La crónica de un final inevitable. RTVE ha decidido apagar los focos de La familia de la tele, su ambicioso proyecto para las tardes de La 1, que hoy miércoles 18 de junio vivirá su última emisión luego de intentar resucitarlo con un cambio de formato
Tras semanas de audiencias estancadas, cambios de rumbo y giros de guion más propios de un reality que de una estrategia de programación, la cadena pública ha tirado la toalla con el programa conducido por María Patiño. Lo adelantó El Economista y lo ha confirmado El País: la productora La Osa y el equipo ya han recibido el aviso.
RTVE entierra a 'La familia de la tele': el programa de María Patiño dice adiós tras un mes y medio de fracasos
El movimiento llega solo tres semanas después de que el director de Contenidos Generales, José Pablo López, defendiera en el Congreso el programa heredero de Sálvame, aunque ya entonces dejaba caer la duda: “Prefiero equivocarme a no intentarlo”. Dicho y hecho.
Este lunes, el programa estrenaba nuevo horario a las 19:30 con señales de alarma reales en plató —luces rojas incluidas—, pero la jugada no surtió efecto: 4,3% de cuota y 309.000 espectadores, su mínimo histórico. Mientras tanto, Malas lenguas, el espacio político de Jesús Cintora que lo precede, rozaba el 13,3% de share. La balanza se inclinaba sola.
¡Buenas tardes! Nosotros somos más de la penúltima que de la última. 👋
— La 1 (@La1_tve) June 17, 2025
Este es el penúltimo programa de @familiadelatele #LaFamilia17J ⭕️ https://t.co/lfLLychuhw pic.twitter.com/Ta1yGZFkid
Durante su despedida, María Patiño, Inés Hernand y Aitor Albizua ofrecieron un adiós entre lágrimas, bromas y cierta liberación. “Cada mañana era una tortura ver las audiencias”, confesó Kiko Matamoros. “Estamos caducados, sí, pero como los yogures: aún podemos durar”, ironizó Patiño. El equipo tiró de humor para cerrar un capítulo breve pero accidentado, sobre todo tras los últimos datos en lo relativo al coste de la producción.
Desde su estreno el 6 de mayo, La familia de la tele vivió una deriva continua: cambios de horario, reajustes de contenido, un fallido intento de segmentar a los presentadores por temas y hasta la inclusión de espacios híbridos con Cayetana Guillén Cuervo o recreaciones de Verano azul. Nada funcionó. Ha sido un fracaso histórico.
La audiencia jamás conectó con el intento de trasladar el espíritu de Sálvame a la televisión pública, y muchos de sus rostros ya preparan el retorno a Ni que fuéramos... en Ten. Paradójicamente, lo único que ha cuajado es El club de La Promesa, una tertulia sobre la serie vespertina que, con menos presupuesto y pretensiones, ha acabado superando al buque insignia. La televisión es así: implacable, imprevisible y, a veces, poética.