Sin anuncio oficial pero con señales cada vez más claras, China vuelve a sembrar pistas sobre el estado de su ambicioso programa de aviación naval. Hablamos de su rompedor caza de sexta generación con el que piensa dominar los cielos y disputar el equilibrio militar con Europa y la todopoderosa Estados Unidos, que ya teme la hegemonía asiática. En las últimas horas, una fotografía difundida en Weibo —y rápidamente compartida en redes como X— ha captado la atención de analistas militares de todo el mundo.
En ella se pueden ver dos cazas J-35 volando en formación cerrada. Pero lo verdaderamente revelador está en los detalles: ambos aparatos lucen números de serie visibles —“0011” y “0012”—, lo que sugiere que la aeronave ha pasado de la fase prototipo a una etapa de producción limitada, conocida en la industria como Low-Rate Initial Production (LRIP), paso previo al despliegue operativo. Lo hace coincidiendo con la subida en su apuesta por el armamento tecnológico y del aumento de las tensiones en el Pacífico.
China confirma su caza de sexta generación: la nueva bestia invisible que amenaza con cambiarlo todo
La imagen filtrada parece tener origen en un canal vinculado a la Armada del Ejército Popular de Liberación. Aparte de los números de serie, los cazas muestran emblemas nacionales sobre las aletas verticales, una pintura gris de baja visibilidad típica de entornos navales y un motivo de tiburón decorando la deriva —un guiño estético que suele identificarse con escuadrones operativos. También los pilotos lucen cascos azul brillante, idénticos a los que usan los aviadores del J-15, lo que refuerza la idea de que estos J-35 ya están integrados en unidades navales y en plena fase de validación.
El J-35 es la evolución navalizada del FC-31, el caza furtivo desarrollado por Shenyang como alternativa más compacta y económica al J-20. Desde su primer vuelo en 2021, la versión embarcada ha ido perfilándose como el candidato natural para operar en los nuevos portaaviones chinos, especialmente el Fujian (Type 003), diseñado con catapultas electromagnéticas al estilo estadounidense. China lleva años preparando esta transición en bases terrestres que simulan cubiertas CATOBAR, lo que refuerza su intención de contar con una aviación embarcada avanzada, algo que junto a las llamadas bestias híbridas, conforma una apuesta rotunda.
El motor sigue siendo uno de los grandes interrogantes. Se baraja que la versión terrestre (J-35A) ya incorpora el motor WS-19, mientras que la naval podría estar equipada con una variante del WS-13 o incluso con el aún misterioso WS-21. Las diferencias visuales entre las toberas parecen apuntar a configuraciones distintas, pero Pekín no ha confirmado nada de forma oficial. Ambos modelos llevan instaladas lentes Luneburg bajo el fuselaje, un reflector de radar utilizado para camuflar su verdadera firma en ensayos de vuelo o al compartir espacio aéreo con aeronaves de otras potencias.
Aún no hay imágenes que confirmen pruebas desde portaaviones, pero se especula que podrían estar en marcha o muy próximas a comenzar. Incluso se baraja una posible presentación pública en septiembre, coincidiendo con los actos conmemorativos por el 80.º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.
Con el J-35, China continúa reforzando su aviación naval. La incorporación de este caza, junto a plataformas como el avión de alerta temprana embarcado KJ-600 y diversos drones furtivos en desarrollo, demuestra una ambición clara: construir un ala aérea embarcada comparable a la de Estados Unidos. El reto ahora es consolidar estas capacidades -como su división de drones- y desplegarlas de forma efectiva en alta mar.















