La astronomía ha alcanzado un hito con el descubrimiento del primer sistema de triple agujero negro, un hallazgo revolucionario realizado por físicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y el Instituto Tecnológico de California (Caltech), y publicado en la revista Nature. Este sistema extraordinario cuenta con un agujero negro central que devora una pequeña estrella cada 6,5 días en un proceso de espiral, mientras una segunda estrella orbita más lejos, completando una vuelta en unos 70.000 años. Esta particular configuración plantea nuevos desafíos y posibilidades en el estudio del origen y formación de los agujeros negros, sugiriendo que algunos podrían formarse de maneras menos convencionales.
Lo realmente novedoso de este sistema es la idea de que el agujero negro podría haberse formado mediante un "colapso directo" y no necesariamente por la explosión de una supernova, como proponen las teorías actuales. El mecanismo estándar sostiene que un agujero negro se crea tras la explosión de una estrella moribunda, que suele expulsar otros cuerpos cercanos de su órbita.
En este caso, la segunda estrella permanece a una distancia considerable, lo cual sugiere que un colapso directo —un fenómeno más suave— podría explicar su formación sin provocar la expulsión de los objetos próximos.
Este descubrimiento fue posible gracias al análisis de un repositorio de datos astronómicos globales, donde los investigadores detectaron un inusual patrón en el movimiento de algunas estrellas. Utilizando el satélite Gaia, que sigue desde 2014 los movimientos estelares de nuestra galaxia, observaron una sincronización de movimiento que apuntaba a una relación gravitacional entre las estrellas. Este hallazgo fortuito destaca cómo los avances en la recolección y análisis de datos astronómicos pueden dar lugar a descubrimientos inesperados en la exploración del cosmos.
Un colapso más suave como origen
La estrella exterior del sistema tiene un papel crucial en esta investigación. Su fase avanzada de vida, próxima a convertirse en gigante roja, permitió a los astrónomos estimar la antigüedad del sistema en unos 4.000 millones de años. Esto ofrece una perspectiva temporal única que contribuye al entendimiento de la estabilidad y evolución de estos sistemas complejos de agujeros negros, revelando pistas sobre cómo se mantienen unidos y sobre sus interacciones a lo largo del tiempo.
El descubrimiento de este sistema de triple agujero negro redefine nuestras ideas sobre cómo se forman y evolucionan estos cuerpos en el universo. Kevin Burdge, uno de los autores del estudio, sugiere que este hallazgo podría significar que existen formas menos violentas de crear agujeros negros. Con la mejora en la tecnología de observación y el análisis de bases de datos estelares, la astronomía está cada vez más cerca de comprender la complejidad de los sistemas gravitacionales y las interacciones cósmicas en una escala temporal de miles de millones de años, abriendo las puertas a nuevos descubrimientos sobre estos fenómenos.