En 2011, Dan Saunders, un camarero australiano, descubrió por accidente un fallo en un cajero automático que le permitió retirar dinero ilimitado de su cuenta sin que su saldo disminuyera. Lo que comenzó como un intento por pagar la cena con sus amigos terminó convirtiéndose en un sistema que le permitió retirar más de 1,6 millones de dólares australianos (unos 980.000 euros). Durante las madrugadas, cuando los cajeros no estaban conectados al sistema bancario, Saunders transfería dinero entre cuentas y lo retiraba, dejando su saldo aparentemente intacto.
Una vida de lujos financiada por la fortuna digital
En pocos meses, Saunders dejó atrás su rutina diaria y se lanzó a disfrutar de una vida de excesos. Organizó fiestas extravagantes, alquiló jets privados y hasta pagó las matrículas universitarias de amigos. Aunque algunos lo admiraban, otros se mostraban escépticos sobre la procedencia del dinero. “Era adictivo saber que con solo pulsar una tecla podías tener millones”, confesó Saunders en una entrevista. La vida de millonario le permitió vislumbrar cómo cambia el trato hacia quienes poseen riqueza, aunque su conciencia comenzaba a pasarle factura.
El peso de la culpa y un plan de fuga
Pese a que el banco nunca detectó el desfalco, Saunders comenzó a sentir la presión psicológica de su delito. "Soñaba que la policía venía a por mí", relató, y llegó a planear huir a España, con la idea de esconderse entre los turistas y usar casinos para mover su dinero sin dejar rastro. Sin embargo, su miedo y el creciente peso moral lo llevaron a confesar al banco lo que había estado haciendo. Su sorpresa fue mayor cuando la entidad, en lugar de actuar de inmediato, le informó que el caso estaba en manos de la policía.
El documental que lo llevó a la cárcel
Durante dos años, no hubo señales de la policía. Cansado de la incertidumbre, Saunders decidió contar su historia a los medios, lo que resultó en un documental que captó la atención pública y, finalmente, de las autoridades. Fue detenido y enfrentó un juicio que culminó con una condena de un año de prisión y 18 meses de servicios comunitarios. Su abogado reveló que el banco había intentado ocultar el fallo de seguridad, lo que explicaba el retraso en la actuación policial.
Una lección sobre moralidad y fallos tecnológicos
La historia de Dan Saunders no solo revela la vulnerabilidad de los sistemas bancarios, sino también la delgada línea entre el aprovechamiento y el delito. Para Saunders, lo que inicialmente parecía un golpe de suerte terminó siendo una pesadilla personal y legal. Aunque pagó su deuda con la justicia, su relato sigue siendo un fascinante recordatorio de cómo la tecnología y la ética pueden colisionar de formas inesperadas.