El Ministerio de Defensa ha decidido dejar fuera de sus planes de modernización aérea la adquisición de los cazas F-35 de fabricación estadounidense, inclinándose en su lugar por opciones desarrolladas en Europa como el Eurofighter y el proyecto FCAS (Futuro Sistema Aéreo de Combate). Así lo han señalado a Europa Press fuentes del departamento que encabeza Margarita Robles, que constatan el abandono definitivo de la posibilidad de integrar el F-35 en las Fuerzas Armadas españolas.
Mientras China sigue desarrollando cazas de quinta y sexta generación para disputar el gobierno de los cielos del mañana, España toma su propia dirección.
España renuncia a los cazas de quinta generación: descarta los F-35 de EE.UU y apuesta por opciones europeas más innovadoras
En un primer momento, Defensa había abierto la puerta a explorar esta vía, iniciando contactos preliminares con Washington. La Armada, en concreto, buscaba alternativas para sustituir su actual flota de Harrier AV-8B, cuya retirada está prevista para 2030. El F-35B, variante de despegue vertical, era una de las candidatas mejor posicionadas para ese relevo.
Sin embargo, los planes presupuestarios aprobados recientemente por el Gobierno han marcado el rumbo final. En abril, el Ejecutivo dio luz verde a un paquete de inversión en seguridad y defensa cercano a los 10.500 millones de euros, con el propósito de alcanzar el 2,1% del PIB en gasto militar, tal y como se comprometió ante sus aliados. Pero uno de los requisitos clave del plan es que el 85% de esos fondos se destinen a programas industriales europeos, lo que convierte en inviable la compra de un caza fabricado por Estados Unidos.
La relación entre el Gobierno de Pedro Sánchez y Washington ya vivió momentos de tensión durante la última cumbre de la OTAN celebrada en junio, cuando el presidente español se desmarcó del compromiso de elevar el gasto en defensa hasta el 5% del PIB, como habían acordado otros miembros de la Alianza. Sánchez insistió en que su prioridad es alcanzar el umbral del 2%, y defendió que su Ejecutivo ha ido incrementando paulatinamente la inversión militar desde 2018 de forma responsable y ajustada al modelo social español.
La confirmación de que España no comprará los F-35 llega en un contexto marcado por las presiones de Estados Unidos para convertirse en el principal proveedor militar de Europa. Prueba de ello fue el reciente anuncio del acuerdo comercial entre Donald Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el que se incluyó un compromiso por parte de Bruselas para adquirir "grandes cantidades" de material armamentístico estadounidense. “No sabemos cuánto exactamente, pero lo importante es que fabricamos el mejor armamento del mundo”, señaló el expresidente norteamericano.
Trump no tardó en cargar contra España tras conocer la postura de Sánchez, afirmando que nuestro país “es el único que no pagará lo pactado” y criticando duramente la negativa del Gobierno a superar el umbral del 2% de inversión militar.















