El mundo del cine español llora la pérdida de Marisa Paredes, una de las grandes damas de la interpretación, quien falleció a los 78 años dejando tras de sí un legado imborrable en el arte escénico. Nacida en Madrid el 3 de abril de 1946, María Luisa Paredes Bartolomé, conocida artísticamente como Marisa Paredes, dedicó más de seis décadas de su vida a la actuación, convirtiéndose en un rostro imprescindible del cine, el teatro y la televisión de España.
Una actriz de larga carrera que marcó el cine español y una de las grandes musas del cineasta Pedro Almodóvar
Desde su debut en 1960 Paredes fue una fuerza magnética en la pantalla. Dueña de una presencia escénica única y una capacidad interpretativa que oscilaba entre la fuerza y la vulnerabilidad, se convirtió rápidamente en una de las actrices más queridas y respetadas de su generación. Sería ya en los años ochenta y noventa cuando alcanzaría su apogeo, especialmente al convertirse en una de las musas del cineasta Pedro Almodóvar, con quien trabajó en películas icónicas como Tacones lejanos (1991) y La flor de mi secreto (1995).
Con Almodóvar, Marisa Paredes no solo consolidó su carrera internacional, sino que también se erigió como símbolo. Sin ir más lejos, en la citada Tacones lejanos, su interpretación de una madre distante y cantante de boleros dejó una huella imborrable en toda una generación de espectadores y críticos, que cayeron rendidos a su encanto; por su parte, en la también muy recordada La flor de mi secreto ofreció una de sus actuaciones más íntimas y conmovedoras, ganándose el reconocimiento de la crítica y el público. Pero su carrera no se limitó a España. Paredes trabajó con directores internacionales como Raúl Ruiz (Genealogías de un crimen, 1997) y Roberto Benigni (La vida es bella, 1997), mostrando una versatilidad que trascendía fronteras.
Más allá del cine, con un Goya Honorífico entre manos por su larga contribución al cine, en el teatro, fue una intérprete destacada, colaborando con nombres como Adolfo Marsillach y llevando al escenario clásicos de García Lorca, Shakespeare y Valle-Inclán. Marisa Paredes también dejó una profunda huella en el ámbito cultural como presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España entre 2000 y 2003. Durante su mandato, defendió el cine español con pasión y determinación, subrayando la importancia de la cultura como motor de identidad y progreso. Marisa Paredes será recordada como una mujer valiente, comprometida con las causas sociales y una defensora inquebrantable de los derechos de las mujeres y la igualdad.
Descanse en paz.