciencia ficción —llevar un ordenador en el bolsillo, hablar con alguien desde cualquier lugar o consultar información en segundos— se ha convertido en algo tan cotidiano que ya ni lo cuestionamos. Pero esa misma familiaridad es, quizá, el síntoma más claro de que el smartphone, tal y como lo conocemos, podría tener los días contados.
En el corazón de la innovación tecnológica, Silicon Valley ya trabaja en lo que vendrá después. Figuras como Elon Musk, Sam Altman, Mark Zuckerberg o Bill Gates no solo imaginan un mundo post-smartphone: están invirtiendo tiempo y millones en construirlo. ¿Y si el móvil no fuera más que una etapa transitoria en la evolución de nuestra relación con la tecnología?
¿El fin del smartphone? Elon Musk y Mark Zuckerberg ya imaginan un futuro sin móviles
Según recoge Forbes, empresas como Neuralink —el ambicioso proyecto neurotecnológico de Elon Musk— ya están desarrollando interfaces que conectan directamente el cerebro con ordenadores, permitiendo controlar dispositivos con el pensamiento. Es el primer paso hacia un paradigma en el que la pantalla, el botón o el gesto táctil simplemente desaparecen.

Pero no es el único frente abierto. Bill Gates ha respaldado a Chaotic Moon, una empresa especializada en tatuajes electrónicos con nanosensores que monitorizan constantes vitales, rastrean la ubicación o incluso podrían facilitar la comunicación sin necesidad de hablar ni escribir. Piel conectada, literalmente.
Mientras tanto, Mark Zuckerberg sigue apostando por un futuro donde la realidad aumentada reemplace la necesidad de mirar una pantalla. Las gafas inteligentes —más ligeras, más intuitivas, más integradas— son, para el CEO de Meta, el próximo gran salto. Un universo donde la información flota ante nuestros ojos, sin tocar nada, sin sacar nada del bolsillo. Ha invertido más de 100.000 millones de dólares.
Estamos, quizás, en la antesala de una transformación radical. Una en la que los dispositivos físicos —móviles, relojes, incluso portátiles— se diluyen poco a poco en un entorno digital cada vez más invisible. El ser humano del futuro no llevará la tecnología encima: vivirá dentro de ella.
¿Estamos preparados? ¿Queremos realmente fundirnos con las máquinas o aún necesitamos la barrera física que nos proporciona un móvil entre las manos? Muchos temen que esta hiperconexión traiga consigo la deshumanización completa y total de nuestra sociedad. Pero la cuestión no es si ocurrirá, sino cuándo.